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jueves, 21 noviembre 2024
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Conan el Bárbaro: El paganismo de la espada

Por Emiliano Fernández

Luego de muchísimo tiempo de desarrollo, disputas legales, baches esporádicos, mala suerte y vaya a saber qué más, por fin llega a la pantalla grande una nueva adaptación del archiconocido personaje creado en 1932 por Robert E. Howard, artífice de un subgénero muy famoso de la literatura fantástica denominado de “espada y hechicería”. En lo que respecta a Conan el Bárbaro el pasado es de temer: el guerrero cimerio no sólo fue un baluarte de la mítica revista Weird Tales sino que además ha sido trasladado a todos los soportes existentes, desde libros y cómics hasta programas de televisión y videojuegos.

Sin lugar a dudas la referencia ineludible en materia cinematográfica es la recordada película de John Milius de 1982 del mismo nombre, a la que le siguió una secuela de menor calidad dos años después: por aquellas épocas era Arnold Schwarzenegger el encargado de cortar cabezas y bien que cumplió su cometido desparramando violencia seca. Como ocurría con Cazador de Demonios: Solomon Kane (Solomon Kane, 2009), otro producto reciente inspirado en la obra de Howard, el film que hoy nos ocupa apuesta más al acero que a la magia y apenas si resulta simpático, quedándose en buenas intenciones pasatistas.

La historia comienza con nuestro héroe naciendo en el campo de batalla, sin ninguna metáfora de por medio: su progenitor utiliza un cuchillo sobre su esposa embarazada para que pueda ver al niño antes de morir. Corin (Ron Perlman) le enseña a su hijo las artes de la guerra pero los vínculos familiares pronto se desvanecen con el arribo de una horda de “civilizados” comandada por Khalar Zym (Stephen Lang). El bellaco asesina a su padre, quema la aldea y se lleva consigo el último fragmento de la “máscara de Acheron”, un artilugio capaz de revivir a su compañera muerta y con el que podrá conquistar al mundo.

Dos décadas más tarde, Conan (Jason Momoa) continúa obsesionado con la venganza hasta que eventualmente termina chocando de nuevo con los planes de Khalar Zym y su primogénita Marique (Rose McGowan), esta vez orientados a obtener la sangre de una pobre señorita llamada Tamara (Rachel Nichols) en tanto ingrediente final del rito. Si bien es cierto que para el nivel infantiloide del Hollywood contemporáneo el opus por lo menos eleva un poco el voltaje gore y sexual, a decir verdad la trama obedece a un impulso bastante rutinario y no consigue construir seres interesantes más allá de las carnicerías.

Aquí reaparecen las “marcas registradas” del realizador alemán Marcus Nispel, responsable de La Masacre de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 2003), Conquistadores (Pathfinder, 2007) y Viernes 13 (Friday the 13th, 2009): una fotografía preciosista, cero evolución narrativa, mucha hemoglobina vía CGI, algo de tetas al aire, edición videoclipera y una “brutalidad” que no está a la altura de la original. Aún así, también es innegable que Conan el Bárbaro (Conan the Barbarian, 2011) cuenta con un elenco convincente y a la larga entretiene si uno pretende consumir una eficaz antología de escenas de acción…

Título: Conan el Bárbaro.
Titulo Original: Conan the Barbarian.
Director: Marcus Nispel.
Intérpretes: Jason Momoa, Ron Perlman, Rose McGowan, Rachel Nichols, Stephen Lang, Bob Sapp, Nonso Anozie y Leo Howard.
Género: Acción, Aventuras, Fantasía.
Duración: 113 minutos.
Calificación: Apta mayores de 13 años con reservas.
Origen: EE.UU.
Año Realización: 2011.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha Estreno: 29/09/2011.

Puntaje: 5 (cinco)

El staff opinó:

El realizador alemán Marcus Nispel realiza un trabajo prolijo y su pulso narrativo no decae como tampoco su pericia a la hora de planificar escenas de acción y coreografías donde el entrecruzamiento de espadas, cuerpos y sangre hacen un festín para aquellos adeptos de este tipo de productos. Conan el bárbaro arranca con la sangre en primer plano y termina en la sangre derramada a lo largo de casi 100 minutos en los que se aplican con corrección pero sin creatividad alguna los capítulos de cualquier historia de iniciación y venganza.- Pablo E. Arahuete (5 puntos)

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