Hasta el más exigente de los lectores le ha reconocido una indudable capacidad literaria a ese popular e imaginativo ícono del terror que responde al nombre de Stephen King. La mayoría de sus seguidores han atravesado por distintos períodos de amor y odio en su 
relación personal con el famoso escritor del estado de Maine. Mi fanatismo se diluyó a partir de la novela “Los Tommyknockers” (1987), cuando fue evidente que King ya había agotado su vena creativa y comenzaba a reciclar temas desarrollados en trabajos previos por lo general más inspirados. Aproximadamente para la misma época se editó el cuento largo –o novela corta, pues consta de 114 páginas- “The mist”, que pertenecía a una antología de historias breves publicada en su país de origen con el título “Skeleton Crew”, y aquí simplemente como “La niebla”. Dicha novella –así se denomina en inglés a la obra que excede la extensión de un cuento pero que tampoco califica como una novela hecha y derecha-, por extraño que parezca, era de lo más flojo de una selección de por sí muy inferior a “El umbral de la noche” (1978), una compilación extraordinaria de la cual surgieron un montón de adaptaciones cinematográficas (entre ellas, los episodios de Los ojos del gato, Cosecha negra, El hombre del jardín, Las tumbas malditas, Ocho días de terror, Alianza Macabra, A veces vuelven, etc.). Uno de los peores defectos del autor de “La zona muerta”, reconocido por él mismo en alguno de los tantos prefacios que suele escribir para regocijo de sus admiradores, es la elefantiasis literaria. Y de hecho, la tendencia a escribir de más ha socavado la efectividad de varios escritos suyos.
“La niebla”, una idea interesante con más de un eco lovecraftiano, es un típico caso de relato alargado a lo King cuyo cierre, se adivina, nunca estuvo muy nítido en la mente del autor. La temática, no obstante las debilidades mencionadas, llamó la atención de Frank Darabont, habitual recreador fílmico del universo kingiano con películas como la notable Sueños de libertad (1994) o la irregular Milagros inesperados (1999). Con un presupuesto de sólo 18 millones de dólares, Darabont se las ha arreglado bastante bien para fusionar un homenaje al cine clase “B” de monstruos con una visión oscurísima del mundo en el que vivimos. La intención del realizador de El Majestic era hacerla en blanco y negro pero los ejecutivos del estudio no se lo permitieron. Demasiado jugado para los especuladores de Hollywood…
La niebla, el film, no ha podido evitar el mismo mal de la novella original: sus 126 minutos son acaso excesivos para lo minimalista del enfoque propuesto por Darabont. En lo que sí ha estado astuto el guionista y cineasta es en el nuevo final que mejora muchísimo comparándolo con el de King. El nihilismo, la ironía feroz y el cinismo desatado del que hace gala ese lapidario desenlace puede sorprender al más baqueano de los adeptos al género; y sin embargo, es 100% coherente con el postulado ultra pesimista que se desprende de la película (muy en sintonía, por otra parte, con el horror cósmico que pregonaba el formidable H.P. Lovecraft). El desarrollo de personajes sólidos siempre ha sido una de las virtudes de Darabont y aquí vuelve a confirmarlo con la inestimable colaboración de actores de primer nivel como Marcia Gay Harden (quien ganara un Oscar por su papel en la biopic Pollock), Toby Jones (inolvidable Capote en Infame), William Sadler, Frances Sternhagen y Laurie Holden, por mencionar sólo a unos pocos. Hasta el habitualmente limitado Thomas Jane logra lucirse en el rol protagónico (y eso es mucho decir para el pétreo intérprete de Alerta en lo profundo)… El elenco y el director están sobrecalificados
para realizar simplemente “una de terror”. Ese salto de calidad le otorga un prestigio impensado al género. Para variar, bienvenido sea…
Tras una tormenta de tintes apocalípticos, la intempestiva llegada de la niebla a un pueblito de Maine trae consigo una legión de criaturas ávidas de sangre humana. Atrapados por el fenómeno en un supermercado -que funciona como una metáfora del mundo- los habitantes del lugar demuestran en pocas horas cómo las opiniones desencontradas pueden propiciar de combustible para disparar la más increíble confrontación por la obtención del poder. En otras palabras, los monstruos de afuera sólo son un reflejo de los de adentro…
Darabont director no ha escatimado momentos de tensión y zozobra a lo largo de las dos horas de film. La decisión de no usar música en esas escenas le ha quitado cualquier vestigio de artificio forzado a una puesta en escena por demás eficaz. Recién en la secuencia final se resuelve la inclusión de un tema instrumental de Mark Isham para enfatizar con potencia poética la instancia más negra y dolorosa del largo vía crucis de los protagonistas. ¿Demasiado cruel? Seguramente. De todas maneras, hay que verla. No habrá en este 2008 una peli de terror superior a La niebla…
Título: La Niebla.
Título Original: The Mist.
Dirección: Frank Darabont.
Intérpretes: Thomas Jane, Marcia Gay Harden, Laurie Holden, André Braugher, Toby Jones, William Sadler, Jeffrey DeMunn, Alexa Davalos, Frances Sternhagen, Nathan Gamble.
Género: Terror, Ciencia-ficción.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 126 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 05/06/2008.
Puntaje: 8 (ocho)
El staff opinó:
-La niebla no supera en calidad lo que fuera Sueño de libertad para el historial de Frank Darabont, el alumno aplicado y “adaptador oficial en 35mm” de Sir Stephen King (para TV ya existe Mick Garris). Pero al lado de Milagros inesperados, otra de las adaptaciones del realizador sobre una obra de King, digamos que La niebla es El bebé de Rosemary, El Exorcista… o alguna genialidad de esas. Entretenida, amarga, viscosa y con final hijoeputa, de esos que hacen a uno rascarse la barbilla y maldecir bajito pero con satisfacción… ¿alquien se atreve a pedir algo más?- Juan Blanco (8 puntos)
