Por Juan Alfonso Samaja
David Wozniak es un repartidor de carne con problemas emocionales para comprometerse y madurar. Un día se entera que las donaciones que ha hecho en su juventud a un banco de esperma han resultado en la gestación de 533 hijos, de los cuales 142 demandan a la clínica para conocer la identidad del donante. Pronto la curiosidad lo vence y comienza a investigar qué ha sido de la vida de sus hijos.
Crítica
La película es una remake del film franco-canadiense Starbuck (2011). Ambos films fueron realizados por el director Ken Scott y el escritor Martin Petit, quienes replicaron la película prácticamente escena por escena, pero con diferentes actores. En el año 2012 en Argentina se realizó una miniserie para televisión llamada El donante (protagonizada por Rafael Ferro, Muriel Santa Ana y Carlos Belloso) que podría estar inspirada en esta misma historia, dada la increíble semejanza argumental*, si bien sobre esto no hemos encontrado ninguna mención en los créditos.
El núcleo mismo de esta idea (la revisión sinóptica de historias de vida de personas vinculadas al pasado del protagonista) tiene algunos antecedentes, como el clásico francés de Julien Duvivier Un carnet de bal (1937), donde el protagonista en la etapa de su vejez rastrea a las mujeres a las que estuvo alguna vez vinculado sentimentalmente con el objetivo de conocer qué ha sido de sus vidas; y más cercano en el tiempo, Flores Rotas (2005) de Jim Jarmusch.
Pero volviendo a la película que nos ocupa, creo que en ella se ha sacado -en términos generales- todo el provecho posible de una idea que, sin ser defectuosa, resulta del todo inadecuada para el formato cinematográfico comercial. ¿Por qué? Porque, según pienso, el atractivo de la propuesta reside en la posibilidad de conocer la vida de cada uno de esos hijos, en ver las reacciones que éstos tendrán al enfrentarse a ese padre que ha estado buscándolos -y velando por ellos- desde el mismo anonimato que los ha gestado: en el conflicto que late en cada uno de esos encuentros posibles. Los realizadores, en cambio, se han decidido por una mirada sinóptica y superficial de unos pocos casos (10 aproximadamente), y el resultado de esta estrategia es la insatisfacción. Claro que una puesta que pudiese concretar cada una de esas posibilidades en cada uno de esos casos particulares habría dado como consecuencia un largometraje de una extensión tal que habría sido imposible exhibirlo en el circuito comercial (Quizás el formato literario de la novela hubiese resultado más conveniente a la exposición de los contenidos de la idea).
En cuanto a las cuestiones formales del guion, advertimos dos importantes defectos: por un lado, la proliferación innecesaria de conflictos alrededor de la trama central, y, por otro, el planteo de resoluciones cuasi-mágicas de todos los conflictos planteados. 1) El problema de la multiplicidad de las líneas narrativas reside en que ninguna de ellas está lo suficientemente desarrollada como para competir, o siquiera complementar, con/a la trama principal de la película, quedando cada una de ellas relegadas a la condición de mero paisaje de fondo. Si a esto se agrega el escamoteo de situaciones conflictivas en cada uno de los encuentros que David tiene con sus hijos, resulta de todo ello una estructura narrativa excesivamente débil y dependiente de las ocurrencias particulares (gags, por ejemplo) que cada uno de los films consigue producir. 2) El segundo problema es que todas las situaciones conflictivas que se presentan, en lugar de permitirles un desarrollo que incrementase su condición dramática, han sido resueltas mágicamente: cada encuentro que David tiene con sus hijos no sólo llega a ser un éxito rotundo e inmediato, desde el punto de vista de la eficacia necesaria para resolver la contingencia que se le presenta en cada caso, sino que cuando su verdadera identidad queda a descubierto, las reacciones de las personas que lo rodean (hijos, hermanos y pareja) son siempre positivas. Incluso el problema de la deuda, y el dilema que se le plantea al protagonista en el tercio final de la película (cuando debe decidir si revelar su identidad o cobrar la indemnización a la clínica) se resuelve por medio de un deus ex machina, cuando el padre -imprevistamente- le facilita todo el dinero que necesita para cubrir el monto adeudado.
Caben destacarse las labores cómicas de Chris Pratt y Vince Vaugh; este último encarnando un personaje atípico dentro de su filmografía, quizás más en la línea de Aprendices fuera de línea (2013). Cobie Smulders, en cambio, no ha logrado dar vida a un personaje que por sí carece de matices, y cuyo peso en el relato de conjunto (como ya hemos dicho) es prácticamente nulo.
(*) Bruno es un exitoso ingeniero que en su juventud había hecho donaciones a un banco de esperma. En su cumpleaños 45 una de las hijas que ha sido concebida gracias a sus donaciones descubre que Bruno es su padre biológico y lo confronta. Esto llevará a Bruno al descubrimiento de que hay otros 144 hijos suyos, y junto con Violeta saldrán a su búsqueda para conocer qué ha sido de sus vidas.
Título: Una familia numerosa.
Título original: Delivery man.
Dirección: Ken Scott.
Intérpretes: Vince Vaugh, Chris Pratt, Cobie Smulders, Andrzej Blumenfeld, Simon Delaney, Jack Reynor, Erin Gerasimovich, Bobby Moynihan, Camille Kitt.
Género: Remake, Comedia.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 105 minutos.
Origen: EE.UU./ India/ Canadá.
Año de realización: 2013.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de estreno: 27/02/2014.
Puntaje: 5 (cinco)