Por Pablo Arahuete
Cinco años detrás de un proyecto de las características y calidad cinematográfica que tiene Up, una aventura de altura no son poca cosa para los tiempos vertiginosos que corren. Y el resultado está a la vista porque, señoras y señores, Pixar lo volvió a hacer y esta vez superando a otras de sus obras maestras como Ratatouille.
La fórmula parece sencilla: una historia bien contada, un mundo con características realistas pero atravesado por la irrealidad y luego un manifiesto que al día de hoy ya resuena como sello de esta factoría que consiste simplemente en creer que para la imaginación no hay límites y que el público no es un simple valor de cambio consumidor de comida chatarra.
Parece fácil, pero basta con ver a las compañías competidoras como DreamWorks para darse cuenta de que nadie está a la altura de los estudios que invadieron la Disney para quedarse por mucho tiempo con el reino de la animación digital.
Multiplicidad de mundos, mezcla de géneros y registros, con un relato para todo público, la técnica puesta al servicio de la narración y no como mero exhibicionismo o acto demagógico conforman el fascinante universo de Up – Una aventura de altura, esta oda a la aventura y a la amistad que se atreve a utilizar la tecnología 3D no como un instrumento para acercar las imágenes sino para lograr mayor profundidad y sensación de relieve.
El primer mérito de este opus diez de Pixar es no estar únicamente concebido para el aprovechamiento de la tecnología 3D, dado que incluso en 2D es igual de efectiva e increíble. Pete Docter y Bob Peterson se apoyan sólo en la historia para construir un verosímil perfecto que se ajusta sin ninguna fisura a la atmósfera de fantasía que predomina en la trama. Y esa conexión resulta tan sutil que prácticamente el espectador se olvida de lo fantástico y adhiere a los códigos y a las ideas planteadas por un guión dotado tanto de melodrama como de aventura y humor con unos personajes construidos minuciosamente tanto en sus aspectos realistas como en sus rasgos caricaturescos.
Así se nos presenta al protagonista Carl, un anciano viudo a punto de ser desalojado de su casa –con destino al geriátrico- tras el inminente avance de un emprendimiento inmobiliario y cuyo sueño de juventud era poder viajar con su esposa Elie a las Cataratas del Paraíso en Venezuela; hasta sus circunstanciales compañeros de ruta, un boy-scout gordito llamado Russell, quien llega a las puertas del veterano para cumplir su misión de scout que consiste en la de ayudar a una persona mayor. A eso debe sumársele -ya en el otro mundo- un ave exótica multicolor en peligro de extinción y un perro que habla gracias a un dispositivo electrónico. Todas estas criaturas cuentan con una característica no real como así también el antagonista de esta historia en la piel de un ingeniero aeronáutico, dueño de un dirigible que en el pasado llegó a esas tierras como aventurero y para quien parece que el tiempo se detuvo y dejó de envejecer.
¿Cómo logra esta película volverse verosímil sin que nos demos cuenta? Aunque la respuesta parezca difícil de responder quizá parte de ella resida en darle la mayor preponderancia posible a la imaginación convirtiendo a ese mundo real en un gran universo poético y metafórico que recuerda -y no es casualidad- a cualquier obra del japonés Hayao Miyazaki, ese genio de la animación tradicional de creatividad desbordante responsable entre otras películas de El increíble castillo vagabundo.
En Up… no será un castillo lo que transporte a Carl y Russell hacia el otro lado sino la casa de toda la vida, con todos los muebles y los recuerdos de Ellie (presente en la ausencia y en una historia de amor memorable contada en tres minutos) que la vuelven pesada y terrenal y que necesita de miles de globos atados a la chimenea para poder volar. Tampoco es casual que la firma vuelva a cargar las tintas sobre los micromundos marginales que se definen dentro de éste, estructurado, frío y poco imaginativo y en este caso esos pequeños universos son el de los ancianos y el de los niños con padres ausentes. Por eso la reivindicación de la amistad entre Carl y su nieto postizo Russell resulta conmovedora como así también la aceptación de lo diferente en la piel de un ave exótica, donde subyace desde luego un mensaje ecológico.
A eso debe agregársele el guiño cinéfilo habitual para la platea adulta con referencias a King Kong, a los seriales de los años 30, a La vuelta al mundo en 80 días entre otras cosas, pero sobre todo a recuperar el espíritu de esas películas de aventuras que nos conectan con la infancia. Poco más se le puede pedir a esta obra maestra que de alguna manera amalgama el enorme crecimiento en materia cinematográfica de lo que comenzó con Toy Story hace catorce años y para la cual las tres “D” no significan únicamente una nueva dimensión sino que sintetizan tres palabras que pueden definir a este film: Dinámico, Delicioso, Deslumbrante.
Título: Up – Una aventura de altura.
Título Original: Up.
Dirección: Pete Docter y Bob Peterson.
Voces originales: Ed Asner, Christopher Plummer, Jordan Nagai, Bob Peterson, Delroy Lindo, Elie Docter y John Ratzenberger.
Género: Animación, Aventura, Comedia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 96 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 11/06/2009.
Puntaje: 10 (diez)
El staff opinó:
–Up, una aventura de altura (2009) es el film más sencillo y tierno de la factoría Pixar. Más allá de la tecnología 3D, los personajes encantadores y una realización extraordinaria, ante todo funciona como una celebración de las pequeñas y grandes obsesiones que nos impulsan a diario (a veces no tan sanamente como pensamos). Es una obligación cinematográfica brindar todo el apoyo a cualquier viaje emprendido por un viejo cascarrabias, un boy scout insoportable, un perro que habla y un ave gigantesca símil ñandú. Y si es a través de una casa voladora, todavía mejor…– Emiliano Fernández (9 puntos)