Por Emiliano Fernández
Sincerémonos por un momento. Nuestro amigo Sam Raimi no ofrecía algo interesante desde la lejana Un plan simple (A Simple Plan, 1998). Luego de dos propuestas fallidas que pasaron sin pena ni gloria, Enamorado (For Love of the Game, 1999) y La premonición (The Gift, 2000), dedicó gran parte de la década que finaliza a las tribulaciones infantiloides del Hombre Araña, tres films saturados de CGI y sustentados únicamente por un tono retro-adolescente que no convencía en su levedad y anacronismos. Aunque parece que sus proyectos a futuro corren por esa misma senda de pulcritud mainstream, hoy no queda más que celebrar la gran vuelta a sus raíces con Arrástrame al infierno (Drag Me to Hell, 2009).
De hecho, la película es un corolario explícito de la trilogía que catapultó a Raimi al olimpo de los autores norteamericanos especializados en el cine de horror underground. Estamos hablando de la saga compuesta por las recordadas Diabólico (The Evil Dead, 1981), Noche alucinante (Evil Dead II, 1987) y El ejército de las tinieblas (Army of Darkness, 1992); todas realizaciones enajenadas que en su tiempo fueron vanguardia gracias a una combinación estimulante de estética clase B, delirios argumentales varios, ritmo frenético, estructura de comedia gore, movimientos de cámara extremos, posesiones en cadena, espíritus predadores, rituales satánicos para todos los gustos y el inefable Necronomicón.
Las conexiones saltan a la vista de inmediato: estamos ante la historia de Christine Brown (Alison Lohman), una empleada bancaria que en la búsqueda de un rápido ascenso laboral decide desalojar a una anciana de su hogar por falta de pago. Por supuesto la repugnante señora pronto se desquita imponiéndole una maldición que la convierte en la obsesión de un demonio sádico como pocos. Mientras que su novio Clay Dalton (Justin Long) se mantiene incrédulo, Christine no tiene más remedio que seguir los consejos de Rham Jas (Dileep Rao), un vidente que le aclara su penosa situación… si no consigue frenar las intenciones del no-muerto, padecerá tres días de martirio y luego una eternidad en ya sabemos dónde.
Tan cerca del humor negro de Crimewave (1985) como de la ampulosidad descontracturada de Darkman (1990), Arrástrame al infierno va creciendo progresivamente debido a que no se decide de lleno por ninguna de las dos vertientes, por más que disfrute sumergiéndose sin inhibiciones en ambas. El opus de Raimi es una verdadera anomalía considerando los parámetros contemporáneos del género, volcado a la parodia chabacana o el exploitation demasiado fundamentalista. A pesar de que los años de gloria han pasado y la serie Evil Dead resulta irrepetible a esta altura del partido, el director reincide con saludable desparpajo en el mundo sobrenatural, los personajes patéticos y las situaciones bizarras.
El verosímil está construido sin prisa a partir de clichés reformulados, diálogos irónicos, actuaciones contenidas, detalles hilarantes y un guión sencillo aunque eficaz en su turbulento devenir. Lo curioso es que la obra conserva siempre su coherencia dual: los ataques del “Lamia”, la entidad maligna, disparan hacia la exaltación cómica y las escenas intermedias nos bombardean con los clásicos latiguillos del bajo presupuesto. Más allá de la vasta imaginación visual del cineasta y la genial partitura de Christopher Young, la película condensa y pasteuriza los elementos del ayer para el consumo masivo. Se extrañan los travellings furiosos y la paranoia de Bruce Campbell, pero todos sucumbirán a la necrofilia.
Título: Arrástrame al infierno.
Título Original: Drag me to hell.
Dirección: Sam Raimi.
Intérpretes: Alison Lohman, Justin Long, Lorna Raver, Dileep Rao, David Paymer, Adriana Barraza, Chelcie Ross, Reggie Lee, Molly Cheek y Bojana Novakovic.
Género: Terror.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 99 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 13/08/2009.
Puntaje: 7 (siete)