La llegada de Damián Szifrón al cine con su ópera prima El fondo del mar (2003) fue saludada desde esta página como un inesperado –y bienvenido- soplo de aire fresco en una época sin grandes voces autorales en la estancada industria nacional. Ya advertidos de su talento a través de la serie de tevé Los simuladores (2002-2003), el salto a la pantalla grande fue casi lógico para un guionista y director que abreva en lo popular y en los géneros más clásicos para dejar una impronta con un sello indeleblemente propio. La clave del realizador nacido en Ramos Mejía para enganchar a su público pasa más por la forma en la que engarza sus historias -con ingenio y repentización- antes que por la originalidad del planteo. Esto pudo ser comprobado con su segundo film, Tiempo de valientes (2005), con el cual incursionó en la prototípica “buddy movie” (película de compañeros en apariencia irreconciliables que se unen contra un mal común). Hermanos y detectives (2006), la divertida serie policial con Rodrigo De la Serna y el precoz niño Rodrigo Noya, fue el último intento de Szifrón por devolverle algo de calidad a una televisión chatarra. Mientras prepara su ambicioso proyecto de ciencia ficción El extranjero, la semillita sembrada durante todos estos años ha comenzado a germinar de la mano de gente que no por nada ha trabajado con él en el pasado.
En la senda de la comedia romántica a lo Juan Taratuto (sí, el creador de No sos vos, soy yo y ¿Quién dice que es fácil?) pero con un guión superior muy bien elaborado por Patricio Vega y Julieta Steinberg, Música en espera, el promisorio debut del cineasta Hernán Goldfrid, delata la influencia de Szifrón en cada uno de sus fotogramas. Además de un estilo similar obsérvese la presencia en los rubros técnicos de sus habituales colaboradores: Lucio Bonelli en la dirección de fotografía y el prodigioso Guillermo Guareschi en la composición musical (importantísima en la disfrutable trama de este nuevo emprendimiento de los productores Daniel Burman y Diego Dubcovsky). El mismo Goldfrid ofició como asistente de dirección en Tiempo de valientes, Patricio Vega co-escribió varios de los episodios de Hermanos y detectives y el actor Diego Peretti le debe parte de su suceso actual a Szifrón con quien comparte toda una carrera desde sus cortometrajes de fines de los noventa. En definitiva, se trata de un grupo creativo sumamente dotado y Música en espera es la prueba irrefutable de que cuando hay conocimiento y capacidad un producto comercial en la Argentina no necesariamente debe ser contemplado con desconfianza pese a algunos nefastos antecedentes (la mayoría de ellos vinculados con TELEFE).
Si bien externamente estamos ante una comedia romántica que respeta el ABC habitual en este tipo de relatos, volvemos a encontrarnos con una variante de la “buddy movie” sólo que esta vez mechada con los típicos comentarios ácidos sobre la guerra de los sexos. El genial Diego Peretti es aquí Ezequiel, un músico al que un director petulante (por no decir pelotudo) le encomienda la banda de sonido de su próximo filme con la condición de que le presente un leitmotiv convincente en un plazo de 48 horas. Paralelamente conocemos a Paula (sobria labor de Natalia Oreiro), una ejecutiva bancaria con un avanzado embarazo que tras ser abandonada por su pareja debe improvisar para justificar esa ausencia ante su inquisitiva y controladora madre (Norma Aleandro, en su salsa) que ha llegado de España para el parto sin previo aviso. La suerte de los personajes se entrecruza cuando Ezequiel oye una melodía en el interno de Paula que podría conseguirle el trabajo necesario para levantar una deuda con el banco y salvar así su casa. Por una contingencia muy bien urdida por los libretistas, Paula, su mamá y Ezequiel coinciden en el mismo lugar y en un arrebato de desesperación la chica lo señala como su novio. El sorprendido Ezequiel termina negociando por unas horas su participación como la media naranja de Paula a cambio de poder escuchar nuevamente la música en espera de los distintos internos. Las confusiones y malentendidos que se desprenden de esta situación límite conforman la base humorística de una comedia atenta al detalle argumental y aplicada con un timing admirable por un elenco en el que además de los mencionados brillan también con luz propia actores secundarios como Pilar Gamboa (la inquieta compañera de Paula), Carlos Bermejo (el jefe), Rafael Spregelburd (el director imbécil), Rafael Ferro (como un colega de Ezequiel), Atilio Pozzobón (el remisero que nunca olvida una cara) y María Ucedo (la ex de Ezequiel que “casualmente” es la obstetra de Paula).
Música en espera es de esas obras que me gratifican como espectador porque, además de la ración justa de sonrisas, carcajadas y momentos sentimentales que no superan el límite de lo empalagoso, se toman su tiempo para desarrollar a sus personajes protagónicos. Promediando la proyección lo que sucede con ellos no sólo nos importa sino que, además, hacemos fuerza para que el derrotero narrativo de la historia desemboque en un punto común. Que no es otro que el consabido final feliz de una rom-com que se anima a coquetear con el suspenso, que no teme inmiscuirse con la fisonomía de los actores para hacer reír (la nariz de Peretti) y que tanto hace pensar en las consecuencias que ha tenido Damián Szifrón en el alicaído panorama del cine de género en nuestro país. Ojalá Música en espera sea otra señal de que las cosas, por una vez, están cambiando para bien. Recibámosla entonces como se merece…
Título: Música en espera.
Título Original: Idem.
Dirección: Hernán Goldfrid.
Intérpretes: Diego Peretti, Natalia Oreiro, Norma Aleandro, Carlos Bermejo, Rafael Spregelburd, Rafael Ferro, María Ucedo y Pilar Gamboa.
Género: Comedia, Romance.
Clasificación: Apta para todo público.
Duración: 98 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 19/03/2009.
Puntaje: 8 (ocho)