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jueves, 21 noviembre 2024
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Bastardos sin gloria: El cinéfilo maldito ataca de nuevo

Por Pablo Arahuete

Bastardos sin gloria no es una obra maestra de Quentin Tarantino pero alcanza a reunir suficientes virtudes como para ubicarse dentro de su filmografía en un lugar especial por tratarse de una película que, fiel a la cinefilia rabiosa del director, puede considerarse como un homenaje al cine bélico y en segunda instancia al cine alemán antes y durante la época del nazismo. Si bien abundan las referencias a la figura de Leni Riefenstahl (directora adicta al régimen, cuyas películas fueron concebidas en base a la propaganda nazi) o a Georg Wilhelm Pabst (que obedece a un período anterior), entre otros, el foco se concentra en la utilización del cine como herramienta propagandística pero también como manipulador de la realidad. Hacia ese horizonte temático apunta este nuevo desafío del director de Tiempos violentos en clave de farsa y estructurada en episodios con una impronta más que evidente del spaghetti western y, en un segundo plano, de películas bélicas al estilo Doce del patíbulo (The Dirty Dozen, 1967).

El spaghetti western no sólo es revisitado por Tarantino en la pantalla sino mediante su banda sonora compuesta por varias gemas musicales de Ennio Morricone, uno de los plus extras que pueden disfrutarse de esta desaforada obra. El hecho de haberla concebido en episodios permite –y quizá esto le juegue en contra- desglosar al film en secuencias donde se percibe cierta irregularidad que termina por afectar al conjunto, y que -es justo decirlo- el director de Perros de la calle no logró cohesionar armónicamente. Así, dividida en capítulos se puede decir que lo mejor se concentra al principio y al final, salvo un epílogo un tanto apresurado que termina por no convencer, aunque lo que antecede y que marca el clímax del relato es impecable y audaz cuando todo indicaba que lo farsesco predominaría sobre la acción. Por eso entre el comienzo y el final se encuentra una zona gris en el desarrollo del relato con altibajos y algunos excesos en el metraje que acumula un racimo de personajes atractivos, donde todos los créditos se lo lleva el coronel Landa (soberbio Christoph Waltz) para quien Tarantino reserva los mejores diálogos, sin dudas uno de los mayores aciertos de esta película. No quedan atrás la francesa Mélanie Laurent, a quien le toca el rol de judía sobreviviente que planifica la gran venganza frente a los altos mandos del nazismo, incluido al mismísimo Hitler, utilizando las instalaciones de su viejo cine como una suerte de cámara de gas, una gran metáfora que no necesita mayores explicaciones desde aquí.

El director de Jackie Brown: Triple traición vuelve a sus viejos tópicos: la cinefilia como instrumento para establecer un diálogo metatextual no sólo con el espectador ávido sino con el cine en sus diversas expresiones; la idea de venganza como motor de acción y herramienta reparadora. Y todo ello lo hace conservando intacta su capacidad de gran narrador y descubridor de actores tapados como el gran Christoph Waltz.

Título: Bastardos sin gloria.
Título Original: Inglourious Basterds.
Dirección: Quentin Tarantino.
Intérpretes: Brad Pitt, Christoph Waltz, Mélanie Laurent, Diane Kruger, Michael Fassbender, Daniel Brühl, Eli Roth, Til Schweiger, B.J. Novak, August Diehl y Mike Myers.
Género: Aventura, Drama, Bélica.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 153 minutos.
Origen: EE.UU./ Alemania.
Año de realización: 2018.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 03/09/2009.

Puntaje: 8 (ocho)

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