Por Juan Alfonso Samaja
Cuando un producto es tan deficiente, es difícil para quien debe pronunciarse sobre sus características, decidir por dónde comenzar.
Voy a elegir como punto de partida la decisión de parte de la producción de centrarse en el elemento pretendidamente taquillero de la película, anunciado desde su afiche como el develamiento de la “verdadera historia” de Diana Spencer. Quien asista con la morbosa expectativa de que va a interiorizarse en algún tipo de secreto de Estado, asociado -por ejemplo- a la teoría de la conspiración, que rodeó la muerte del personaje, bien vale recomendarle que elija otro proyecto cinematográfico, porque el relato escapa durante los casi 120 minutos a cualquier tópico que pudiera considerarse problemático en relación a la familia real. De hecho, todo el asunto asociado a la familia real (la relación con sus hijos, y el vínculo problemático con el resto de la familia monárquica) han sido sistemáticamente omitidos.
¿Qué queda entonces? La novela de amor; su presunta historia con el cirujano Hasnat Kahn, interrumpida por la vida pública de Diana. Todo el eje está centrado en la imposibilidad de una vida normal entre ellos, debido a las efusiones de los paparazzis y la vida pública de Diana, que no se adecuan al bajo perfil que el cirujano pakistaní quiere conservar en su vida profesional. Por si esto fuera poco, el estatus de mujer separada no colabora a la aceptación de la familia de Kahn, extremadamente tradicional a este respecto. El problema no es tanto el foco que se hace sobre el romance y sus diversos obstáculos, si no el insulso y torpe modo que ha elegido el enunciador al momento de poner su conflictividad en escena.
Prácticamente el punto de mayor fatalidad a nivel narrativo es la ausencia completa de matices en el personaje principal. Si tuviese que describir la sinopsis del relato que el film propone tendría que decir que: a Diana que es “tan buena” (logra desactivar las minas que están mutilando niños en algún lugar pintoresco, regala dinero en las escuelas) el marido la engaña, los fotógrafos la asedian. Y justo a ella “que es tan buena” (amable, solidaria y empática con sus empleados) la familia de Kahn no la acepta. Y ella que es “tan buena” es abandonada por Kahn, y finalmente, ella que es “tan buena”, muere en un accidente.
Realmente el producto es tan malo que no hay rubro que se pueda elogiar. No hay un solo minuto del film que yo pueda decir que despertó en mí alguna mínima sensación de agradabilidad. Todo es un hastío, pesado e insulso. Las actuaciones son realmente malas y la ausencia de toda química entre Watts y Andrews se pasean sin escrúpulos durante los 120 minutos de película.
Título: Diana: La Princesa del Pueblo.
Título original: Diana.
Dirección: Oliver Hirschbiegel.
Intérpretes: Naomi Watts, Naveen Andrews, Douglas Hodge, Cas Anvar, Geraldine James, Juliet Stevenson, Michael Byrne y Laurence Belcher.
Género: Biografía, Drama, Romance.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 113 minutos.
Origen: Reino Unido/ Francia/ Suecia/ Bélgica.
Año de realización: 2013.
Distribuidora: Energía entusiasta.
Fecha de estreno: 21/11/2013.
Puntaje: 1 (uno)