Por Silvina Palmiero
El mundo, según Shyamalan, puede ser un lugar amenazante o no, de acuerdo al respeto que el hombre tenga por la fuerza sobrenatural que lo gobierna. Esa fuerza puede ser la dimensión espiritual como en Sexto sentido, puede ser Dios como en Señales, o bien el universo fantástico como en El protegido y La dama en el agua. Inútil es intentar huir de las amenazas del entorno, como lo descubrieron los habitantes de La aldea: para lidiar con el mundo el hombre tiene que reconocerse limitado frente al poder, y a veces la aleatoriedad, de esa voluntad superior y rectora. En El fin de los tiempos las plantas comienzan a liberar una toxina que inhibe el mecanismo de autopreservación de los seres humanos, produciéndoles parálisis y desorientación y conduciéndolos irrefrenablemente al suicidio. El ataque, en principio atribuido a un grupo terrorista -el director viene disparando hace rato contra la paranoia norteamericana, señalando que el enemigo está dentro del hombre y no fronteras afuera-, comienza en Nueva York y avanza por distintas ciudades del este del país, desplazándose desde los centros más poblados hacia los suburbios. Elliot (Mark Wahlberg) es profesor de ciencias, y ante la evidencia del extraño suceso emprende, junto a su esposa Alma (Zooey Deschanel) y la hija de su amigo Julian (John Leguizamo), una huida hacia algún lugar seguro, mientras intenta hallar en la lógica de la investigación científica una explicación racional a lo que acontece. Huida y esfuerzo se revelarán inútiles, porque el fenómeno rompe con todos los patrones que se intentan establecer, como si se negara a ser encasillado en categorías humanas. Muy lejos del amparo de la ciencia y del cálculo probabilístico, la salvación radica tal vez en cierto halo amoroso de los protagonistas (otra vez aparece en la filmografía del director la noción de aura, aquí captada por un anillo que cambia de color según el estado de ánimo de su portador), o tal vez en la rendición incondicional frente a la potestad de la naturaleza.
Hay que decir que Shyamalan, sin abandonar su discurso, se fue volviendo más previsible y redundante. A la sutileza y la precisión de Sexto sentido, a la originalidad inusual de El protegido, siguieron películas con explicaciones sobreabundantes, demasiado retóricas, como si el director hubiera dejado de creer en los colores, las imágenes y los silencios, todos ellos recursos muy bien aplicados en sus primeros trabajos. Esto llegó al extremo en La dama en el agua, en la cual sintió la necesidad de anticipar todo el cuento al principio del film. En El fin de los tiempos, si bien las explicaciones finales y la teoría de la advertencia eran prescindibles, por cuanto la última escena bastaba para dejarnos a todos mirando con desconfianza las plantitas del balcón, hay un retorno a la confianza en la herramienta cinematográfica. La omnipresencia de los árboles, agigantados por hábiles ángulos de cámara, como bestias con vida propia; el viento avanzando por la campiña; la idea paradójica y perturbadora de huir hacia zonas despobladas, lo cual hace que los protagonistas se internen en el campo y queden virtualmente atrapados en medio de sus verdugos; todos estos son elementos generadores de gran tensión. Los actores, por su parte, no brillan como han sabido hacerlo sus antecesores: Mark Wahlberg no tiene la presencia de Bruce Willis, ni el carisma de Mel Gibson, ni el talento de Paul Giamatti, mientras que Zooey Deschanel no se acerca siquiera a Bryce Dallas Howard. Tal vez esto tenga que ver con que en esta historia ya no hay elegidos, sólo un hombre y una mujer comunes, indefensos ante lo inexplicable. No obstante, a los protagonistas les falta fuerza y su historia de amor de final edulcorado no llega a convencer.
Si el mensaje que intenta transmitir Shyamalan es moralista o no, si se comulga o no con sus ideas sobre la naturaleza humana, con la espiritualidad y la religiosidad que se hacen presentes de un modo u otro en sus films, son aspectos que exceden el marco de la película. Lo sustancial es que el director sigue generando ideas originales sobre cómo poner su filosofía en pantalla y mantiene intacta su habilidad para crear climas, combinar géneros y conectarnos con lo monstruoso, lo bello y lo sobrenatural de la vida cotidiana. El hombre continúa en forma y buscando caminos.
Título: El fin de los tiempos.
Título Original: The Happening.
Dirección: M. Night Shyamalan.
Intérpretes: Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo, Ashlyn Sanchez, Betty Buckley, Alan Ruck, Spencer Breslin, Frank Collison, Robert Bailey Jr., Jeremy Strong y Julia Yorks.
Género: Ciencia-ficción, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 91 minutos.
Origen: EE.UU./ India.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 19/06/2008.
Puntaje: 7 (siete)