Capitán América y el soldado del invierno supera en varios de sus segmentos el sello de producto pasatista para transformarse por méritos propios en un film de acción con todas las letras, bajo un entramado político que recubre, sin que eso afecte en su integridad a la historia y menos aún al personaje.
Si existía alguna posibilidad de convertir a los superhéroes en un género en sí mismo para la industria hollywoodense sin lugar a dudas los arribos de las figuritas más interesantes de la factoría Marvel abrieron las puertas para generar un nicho importante, capaz de generar enormes dividendos para las arcas.
Claro que la particularidad del Capitán América, icono de los años 40 nacido de la necesidad de recuperar al héroe norteamericano después de la post guerra, es sencillamente su cuota de anacronismo teniendo presente aquella época en que el mundo se dividía en dos grandes potencias, ambas con el poder militar lo suficientemente importante como para desatar una hecatombe planetaria, única amenaza concreta de esos tiempos.
Pero estos años de la era post 11S la referencia surge en los primeros apuntes del film- cambiaron absolutamente el teatro de operaciones para Steve Rogers (Chris Evans), quien además de su incompatibilidad con la cultura actual, sus dificultades de socialización, sumado a los contrastantes modos de vida yanquis debe interiorizarse y asimilar las nuevas reglas del juego de la geopolítica que involucran a su país como el principal promotor de la teoría del miedo y la justificación del uso del poder en función a la disciplina de todo aquel que se considere enemigo potencial de los intereses del Tío Sam. En ese terreno de thriller político símil setentas, elemental pero consolidado al menos en el planteo general, se posiciona esta aventura de acción para dejar como resultado un producto atractivo desde lo visual (en 3D no aporta mucho) pero además con cierta coherencia en lo que a materia cinematográfica y conceptual se refiere.
Es cierto que al film dirigido por los hermanos Anthony y Joe Russo (Bienvenidos a Collinwood, 2002) le sobran unos 20 minutos en los que no se desarrolla absolutamente nada porque los aspectos y conflictos de los personajes aparecen temprano afortunadamente, siendo por supuesto el más interesante el dilema de Steve Rogers ante las erráticas políticas internas de S.H.I.E.L.D y su desamparo al convertirse de pistón útil para la maquinaria en pieza obsoleta y peligrosa para los tecnócratas de turno.
A diferencia de su antecesora, Capitán América el primer vengador, en la que uno de los puntos débiles de la trama obedecía pura y exclusivamente a la poca presencia de un villano de fuste, en este caso las clavijas se ajustaron positivamente para la creación de un antagonista de mayor jerarquía, el ya mencionado soldado de invierno, y que guarda una estrecha relación con el Capitán América que data de un pasado antes de las metamorfosis respectivas sufridas por ambos en esa suerte de sacrificio altruista mal remunerado.
Sin llegar a los niveles de entretenimiento de la franquicia Iron Man (sencillamente porque Chris Evans no es siquiera 1cm lo que representa Robert Downey Jr) esta segunda entrega del héroe más patriotero y norteamericano del dream team Avengers, Capitán América y el soldado del invierno, supera en varios de sus segmentos el sello de producto pasatista para transformarse por méritos propios en un film de acción con todas las letras, bajo un entramado político que recubre, sin que eso afecte en su integridad a la historia y menos aún al personaje.
Título: Capitán América, El soldado del invierno
Título Original: Captain America, The Winter Soldier
Dirección: Anthony Russo, Joe Russo
Intérpretes: Chris Evans, Scarlett Johansson, Samuel L. Jackson, Robert Redford, Sebastian Stan, Cobie Smulders, Hayley Atwell, Toby Jones y Emily VanCamp
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Género: Basado en Comic, Thriller
Duración: 128 minutos
Origen: Estados Unidos
Distribuidora: Buena Vista Internacional
Año de realización: 2014
Fecha de estreno: 27/03/2014
Puntaje 7 (siete)