Por Marcos Rodríguez
La película arranca con una secuencia de títulos en la que la banda sonora nos plantea una tensión. Podríamos decir que empieza a los golpes. Pasados los títulos, en la primera escena, vemos una secuencia de entrenamiento en un centro de artes marciales. La cámara se centra en las expresiones del que será el protagonista, Mike Terry, y sus palabras de maestro.
Pronto sabremos que lo que esas personas practican es jiu jitsu. Estamos en una academia que no cuenta con muchos alumnos, que enfrenta dificultades económicas, poblada de personajes que traen sus historias al centro. También hay una fuerte presencia de elementos brasileros que no sorprenderán a quienes estén familiarizados con esta forma de las artes marciales y que después se revela como un elemento importante de la trama.
Podríamos pensar, con apenas algunos minutos transcurridos, que estamos frente a una “película de deporte” con protagonista que debe enfrentar adversidades, con pruebas y entrenamiento, con apoteosis final. Pero si prestamos atención a los detalles (esos a los que el director David Mamet presta tanta atención) notaremos en seguida que Cinta roja no es una película de piñas. Las historias se van entramando y por todos los frentes nos sale al paso una violencia que parece estar a punto de estallar. Una violencia que siempre amenaza, pero atrapa al espectador sin que llegue a saber del todo por qué.
Con un uso muy interesante de la banda de sonido y de la pantalla ancha, Mamet va tejiendo esta película en la que al final todos los elementos se ajustan en una trama muy precisa. Entonces comprendemos el cuidadoso trabajo que Mamet realizó como escritor y director. Nada está de más.
Hay quien podría decir que Cinta roja se parece demasiado a las demás películas de Mamet (una figura que en Hollywood aparece más como guionista que como director, pero que a pesar de eso cuenta con una obra propia muy clara). Puede ser. Pero aún si lo que vemos es una variación sobre un tema ya visto, está tan bien hecho que nos atrae igual.
En el centro, como dijimos, se encuentra la figura del protagonista, Mike Terry (interpretado por Chiwetel Ejiofor), un espacio calmo en el medio de la tormenta, que por distintas circunstancias irá perdiendo sus puntos de apoyo y deberá afrontar duras
pruebas. Terry es la personificación de ese camino de las artes marciales que intenta enseñar a sus alumnos.
En cierta medida, lo que cuenta Cinta roja es la transformación del arte marcial en deporte para el entretenimiento. Desde ese ángulo, podemos encontrar una fuerte crítica a una sociedad guiada por el espectáculo, a la cual se opone el mundo de la ética ancestral del Lejano Oriente, que tiene una línea directa hasta Mike Terry.
Película sobre tentaciones, sobre la violencia (en todos sus sentidos). Frente a ese deporte como espectáculo, podríamos decir que esta es una “película de artes marciales”, en la que en el fondo ni siquiera hay tantas peleas.
Si bien trata un mundo muy específico como es el del jiu jitsu, Cinta roja no atrae solo a los fanáticos de las artes marciales. La película funciona bien por sí misma y también funcionará para los que quieran encontrarle otras lecturas.
Título: Cinta roja.
Título original: Redbelt.
Dirección: David Mamet.
Intérpretes: Chiwetel Ejiofor, Alice Braga, Emily Mortimer, Rodrigo Santoro, Joe Mantegna, Tim Allen y José Pablo Cantilo.
Género: Drama, Deportes.
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 99 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2008.
Editora: Sony.
Fecha de estreno: 16/12/2008.
Puntaje: 8 (ocho)
