Por Pablo Arahuete
A Matteo Garrone se lo conoció hace unos años en el BAFICI con el estreno de su film El embalsamador. Una película dura y perturbadora que más allá de sus méritos propios en el orden formal dejaba entrever la potencialidad de este realizador, que afortunadamente se confirma con este atípico y minucioso retrato -–multipremiado- de la “cosa Nostra” napolitana inspirado en la novela homónima del polémico Roberto Saviano. Libro que inmediatamente se convirtió en best seller al narrar en primera persona una experiencia en las filas de lo que sin lugar a dudas representa en los tiempos de la economía globalizada un poder en sí mismo.
Gomorra no sólo hace alusión –implícitamente- a aquella mítica ciudad bíblica, sino que encuentra en el barrio periférico de Scampia su reflejo. Este pequeño infierno, abarrotado de monoblocks, sumido en una atmósfera lúgubre y sucia donde la vida no vale un centavo, es el escenario residual donde deambulan personajes de toda calaña, atados a un círculo vicioso del que sólo se sale una vez que se traspasa la frontera entre la vida y la muerte.
No hay escape en Scampia pareciera sintetizar cada plano riguroso, en los que el realizador evita el pintoresquismo y lo reemplaza por un registro que coquetea en forma constante con el documental de observación para adentrarse en el submundo de la mafia, primero desde la periferia y luego desde adentro. Esa apuesta al realismo crudo es lo que hace de este fresco coral una película diferente que trasciende el imaginario de los films de gánsters sin olvidarse en ningún momento de mantener un ritmo en constante cambio lo suficientemente poderoso para sostener la tensión hasta el último minuto.
Por otro lado, Garrone no se ata a la primera persona de la novela ni cae en la tentación de la voz en off para explicar una trama, que gracias a su complejidad lo obliga a nutrirla de personajes y situaciones, así como de pequeñas subtramas que ayudan a completar el rompecabezas. Pero no debe entenderse esta idea de rompecabezas como la fragmentación del relato, sino que se trata de la exposición de una serie de elementos o tópicos: la lealtad y la traición; la ambición y la tentación; los ritos de iniciación y la paulatina transformación económica a partir de la dinámica cotidiana de un suburbio de Nápoles.
La eficacia poco frecuente a la hora de conformar un reparto tan ecléctico es otra virtud que transforma a su director en un gran director de actores (valga la redundancia). Desde el retrato del mafioso consuetudinario, que encuentra su mayor expresión en una escena donde un grupo de personajes secundarios decide el destino de dos jóvenes aspirantes que creen estar protagonizando una suerte de “Scarface” sin anticiparse a lo que puede venir, hasta la construcción de todas aquellas criaturas que forman parte del entorno y habitan los monoblocks -a merced de lo que los capos decidan-, el universo de Gomorra se ve atravesado por una guerra silenciosa entre facciones que tarde o temprano desatará su furia y violencia, sin prédicas moralistas ni concesiones redentoras.
Así como la cámara hace foco en sus personajes de forma autoconsciente; los persigue en su derrotero sin darles tregua ni un segundo, da la sensación de que alrededor suceden cosas que el ojo no puede descubrir. Esa constante inquietud por ahondar en la historia se transmite tanto en el relato como en el espectador, donde en un estado de aparente digresión se va tejiendo minuciosamente la tela de araña para atraparlo, confrontarlo con una realidad pocas veces vista en este tipo de películas, sin aviso y que llega con una fuerza y contundencia asombrosas.
Título: Gomorra.
Título Original: Idem.
Dirección: Matteo Garrone.
Intérpretes: Salvatore Cantalupo, Gianfelice Imparato, Maria Nazionale, Toni Servillo, Gigio Morra, Salvatore Abruzzese, Marco Macor, Ciro Petrone, Carmine Paternoster.
Género: Crimen, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 137 minutos.
Origen: Italia.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 12/03/2009.
Puntaje: 9 (nueve)
El staff opinó:
–Interesante reformulación de las películas de gánsters, mezclando el retrato de los bajos fondos del film noir norteamericano, el tono seco del obrerismo inglés y por supuesto distintos apuntes del neorrealismo italiano. Por momentos esta sucesión de matufias y violencia contenida parece haber sido filmada en nuestro país, pero por un director que sabe lo que hace y con actores en serio…– Emiliano Fernández (8 puntos)