Por Pablo Arahuete
Las invasiones extraterrestres han pululado en el imaginario cinematográfico no simplemente como un elemento de ficción atractivo sino como alegorías o metáforas acerca de la amenaza de un enemigo desconocido, poderoso pero siempre débil ante la superioridad de la raza humana. Lo cierto es que de aquellas panfletarias películas clase “B” de ciencia ficción de los tempranos años 50, donde los extraterrestres no eran otra cosa que la representación de la amenaza comunista, pasando por los ochenta con una nueva concepción de la raza alienígena –encabezada por el simpático E.T.– y su versión televisiva con ALF en que la idea de la aceptación del diferente venía a reemplazar a aquella vetusta estigmatización, hasta nuestros días en que se recupera el carácter de amenaza latente, nunca se había “humanizado” a los extraterrestres como en esta inclasificable película del sudafricano Neill Blomkamp llamada Sector 9. Inusitado éxito en Estados Unidos de Norteamérica que lleva recaudado 112 millones habiendo costado tan sólo 30 y que cuenta con el padrinazgo de Peter Jackson (el padre de El Señor de los Anillos).
Lo de inclasificable se debe a la inteligente mixtura que une por un lado los elementos clásicos de la ciencia ficción, la crítica social, el crudo retrato de los guetos, la frivolidad de los medios de comunicación, un humor cáustico, reminiscencias del cine de David Cronenberg y de George Romero, hasta la acción desaforada de un video juego con una espectacular economía de recursos (de ahí su escaso presupuesto) que no escatima en efectos especiales dándole un uso funcional a la trama sin caer en exhibicionismos huecos como podría ser el caso de Transformers.
Más allá de la alegoría evidente con el apartheid, poco importa el lugar geográfico en donde se desarrolla la acción porque tranquilamente el conflicto que plantea esta opera prima trasciende fronteras y podría suscitarse tanto en las favelas de Brasil como en la Villa 31 de Capital Federal, entre dos grupos antagónicos históricamente: ricos y pobres o mejor dicho fuertes contra débiles. Poco dista el escenario del llamado Sector 9, regado de basurales con casas precarias apiladas en una constante miseria que se acrecienta minuto a minuto, de cualquier lugar hacinado del mundo moderno. Y ese es el primer contraste que impacta al espectador al tomar contacto con los miles de extraterrestres (una mezcla de langostas con langostinos de altura humana que conviven con los nigerianos quienes les proveen alimentos) varados en Johannesburgo por quedarse sin combustible para regresar a su nave nodriza suspendida en el cielo de Sudáfrica en su doble carácter: el de la probable amenaza de invasión y el de la utopía inalcanzable desde la tierra.
En su rol de intrusos -o para utilizar un eufemismo: inmigrantes ilegales- la sociedad sudafricana exige al estado la solución final que implica un traslado forzado de la comunidad alienígena hacia un sector 10, que esconde en su concepción la idea de un campo de concentración al mejor estilo Guantánamo. En ese contexto de conflictividad social aparece el protagonista de esta historia, un patético burócrata (Sharlto Copley) de una multinacional encargada de la mudanza de los extraterrestres por vías legales en la que los aliens -que no pueden expresarse en su lengua pero entienden el inglés- deben firmar una orden de desalojo. Así el burócrata deviene en hombre de acción con el poder coercitivo, la xenofobia a cuestas y un ejército privado que lo respalda para desplazar a los aliens. Sin embargo, todo se precipita cuando accidentalmente encuentre un recipiente que posee fluidos extraterrestres que al tomar contacto con la piel lo infectarán experimentando una lenta transformación entre humano y extraterrestre.
Sin moralina ni maniqueísmos simplistas que reducen todo a la exposición de buenos y malos, Sector 9 se despoja rápidamente de ese cine bien pensante que procura dejar un mensaje para la posteridad pero eso no significa que no habilite lecturas o análisis que vayan más allá de su propuesta cinematográfica.
Teniendo en cuenta que el disparador del proyecto fue un hecho periodístico ocurrido en el Distrito 6 de Sudáfrica, donde un nutrido grupo de marginales fue desalojado violentamente del lugar, lo que Blomkamp propone es una mirada aguda sobre un conflicto social de dimensiones enormes donde entran en juego, incluso, las variables culturales como rasgos de identidad y por supuesto la desigualdad de los desclasados dispersos en cualquier rincón del mundo.
No obstante, pese a esta línea de análisis este film no rehuye a la acción como tampoco al humor y la ironía como base de lanzamiento de aquellos dardos venenosos contra una sociedad enmarcada en la poco solidaria idea del sálvese quien pueda; alimentada por el discurso altisonante y frívolo de los medios de comunicación que aquí aparecen en su faz más nefasta como la de los realities shows. Ese cambio de registro así como la introducción de un tono no solemne revestido de ironía pero que termina in crescendo hacia el drama, imprime un sugestivo clima de realismo que lejos de desconcertar al espectador lo termina atrapando sin perder la línea ni resignar contenido, complejidad narrativa y por qué no decirlo, puro entretenimiento.
No hay que confundir la historia planteada en este escenario donde se pone en juego la lucha de clases simplificando los roles, sino comprender que a veces quienes arrasan como langostas no son los enemigos de afuera sino nosotros mismos.
Título: Sector 9.
Título Original: District 9.
Dirección: Neill Blomkamp.
Intérpretes: Sharlto Copley, Jason Cope, David James, Vanessa Haywood, Mandla Gaduka, Kenneth Nkosi, Eugene Khumbanyiwa, Louis Minnaar y William Allen Young.
Género: Ciencia-ficción, Thriller, Acción.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 112 minutos.
Origen: Sudáfrica/ EE.UU./ Nueva Zelanda/ Canadá.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: UIP – Sony.
Fecha de Estreno: 24/09/2009.
Puntaje: 8 (ocho)
El staff opinó:
–Sector 9 (District 9, 2009) deja un gusto amargo en la boca debido a que el puntapié inicial prometía una parábola sobre el apartheid. Las primeras escenas seudo documentales centradas en la expulsión de los aliens de su barriada marginal pronto derivan en un melodrama bastante torpe y una serie de explosiones sin demasiado sustento narrativo (mejor ni hablar de la mutación cronenbergiana del protagonista…). Quizás el mayor inconveniente pase por la indecisión del realizador Neill Blomkamp en cuanto a la orientación del proyecto: ciencia ficción de denuncia social, sátira cínica sobre el contexto internacional contemporáneo o película de acción “a la Hollywood” (lo que en otras propuestas sería una fortaleza, aquí se transforma en un escollo esencial). A pesar de las situaciones estereotipadas y los personajes unidimensionales, el film sale ganando a fuerza de un diseño de producción extraordinario, un ritmo en verdad atrapante y una ideología crítica para con la humanidad en general y los distintos parásitos en el poder. Siempre resulta placentero presenciar el declive de gobernantes, burócratas, burgueses, usureros, mafiosos, policías, militares, mercenarios y toda esa amplia gama de caníbales neo- nazis…– Emiliano Fernández (7 puntos)