Por Pablo E. Arahuete
La cámara oscura, nueva película de la realizadora María Victoria Menis, se centra en el poder subjetivo de la mirada y en cómo puede llegar a influir en nuestra personalidad la percepción de los otros. Muchas veces son los otros quienes nos completan como personas -al decir de la teoría sartreana- en relación a que uno deja de ser cuando no encuentra un referente en la mirada ajena. Pero si esa mirada está teñida de prejuicio la primera sensación que queda es la de hacerse invisible para romper con la estigmatización o, por decirlo en otros términos, tratar de hacer lo posible para pasar desapercibido. El cine como vehículo donde a la mirada de la cámara objetiva se le agrega la subjetividad de quien mira por el ojo de la cámara, tiene la particularidad de crear una nueva percepción sobre la imagen equiparando, en muchos casos, diferentes realidades como la imaginación, la ensoñación o el realismo en su máxima pureza.
A grandes rasgos esta es la idea que recorre el universo del film de la directora de El cielito. Sin duda, en este caso se trata de una propuesta más ambiciosa que la de aquel film, basada en el cuento homónimo de la escritora Angélica Gorodischer. Todo un desafío en cuanto a la adaptación, dado que tanto Menis como su coguionista Alejandro Fernández Murray evitaron la traspolación de un narrador que hubiese subordinado el relato a la voz en off y dejaron que sea la cámara quien narre esta historia que comienza a fines del siglo XIX con el arribo de un barco abarrotado de inmigrantes europeos. Entre ellos, antes de llegar a tierra desciende una mujer (Silvina Bosco), quien debe dar a luz en la escalera del barco. La primera desilusión que se lleva es la de no haber parido a un varón. Resignada, deberá aceptar a su hija Gertrudis (Mirta Bogdasarian). A medida que transcurran los años quedará claro que no ha sido un dechado de belleza. Elipsis mediante –los años avanzan a través de diferentes fotos donde la fea y bizca Gertrudis intenta ocultarse- el relato se concentra en las instancias de un matrimonio por conveniencia. Sin tener voz ni voto, como era costumbre en aquellos tiempos, Gertrudis debe aceptar por esposo a un viudo con quien tendrá varios hijos. Siempre apartada de los quehaceres familiares, envuelta en un obstinado silencio, la mujer pasa sus noches leyendo poesía a escondidas de su esposo o por las tardes trabajando con las flores. Así, transcurridos veinte años de matrimonio, la opaca rutina de esta heroína tomará otro color con la llegada de un fotógrafo francés contratado por su esposo para que tome fotos de su familia. Llegado el extraño al pueblo de Villa Clara, su mirada sobre Gertrudis resulta muy diferente a la de los demás y es a partir de esta nueva percepción que la protagonista encuentra el camino para liberarse de viejas ataduras.
Con una cuidada reconstrucción de época y grandes aportes en el rubro de fotografía resulta más que grato este nuevo intento de María Victoria Menis por animarse con una propuesta estética de mayor envergadura que repasa los orígenes del cine (primero con el mero registro documental hasta adoptar formas de vanguardia como el surrealismo) entre sus mayores logros y recupera el aporte de la literatura para construir un relato sólido narrativamente, aunque a veces esa continua recurrencia a lo literario le quita valores expresivos a su cine.
Título: La cámara oscura. Título original: Idem.
Dirección: María Victoria Menis.
Intérpretes: Mirta Bogdasarian, Fernando Arman, Patrick Dell’Isola, Carlos Defeo, Silvina Bosco, Ariadna Gil, Joaquín Berthold, Elisa Carricajo y Malena Figo. Género: Drama. Calificación: Apta todo público. Duración: 85 minutos. Origen: Argentina/ Francia. Año de realización: 2008. Distribuidora: Distribution Company. Fecha de estreno: 16/10/2008.
Puntaje: 7 (siete)