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jueves, 21 noviembre 2024
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Cuentos que no son cuento: A contar a contar cada cosa en su lugar…

Por Pablo E. Arahuete

Resulta bastante desconcertante toparse con esta versión Adam Sandler ATP en otra película que pretende recuperar los valores de los relatos literarios como puente para la imaginación, que aparentemente –según la mirada de Disney- ha quedado relegada por la irrupción de Internet, los videojuegos e inclusive la televisión. De hecho los niños de esta historia tienen prohibido ver televisión, deben comer una dieta vegetariana y, claro está, bajo ningún concepto se la pasan frente a una pantalla de computadora o gameboy.

Coincidente por esos caprichos de las distribuidoras locales, Cuentos que no son cuento se estrena prácticamente pegada a Corazón de tinta, protagonizada por Brendan Fraser. Ambas parten de una premisa similar: los relatos de ficción cobran vida en la realidad por una arbitrariedad en pos de reivindicar el poder de la imaginación. Mucho más ligada la de Fraser al terreno netamente literario, el film que cuenta con las actuaciones de Adam Sandler, Courteney Cox y Guy Pearce, entre otros, recupera la idea del relato narrado que se transmite de una generación a otra.

Eso es lo que el tío Skeeter (Sandler) ha aprendido de su padre (Jonhatan Pryce), dueño de un pequeño hotel familiar que con el paso del tiempo se vino abajo como negocio y así su dueño se vio obligado a deshacerse del mismo dejando inconcluso su sueño de legárselo a Skeeter. Hoy ese pequeño hotel familiar se ha convertido en un lujosísimo hotel cinco estrellas en el que Skeeter sólo es un empleado de maestranza y no el gerente tal como le había prometido el actual propietario a su padre. Así las cosas, el tío Skeeter se conforma con su rol de loser, aunque nunca pierde las esperanzas de que en algún momento la historia cambie de rumbo. Ese momento comenzará a vislumbrarse cuando se tenga que hacer cargo del cuidado de sus sobrinos por las noches y, fiel a la tradición familiar, deba inventar cuentos a la hora de acostar a los chicos, en los que siempre ocupará un papel protagónico. A veces convertido en caballero, cowboy, o personaje extraído de Star Wars, lo cierto es que esos hechos narrados se traspolan a su rutina diaria. Para que esto ocurra simplemente deberán intervenir en la narración sus sobrinos, quienes siempre agregan un final desopilante a cada aventura.

Pero se trata de una película de Disney, es decir, ante cualquier exabrupto o ataque manifiesto de ambición de algún personaje, llegará el castigo directamente proporcional, así como quien detenta el rol de malvado terminará derrotado por una bondad que nace desde lo más profundo de los corazones. Con cada cosa en su lugar, y pese a las forzadas escenas en que Sandler intenta desplegar su arsenal de histrionismo, el film de Alan Shankman es demasiado infantiloide para un público adulto y demasiado pavote para la platea o el target buscado, que va desde los cuatro a los doce años.

Básicamente, la película no funciona porque la imaginación buscada transita por los lugares más obvios o ridículos y no alcanza la renovada cuota de humor en las secuencias que apuestan a lo que pueda o no dar Sandler, quedando muy desdibujado el elenco que lo secunda y, en particular, un sobreactuado antagonista a cargo de Guy Pearce. Con estas falencias queda muy poco para rescatar de este intento fallido de la Disney que no encuentra una dirección adecuada y se pierde en un constante repiqueteo que nunca alcanza a explotar.

Título: Cuentos que no son cuento.
Título Original: Bedtime Stories.
Dirección: Adam Shankman.
Intérpretes: Adam Sandler, Keri Russell, Guy Pearce, Courteney Cox, Russell Brand, Teresa Palmer, Richard Griffiths, Lucy Lawless y Jonathan Pryce.
Género: Comedia, Familia, Fantasía.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 99 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 05/02/2009.

Puntaje: 3 (tres)

El staff opinó:

Indefendible producto pseudo infantil con el que Adam Sandler intenta reinventar su carrera supuestamente conmovido por una paternidad reciente. El film del obtuso Adam Shankman –evidentemente Hairspray le salió de casualidad- causa vergüenza ajena, no genera ni una tibia sonrisa y desaprovecha recursos de producción a tontas y a locas además de haber logrado la rareza de hacer actuar decididamente mal a un señor actor como Guy Pearce. Es interesante pero desperdiciadísimo el plantel de damas con las veteranas Courteney Cox (ex Cox Arquette, nada dura para siempre…) y Lucy “Xena” Lawless y las más jóvenes Keri “Felicity” Rusell y ese bomboncito australiano llamado Teresa Palmer. Ni chicha ni limonada, esta comedia sin alma va derechito al Top 5 con los peores títulos del año…- Diego Martínez Pisacco (2 puntos)

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