Por Pablo Arahuete
Es lógico pensar de antemano que el hecho de haber ganado el Oscar por El secreto de sus ojos (2009) ubica a Juan José Campanella dentro del firmamento de los directores argentinos en lo más alto y que por ese pequeño pero a la vez gran detalle las puertas de las superproducciones quedaban abiertas de par en par. Sin embargo, antes del inusitado fenómeno Oscar, el director de Luna de Avellaneda (2004) soñaba despierto con la idea de incursionar en el cine de animación pero como no era factible en aquel entonces dejaría que el tiempo y las circunstancias marcaran el camino, pues la película debía tener sentido en todos los niveles: comercial, calidad técnica, identidad y sobre todas las cosas sentirse compenetrado con la historia y el proyecto.
Finalmente con Metegol, ese día llegó y desde un terreno completamente ajeno al realizador desde el punto de vista temático con el folklore futbolero detrás y la pluma prodigiosa del rosarino Roberto Fontanarrosa para sintetizar en dos páginas un cuento, “Memorias de un wing derecho”, -que pudo haber sido inspiración para Pixar y su epopeya de los juguetes en la saga Toy Story– pero que reflejaba con poesía por un lado aquello que provoca el fútbol como pasión y por otro la idiosincrasia de un pueblo o club como microuniverso dentro del macrocosmos para ir de lo particular a lo general. En definitiva, el fútbol era un pretexto para que unos jugadores de metegol se adueñaran de la historia y cobraran vida gracias a la magia de las narraciones imposibles, teñidas de fábulas y por qué no de realismo mágico.
El mundo de Fontanarrosa y el de Juan José Campanella se conectan sensiblemente en Metegol a partir de rescatar lo cotidiano como parte de una aventura con tintes épicos, así como desde el rescate de valores y de la figura arquetípica de antihéroe devenido héroe al ser partícipe de alguna hazaña, llevado siempre por esa voluntad inquebrantable y una falta de respeto manifiesta contra el fracaso. Personajes de esta estirpe pululan en toda la filmografía campanelliana y no podían quedar ausentes en su versión animada desde la propuesta cinematográfica argentina más ambiciosa de las últimas décadas: Metegol.
Quizás sin proponérselo desde la conciencia, el creador de El mismo amor, la misma lluvia (1999) traspoló la esencia de Luna de Avellaneda en la historia de este pueblo que resiste estoicamente por un lado la lógica del capitalismo salvaje, la cual reduce y mercantiliza cualquier intento de nobleza y por otro la avanzada del progreso cuando lo viejo y lo nuevo no pueden coexistir en un mismo espacio o realidad. No se debe confundir o apresurar conclusiones maliciosas en relación al rechazo rotundo de lo nuevo por parte de Campanella y su visión integral y nostálgica del mundo, pero sí de una crítica a la dialéctica que separa lo viejo de lo nuevo. Algo de eso siempre se le achaca cuando se piensa o analiza su cine y su particular modo de narrar muy afín con el pasado y con la época dorada de Hollywood, aunque sin negarle la impronta costumbrista y el sello propio en cada una de sus películas.
Quien quiera encontrar en Metegol al Juan José Campanella de Luna de Avellaneda en cada plano o escena se llevará una sorpresa no muy agradable porque en realidad cohabitan en este film tanto el de antes como el que se pudo reconocer en El secreto de sus ojos, atento a contar una historia a partir de las imágenes y de los diálogos simples que en este caso particular cuentan con la inestimable colaboración del escritor Eduardo Sacheri, conocedor al dedillo de los códigos futboleros muy presentes en Metegol pero también de la poesía a partir de las pequeñas epopeyas.
Más allá de la historia en sí misma que parte el relato en dos tiempos, el pasado del protagonista Amadeo -voz de Damián Masajnik- que desarrolla una habilidad y destreza en el metegol del bar donde trabaja capaz de llamar la atención de Laura -voz de Lucía Maciel- y exasperar al arrogante Grosso -voz de Diego Ramos- y el presente que funciona a modo de racconto con el hijo de Amadeo como interlocutor, el corazón de la historia de Metegol descansa pura y exclusivamente en el conjunto de jugadores y más precisamente en el trío encabezado por el Capi -voz de Pablo Rago-, el Beto -voz de Fabián Gianola- y el Loco -voz de Horacio Fontova- en primera instancia que contagian su pasión y su creencia que trabajando en equipo y con un objetivo común se consigue lo imposible.
Algo de esa impronta define el antes en la potencialidad cuando se pensó esta película argentina para competir en las grandes ligas y que llevó además de un presupuesto de 21 millones de dólares, 5 años de esfuerzo y en el acto de haber concretado el primer film animado de alta calidad que demuestra que cuando las condiciones y el talento sobran nada parece inalcanzable, sólo hay que creer para ver.
Título: Metegol. Título Original: Idem.
Dirección: Juan José Campanella.
Voces: Diego Ramos, Fabián Gianola, Pablo Rago, Horacio Fontova, Miguel Ángel Rodríguez, Damián Masajnik, Lucía Maciel, Gabriel Almirón, Luciana Falcón, Roberto Kim, Marcos Mundstock, Mariana Otero, Ernesto Claudio, Eugenio Derbez y Axel Kuschevatzky. Género: Animación, Familiar, Comedia. Clasificación: Apta para todo público. Duración: 106 minutos. Origen: Argentina / España. Año de realización: 2013. Distribuidora: UIP. Fecha de Estreno: 18/07/2013.
Puntaje: 8 (ocho)