Por Emiliano Fernández
Si nos dejáramos llevar por cierto sector de la crítica que tiene por hobby ensalzar productos hollywoodenses destinados al olvido, uno se sentiría obligado a señalar que la calidad del humor cinematográfico actual es “maravillosa”. Por suerte de un tiempo a esta parte el globo ha comenzado a desinflarse, poniendo el foco sobre las falencias que muchos escondían debajo de la alfombra. Para apreciar el declive sólo hace falta recordar los principales representantes de la llamada “nueva comedia americana” de los ‘90: Wes Anderson, Alexander Payne, Paul Thomas Anderson, Spike Jonze, Charlie Kaufman, etc.
Si comparamos méritos con nuestros “palurdos de cada día”, lista que hoy incluye a Judd Apatow, Greg Mottola y Seth Rogen, rápidamente vemos que estos diletantes de la “nueva- nueva comedia americana” no se acercan ni siquiera al nivel de la “clase B” de la generación anterior, léase Richard Linklater o David O. Russell. Estamos hablando de versiones lavadas de las películas de los hermanos Farrelly que aburren desde su seudo discurso humanista y sus torpes apuntes costumbristas. Lejos de aquellas bazofias aunque con otro tipo de problemas, llega la despareja Los estafadores (The Brothers Bloom, 2008).
De hecho, la estética del realizador y guionista Rian Johnson tiene más de un elemento en común con la de su colega Wes Anderson, aquí sin lugar a dudas su principal fuente de inspiración. En esta historia de dos hermanos timadores -interpretados por Mark Ruffalo y Adrien Brody- en busca de “la estafa perfecta”, encontramos varias escenas sostenidas en montajes estilizados, sobreimpresiones, cámaras lentas, tomas insertadas y canciones de folk rock setentoso. En términos del contenido, también es posible hallar similitudes en lo que respecta a la presencia de protagonistas compungidos y en constante crisis existencial.
Combinando el tono agridulce de Anderson con un generoso cúmulo de referencias a clásicos como El golpe (The Sting, 1973) y la extraordinaria La burla del diablo (Beat the Devil, 1953), la propuesta ofrece un prólogo interesante y una primera mitad bastante simpática. Lamentablemente a partir de allí la trama comienza a trastabillar y de a poco pierde el rumbo hasta desembocar en un tedioso desenlace. En este traspié juega un papel fundamental el personaje de la talentosa Rachel Weisz, una victima que nunca termina de convencer en tanto derivación naif de la solitaria Margot Tenenbaum de Gwyneth Paltrow.
En general el film se caracteriza por su encanto inocente y tiende a prometer más que lo que está capacitado para entregar, redondeando una obra ligera y algo insípida que podría haber sido mucho mejor. Con toques de policial y soft drama, Los estafadores no vuela alto pero mantiene la dignidad y el convite “buenas actuaciones-turismo europeo-guion fallido” le alcanza para colocarse por encima de las últimas comedias berretas que han pasado sin pena ni gloria por la cartelera local. Resulta placentero ver en Johnson un probable seguidor de Anderson, por más que esté muy por detrás de sus habituales farsas.
Título: Los estafadores.
Título original: The Brothers Bloom.
Dirección: Rian Johnson.
Intérpretes: Rachel Weisz, Adrien Brody, Mark Ruffalo, Rinko Kikuchi, Robbie Coltrane, Maximilian Schell, Zachary Gordon, Max Records, Andy Nyman, Noah Segan, Joseph Gordon-Levitt y Lukas Haas.
Género: Aventuras, Comedia, Drama, Romance.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 114 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de estreno: 22/10/2009.
Puntaje: 6 (seis)