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jueves, 21 noviembre 2024
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París: Altibajos emocionales en la Ciudad Luz

A diferencia de algunos cineastas compatriotas como Olivier Assayas, Frédéric Auburtin, Sylvain Chomet, Gérard Depardieu y Bruno Podalydès, Cédric Klapisch no formó parte del film colectivo Je t’aime Paris (2006). Para sacarse las ganas el director de Piso compartido (2002) concibió su propio homenaje a la Ciudad Luz y de ese amor incondicional surgió París (2008), una entrañable urdimbre coral en la que no falta el drama, el humor ni la poesía… todo ello en su justa medida. Klapisch adopta un estilo muy personal para desarrollar el hilo conductor de su obra a sabiendas de que el peso de cada historia suele desplazarse de acuerdo al interés que genere en el espectador. El eje temático no es otro que el círculo de la vida con todos sus matices: la enfermedad y la muerte son presencias tangibles así como también el optimismo y la alegría pese a la fatalidad y, en definitiva, la necesidad de brindarse a uno –y a los demás- una segunda oportunidad para ser feliz. O, cuanto menos, intentarlo…

Además de permitirse el registro enamorado de una París eminentemente diurna con sus callecitas fotogénicas, sus edificios modernos y sus icónicos monumentos (con la Torre Eiffel irguiéndose a la distancia como testigo involuntario de los altibajos emocionales de los personajes), el realizador de Las muñecas rusas (2005) nos presenta un abigarrado grupo humano a los que les brinda la dimensión y carnadura indispensables para que el film no se quede estancado en la mera sucesión de postales alusivas a la mitológica ciudad. Como decía, las líneas narrativas se mezclan sin mayor lógica excepto la que propone la sensibilidad de su director. Algunas historias –como la del africano que busca ingresar ilegalmente a Francia junto con otros desesperados que miran a la costa europea como si se tratara de la mítica El Dorado- están apenas esbozadas y su utilidad debe ser contemplada como un comentario social superficial, sin dudas, pero al mismo tiempo apropiado para darle un marco de realismo al resto de las subtramas.

Romain Duris, el actor fetiche de Klapisch, encarna magistralmente a un bailarín obligado a pedirle ayuda a su hermana (la siempre atrayente Juliette Binoche) cuando sus problemas cardíacos se incrementan peligrosamente. Ella es una cuarentona que cría sola a sus tres chicos en edad escolar luego de desencantarse de los hombres. La influencia positiva de su hermano irá cambiando esta postura de a poco. Uno de los candidatos de la mujer es un verdulero de mercado (el gran Albert Dupontel: no hay papel pequeño para este monstruo de la actuación) que trabaja codo a codo con una ex esposa parlanchina (Julie Ferrier). Otro punto fuerte deriva de la formidable interpretación de Fabrice Luchini como un pedante profesor de historia que se enamora perdidamente de una alumna (la hermosa Mélanie Laurent a quien pronto veremos en Bastardos sin gloria, la nueva película de Quentin Tarantino) a la cual duplica en edad. Los vaivenes de esta complicada relación insuflan nuevos bríos al intelectual que modifica su filosofía personal debido a la energía rejuvenecedora que le inyecta la chica. La escena en la que baila para ella y aquella en la que conversa a corazón abierto con un psicólogo imperturbable están entre las mejores de un film que se extiende en duración un poco más de lo debido sin que esto resienta un ápice la contundencia del relato ni el mensaje esperanzador que pregona su lírico, conmovedor final.

Cédric Klapisch sigue haciendo gala de una puesta en escena moderna, ágil, en la que los actores se fusionan mágicamente con sus personajes trascendiéndolos de sus rutinas cotidianas para acercarlos a nuestra propia realidad. Son criaturas multidimensionales con grandezas y miserias muy típicas de los tiempos que corren y al mismo tiempo absolutamente atemporales. La inteligencia y el respeto hacia el público no es moneda común en el cine actual. París se enorgullece de poseer esas cualidades sin pecar de pretenciosa ni tampoco de trivial. En ese raro equilibrio se encuentra su mayor acierto.

Título: París.
Título original: Paris.
Dirección: Cédric Klapisch.
Intérpretes: Juliette Binoche, Romain Duris, Fabrice Luchini, François Cluzet, Mélanie Laurent, Albert Dupontel, Gilles Lellouche, Julie Ferrier y Karin Viard.
Género: Drama, Romance.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 130 minutos.
Origen: Francia.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Impacto Cine.
Fecha de estreno: 12/03/2009.

Puntaje: 8 (ocho)

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