Por Marisol V. López
Basada en la novela homónima de Blake Nelson, el director norteamericano Gus Van Sant realiza, antes de la muy premiada Milk (2008) y luego de Last Days (2005) -un film que relata las supuestas últimas horas de Kurt Cobain, uno de los mayores referentes del grunge-, una obra dedicada a la adolescencia, la problemática que los aqueja y la brecha que hay entre el mundo adulto y el de los jóvenes.
Van Sant mantiene en Paranoid Park su relación con el mundo joven -que tan bien supo y sabe explorar- así como también recupera a los personajes marginales. El claro ejemplo de esto puede apreciarse en obras anteriores como Mala noche (1985), Drogas, amor y muerte (Drugstore Cowboy, 1989) y Mi mundo privado (My Own Private Idaho, 1991), entre otras.
Alex (Gabe Nevins) es un skater con una vida sin sobresaltos, con los típicos problemas adolescentes: padres que se están por divorciar -circunstancia que no toma como un hecho trágico- y una novia tan linda como hueca que ya no es de su agrado. En una oportunidad concurre al gran Paranoid Park, un circuito para skaters que frecuenta todo tipo de gente. Allí, su vida cambiará cuando accidentalmente asesine a un guarda de tren; un secreto difícil de soportar y un dilema ético que deberá afrontar solo.
El realizador narra esta historia de forma minimalista con un enfoque intimista, formato que ya había utilizado en sus filmes, por ejemplo Elefante (Elephant, 2002), una versión libre de los hechos acontecidos en la escuela Colombine, horas antes de la masacre perpetrada por dos alumnos adolescentes.
Paranoid Park cuenta con una narración no lineal; la información se va presentando fragmentada, como un secreto contado por partes y que cuesta descubrir.
A fuerza de colores fuertes, blancos saturados y una música que no acompaña a la acción, sino que actúa como contrapunto, todo pareciera indicar que lo que predomina en el tono del film es la fuerte presencia de los contrastes. Por ejemplo en la escena en que Alex está rompiendo con su novia se escucha una melodía suave y romántica, cuando por el contrario la imagen muestra a Jennifer (Taylor Momsen) enojada, gritando y agrediendo a Alex. Como si todo estuviese al revés hasta que en la escena final el protagonista quema su carta confesional, acompañado por una banda de sonido acorde a la escena. De esta manera, el director de Todo por un sueño logra crear un clima tranquilo e intimista. Este equilibrio y desequilibrio entre la música y la acción refuerza la idea de desahogo y alivio que el protagonista experimenta al contar su pesado secreto, aunque sea en una carta que nadie leerá.
Tanto la música, como los tiempos muertos, los silencios que generan incomodidad entre los personajes, los primeros planos, son recursos estilísticos típicos de este director que se balancea entre la producción independiente y la de los grandes estudios.
En esta historia los adolescentes viven en su mundo, donde los adultos no tienen lugar, eso se refuerza cada vez que un mayor aparece en escena y se lo ve de espalda o fuera de foco y en las contadas escenas donde es evidente la incomunicación e inconexión entre ambas partes.
Reconocido por la crítica y por los amantes del cine independiente, este director consigue plasmar un mundo que conoce a la perfección desde el punto de vista de un personaje que además de atravesar por una etapa complicada de la vida, está involucrado en un grave problema.
Título: Paranoid Park.
Título Original: Idem.
Dirección: Gus Van Sant.
Intérpretes: Gabe Nevins, Taylor Momsen, Jake Miller, Daniel Liu, Lauren McKinney, Scott Patrick Green, Christopher Doyle y Grace Carter.
Género: Crimen, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años con reservas.
Duración: 85 minutos.
Origen: EE.UU./ Francia.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 21/08/2008.
Puntaje: 7 (siete)
