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jueves, 25 abril 2024
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Medianoche en París: La nostalgia infinita

Por Emiliano Fernández

Hacía mucho tiempo que Woody Allen no entregaba uno de sus típicos “films- excusa”, un pequeño capricho personal: Medianoche en París es tanto una oda a la metrópoli del título como una ofrenda melancólica a la fauna artística de la década del ´20.

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A lo largo de su prolongada trayectoria Woody Allen ha construido numerosas “cartas de amor cinematográficas” a determinadas figuras, obras, géneros y/ o geografías cuya única misión es precisamente transmitir su simpatía por las susodichas, coyuntura que produce diversas reacciones entre el público debido a que en ocasiones como las señaladas el realizador suele privilegiar el mensaje cariñoso por encima de la progresión dramática: así nos encontramos con varios “films- excusa” estructurados alrededor de la admiración del señor y poco más, pequeños caprichos personales que constituyen una rareza en sí mismos.

Medianoche en París: La nostalgia infinita 4No cabe la menor duda que Recuerdos (Stardust Memories, 1980) funcionaba como un homenaje a 8 ½ (1963) de Federico Fellini, Sombras y Niebla (Shadows and Fog, 1991) rendía tributo al expresionismo alemán, Todos Dicen Te Quiero (Everyone Says I Love You, 1996) a los musicales clásicos hollywoodenses y Dulce y Melancólico (Sweet and Lowdown, 1999) hacía lo propio con respecto al jazz y Django Reinhardt en particular. Continuando esta tradición hoy llega Medianoche en París (Midnight in Paris, 2011), tanto una oda a la metrópoli del título como una ofrenda a la fauna artística de la década del ´20.

El director, ni lento ni perezoso, sabe que siempre lo acusaron de nostálgico y por eso aquí pone en tela de juicio esa remembranza infinita basada en la ilusión de un pasado brillante que no regresará jamás, una época lejana considerada opuesta a nuestro presente plagado de insatisfacciones: Gil (Owen Wilson), un exitoso guionista que está escribiendo su primera novela, arriba a la “ciudad luz” junto a su prometida Inez (Rachel McAdams) como parte de un viaje de negocios de su suegro. Ninguneado por su futura familia, el protagonista descubre un vehículo que lo transportará al período en el que vivieron todos sus “héroes”.

Desdibujando la frontera entre la triste realidad y la ensoñación más pomposa, delante de Medianoche en París: La nostalgia infinita 6sus ojos comienzan a circular creadores de la talla de F. Scott Fitzgerald (Tom Hiddleston), Cole Porter (Yves Heck), Ernest Hemingway (Corey Stoll), Gertrude Stein (Kathy Bates), Pablo Picasso (Marcial Di Fonzo Bo), Salvador Dalí (Adrien Brody), Man Ray (Tom Cordier), Luis Buñuel (Adrien de Van) y T. S. Eliot (David Lowe). Mientras intenta obtener consejos literarios de sus ídolos para finalmente completar su atesorado trabajo, conocerá a la exquisita Adriana (Marion Cotillard), una especie de “groupie” del momento.

A diferencia de sus últimos opus politemáticos, en esta oportunidad Allen centra la atención en la romantización apasionada, el arsenal de citas eruditas y la belleza característica de la capital francesa. Como suele ocurrir con las representantes de esta subcategoría de su carrera, el desarrollo de personajes y los remates irónicos quedan en segundo plano dentro de una disposición narrativa muy honesta aunque un poco enclenque. Sin embargo no nos podemos quejar porque ya venía siendo hora de que el neoyorquino se diera un gusto luego de tantas propuestas extraordinarias, además el convite cumple de sobra con su objetivo.

Medianoche en París: La nostalgia infinita 3Título: Medianoche en París
Titulo original: Midnight in Paris
Director: Woody Allen
Género: Comedia, Fantasía, Romance
Intérpretes: Owen Wilson, Rachel McAdams, Kathy Bates, Marion Cotillard, Adrien Brody, Carla Bruni, Michael Sheen, Tom Hiddleston y Léa Seydoux
Duración: 100 minutos
Origen: España, Estados Unidos
Año Realización: 2011
Distribuidora: Diamond Films
Fecha Estreno: 30/06/2011

Puntaje 7 (siete)

El staff opinó:

-Para quienes hayan seguido su obra no es nada novedoso el recurso del homenaje en el director neoyorkino en películas como La rosa purpura del Cairo, en la cual también un elemento fantástico actúa como puente para fusionar dos mundos antitéticos, por no citar claro está a su obra maestra Manhattan. Claro que Manhattan no es París en un doble sentido: como película y como espacio cinematográfico en sí mismo y además Woody Allen tampoco es el mismo de aquellos años dorados. Sin menospreciar este nuevo intento que es justo decir apuesta al romanticismo y a la nostalgia desde el minuto cero, despojado de toda la impronta nihilista y psicoanalítica del siempre presente universo Allen, Medianoche en París es un sentido y honesto folletín que realza las postales de la ciudad luz como sólo el director puede hacerlo, aunque el desfile de personajes reconocibles a la larga se vuelve caricaturesco y poco interesante teniendo en cuenta las personalidades y la época retratada, donde la reconstrucción de cada detalle merece toda nuestra atención. Por ese motivo y en sintonía con la experiencia del protagonista, quien escribe prefiere el pasado del director de Crímenes y pecados y no tanto su presente, aunque eso implique obstinarse en volverlo a soñar…- Pablo Arahuete (7 puntos)

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