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jueves, 21 noviembre 2024
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Viaje a Darjeeling: ¡Miren a esos imbéciles!

Por Emiliano Fernández

Por más que uno insista y se esfuerce nunca terminará de dilucidar hasta qué punto el cine de Wes Anderson es producto de la improvisación afortunada o el desarrollo paulatino de un entramado consciente y meticuloso. La estilización visual por supuesto no deja dudas sobre la destreza general y la enorme capacidad creativa del norteamericano. Los guiones son los que generan la polémica, esos que siempre se encargan de retratar familias privilegiadas pero infelices que buscan con desesperación subsanar errores del pasado en un contexto entre hilarante y dramático. Estos inigualables “viajes” interiores movilizaron tres de las comedias más originales de los últimos tiempos: Bottle Rocket (1996), Tres son multitud (Rushmore, 1998) y Los excéntricos Tenenbaums (The Royal Tenenbaums, 2001). Quizás ninguna fue totalmente perfecta, pero dentro de sus desniveles cada una demostró su genialidad conceptual y una cierta coherencia narrativa. El quiebre llegó con Vida acuática (The Life Aquatic with Steve Zissou, 2004), una propuesta tan radical y bizarra que de inmediato dividió al público entre los que la amaron con fervor y aquellos que sólo creyeron ver la falta de ideas y una extenuante repetición de fórmulas. Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited, 2007) baja la velocidad, adopta una postura más conservadora y se encamina por rumbos aletargados cercanos a la contemplación y el desosiego.
La ambición formal vuelve a decir presente a través de una fotografía apabullante, toma-secuencias con travelings majestuosos, un diseño de producción colorido y excelentes escenas descriptivas en cámara lenta, musicalizadas con muy buen tino. De hecho, el film incluye como parte integrante de su estructura a un corto llamado Hotel Chevalier (2007), el cual nos sitúa emocionalmente en las regiones a recorrer. Este interesante prólogo de 13 minutos relata el reencuentro del distante Jack Whitman (Jason Schwartzman) con su extraña ex novia (personificada por Natalie Portman) en el hotel parisino del título. Inmediatamente después comienza la “Parte 2”, la película en sí. Así descubrimos que el hermano mayor del clan Whitman, Francis (el eterno colaborador de Anderson, Owen Wilson), organizó una especie de tour espiritual conjunto por la India para Jack y Peter (Adrien Brody). Desde la muerte de su padre los tres hermanos no han cruzado palabra y padecen de una aguda depresión. Francis tuvo un accidente horrible con su moto, Peter no sabe si continuar la relación con su esposa embarazada y Jack, el más joven, permanece indiferente y pensativo. Recorriendo el país en tren, el plan de auto-descubrimiento personal y recomposición de los lazos familiares no será tan fácil de llevar a cabo debido a la desconfianza recíproca, el resentimiento arrastrado y las personalidades contrapuestas.
La labor del elenco es brillante. Con cameos estupendos a cargo de Bill Murray, Anjelica Huston y hasta Barbet Schroeder, todos los actores vuelven a dar cátedra en esto de hacer creíbles reacciones impetuosas, diálogos delirantes y situaciones ridículas aunque penosamente cotidianas. El tono desquiciado mantiene al espectador en estado de alerta constante; lo conduce a esperar ansioso el próximo giro de la trama o el siguiente empujón al clásico verosímil de la comedia existencialista. Anderson sabe dosificar el humor absurdo, construir un cinismo enrarecido pero sensible y apuntalar la química pre-existente entre los protagonistas, aprovechando toda la melancolía y el humanismo que cada estación tiene para ofrecer. Viaje a Darjeeling funciona como un péndulo anímico de complicada visión que deambula entre el éxtasis del acontecimiento feliz y la desdicha del instante conflictivo. El realizador consigue interesarnos en los vaivenes del corazón de esta nueva horda de burgueses tristes y meditabundos, alcanzando por momentos un altísimo grado de inspiración en lo que hace a la configuración de un encadenamiento tan caótico como certero (de seguro ganará nuevos seguidores y le complicará la existencia a los fans de sus primeros trabajos). La tan mentada distancia emocional entre el público y el equipo creativo, el cual por suerte funciona como una familia que tiene poco que ver con la aquí presentada, se compensa a través de gags y chistes magníficos, como el que involucra el escape de la víbora, el affaire con el gas pimienta o cuando se “pierde” el tren.
Hay un relativo cansancio temático detrás del film; no obstante, el talento del cineasta evita que el proyecto decaiga hasta niveles preocupantes o peligrosos para la fluidez y la congruencia. Además, siempre ha demostrado estar abierto a las más variadas colaboraciones (en este caso escribió la historia con Roman Coppola y el mismo Schwartzman). Los choques entre los personajes centrales y los de estos con el entorno, hoy amigable y bello, vuelven a reflexionar sobre la incomprensión intelectual y la asfixia psicológica que cada uno profiere para con el resto. El egoísmo, la incomunicación y la falta de asistencia mutua movilizan las graciosas batallas; las inseguridades y los traspiés generan la necesidad de negociar y llegar a un acuerdo. Y finalmente el amor oculto debajo del impiadoso orgullo garantiza, cuando decide asomar su cabeza, esas reconciliaciones ampulosas con las que suelen cerrar las obras de Anderson. Estos pasajeros en perpetuo trance gustan de tomar atajos simplistas (profesión, drogas, sexo, etc.), derivar en encrucijadas que no explican nada sobre su aflicción (salidas violentas, delitos, religiones, etc.) o simplemente padecer su propia estupidez (condimentos dramáticos y recursos cómicos derivados de las slapstick de antaño). Con respecto a esto último, resulta ejemplar la escena en la que los hermanos ven a tres niños cruzar un caudaloso río con una balsa precaria. Un segundo antes de que se desate la tragedia, Francis lanza un “¡miren a esos imbéciles!”. Lo que los protagonistas manifiestan en relación a los chicos es equivalente a lo que el director nos grita desde detrás de cámara. Y tiene razón. Vale la pena detenerse y contemplar esta familia de imbéciles.

Título: Viaje a Darjeeling.
Título original: The Darjeeling Limited.
Dirección: Wes Anderson.
Intérpretes: Owen Wilson, Adrien Brody, Jason Schwartzman, Anjelica Huston, Bill Murray, Amara Karan, Camilla Rutherford, Irrfan Khan y Natalie Portman.
Género: Drama, Comedia, Aventura.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 91 minutos.
Origen: EE.UU./ India.
Fecha de realización: 2007.
Distribuidora: Fox.
Fecha de estreno: 20/03/2008.

Puntaje: 7 (siete)

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