Por Emiliano Fernández
Waz (W Delta Z, 2007) es una curiosidad cinematográfica sumamente placentera. Puede ser leída como el refinamiento de una vertiente que ya mostraba signos de franco agotamiento, la que combina el terror de torturas con el thriller suburbano. Basándose en una estética y un ritmo narrativo que recuerdan a Pecados capitales (Se7en, 1995), el film 
desarrolla un misterio de corte detectivesco relacionado con un sanguinario asesino en serie en la línea de la muy influyente El juego del miedo (Saw, 2004). Estamos ante un policial negrísimo que adopta con perspicacia un tono lúgubre y un nihilismo desestructurante.
Desde el inicio todas las cartas están sobre la mesa. La policía encuentra el cadáver electrocutado de una mujer embarazada con la sigla “WAZ” grabada en su vientre. Los encargados de llevar el caso son el adusto detective Eddie Argo (Stellan Skarsgård) y su nueva compañera, la inexperta Helen Westcott (Melissa George). Cuando en plena investigación ambos descubren al novio y principal sospechoso colgado del techo de su departamento, con señales de tortura y más letras marcadas en su cuerpo, de inmediato la mirada se desplaza hacia la banda de delincuentes a la que pertenecía la pareja fallecida.
Por supuesto las sorpresas se irán acumulando a lo largo del relato, obligando en repetidas ocasiones a reconsiderar lo sucedido. El modus operandi del psicópata impulsa un examen que pone a prueba el sentido del sacrificio: ¿el altruismo existe o ante la posibilidad de salvarse a sí mismo todos condenamos a muerte a cualquiera, incluso a un ser querido? La película lleva este interrogante hasta el extremo del sadismo aunque sin nunca perder de vista el verosímil y la densidad de los personajes. El astuto planteo conceptual está complementado a través de cámaras en mano, primeros planos y muchas tomas nocturnas.
Pocas veces encontramos una obra de género que además de entretener con facilidad tenga algo que decir sobre la naturaleza y sus leyes rectoras. El realizador Tom Shankland y el guionista Clive Bradley construyen un film inteligente y severo que atrapa gracias a su
profesionalidad formal y buenas actuaciones. Más allá de la gran labor de Skarsgård y George, tampoco hay que dejar pasar el aporte de Selma Blair en un papel decisivo dentro de la historia. A estos elementos debemos sumar una característica bastante inusual para los parámetros actuales: la carnicería recién aparece al final, lo que se insinúa es todavía peor.
A pesar de que algunas escenas resultan previsibles y los diálogos un tanto remanidos, los tormentos son funcionales a la trama y acompañan a la perfección los vaivenes internos de los atribulados protagonistas. Buscando la belleza en los rincones más revulsivos, se hace referencia a una especie de avispa que deposita sus huevos dentro del cuerpo vivo de las orugas… cuando éstas nacen devoran por dentro a su huésped. WAZ es una propuesta británica que convalida preceptos clásicos del darwinismo en un contexto sobrecargado de dolor y ansiedad: el egoísmo determina en última instancia cada una de las motivaciones.
Título: Waz.
Título original: w Delta z aka The killing gene.
Dirección: Tom Shankland.
Intérpretes: Stellan Skarsgård, Melissa George, Selma Blair, Ashley Walters, John Sharian, Tom Hardy, Sally Hawkins y Robert D. Phillips.
Género: Thriller
Calificación: Apta mayores de 18 años.
Duración: 104 minutos.
Origen: Reino Unido/ EE.UU.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: CDI Films.
Fecha de estreno: 15/10/2009.
Puntaje: 7 (siete)
–Esta interesante ópera prima de recursos austeros logra mezclar atractivamente varias tendencias del cine moderno como el “porn torture” (inaugurado por la saga de El juego del miedo) con las películas de violación y venganza al mejor estilo film noir sin abusar de las vueltas de tuerca y haciendo énfasis en las buenas actuaciones de sus protagonistas. Sin duda, superior a muchos productos del mismo estilo y muy recomendable para amantes de estos géneros…– Pablo E. Arahuete (7 puntos)
