Por Francisco Nieto, corresponsal de Cine Nueva Tribuna (España)
De entrada hay que aplaudir la valentía de un trabajo en el que al menos se han tomado la molestia de conectar la forma y el fondo de la historia. Mediante un acertado juego entre el color y el blanco y negro se nos explica un futuro distópico, en el que una sociedad grisácea ha decidido erradicar de su sistema cualquier tipo de emoción, sentimiento o ejercicio de memoria posible. Acudiendo al dicho popular que dice “ojos que no ven, corazón que no siente” aquí se plantea una situación harto peculiar: ¿seríamos más felices si nos olvidáramos de cualquier tipo de sufrimiento?
Los habitantes de tan inhabitual territorio donde habita Jonás, nuestro protagonista, ha eliminado el dolor y las disensiones al convertirse a la Monotonía y a la Igualdad, un plan que también ha erradicado la profundidad emocional de sus vidas. Jonás es seleccionado para desempeñar la Misión de “Receptor de la memoria” o “Dador de recuerdos” (de ahí el título del film), la persona que almacena todas las memorias del tiempo anterior, necesario en caso de que los jefes necesiten de ayuda para tomar decisiones en las que nadie cuenta ya con experiencia.
Pero claro, la juventud y bisoñez de nuestro héroe le llevará a querer experimentar lo más rápido posible con los nuevos conocimientos adquiridos, lo que le convertirá en una especie de fuera de la ley, que intentará cambiar de algún modo los dogmas establecidos por los conservadores.
Si bien el elenco, en cuanto a los más jóvenes se refiere, no aporta un nivel de calidad interpretativo reseñable (tanto a Brenton Thwaites, visto en Maléfica, como a la guapísima Odeya Rush, vista a su vez en la irregular La extraña vida de Timothy Green, les falta todavía mucho para ser considerados buenos actores), la presencia de dos veteranos pesos pesados de la industria hollywoodense como Meryl Streep y Jeff Bridges elevan el tono de una película que sin su presencia no pasaría de ser una mera anécdota. Y aunque parezca increíble y muchos no se lo lleguen a creer estamos ante una de las actuaciones más contenidas y menos histriónicas de la diva multiganadora de Oscars: diálogos breves y concisos, gestualización mínima, tono de voz tenue y nada chirriante… vamos, que no parece la Meryl Streep torbellino a la que estamos acostumbrados. Así que vamos a darle el mérito que se merece al director de la propuesta, el también experimentado realizador australiano Phillip Noyce (El coleccionista de huesos, Juego de Patriotas).
En cuanto al look futurista de Jeff Bridges hay que resaltar que su personaje parece rememorar al mítico “The Dude” de El gran Lebowski, de los hermanos Coen: melenudo con barba de varios días y con la mirada perdida y ausente.
Del resto del conjunto poco más a destacar. Unos efectos especiales morosos que tan sólo cobran un poco de protagonismo hacia el final, un aire a serie B que planea durante todo el metraje (nos hallamos ante una exploración filosófica de un mundo post apocalíptico donde se utilizan muy pocos recursos estéticos, y eso que el proyecto está auspiciado por los todopoderosos hermanos Weinstein) y un guión que, aunque se trate de una adaptación de una popular novela para adolescentes, escrita por Lois Lowry en 1993, y haya sido firmado a cuatro manos por el debutante Michael Mitnick y Robert B. Weide (Woody Allen: el documental) carece de fuerza y tiene demasiados altibajos.
Un film modesto en su planteamiento pero efectivo en su resolución, que funcionaría perfectamente en un programa doble, ya que te deja un regusto un tanto amargo de lo que pudo haber sido una gran película pero que por desgracia no lo es.
Título: El dador de recuerdos.
Título Original: The Giver.
Dirección: Phillip Noyce.
Intérpretes: Meryl Streep, Jeff Bridges, Brenton Thwaites, Alexander Skarsgard, Katie Holmes, Odeya Rush, Cameron Monaghan y Taylor Swift.
Género: Ciencia ficción.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 96 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2014.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 16/10/2014.
Puntaje: 6 (seis)