Muchos agoreros vaticinaron el fin de la saga de Rápidos y furiosos a partir del fallecimiento de Paul Walker el 30 de noviembre de 2013. Las malas lenguas aseguraban que el destino de la franquicia estaba echado poniendo en duda hasta la terminación de la séptima entrega. El costo de volver a reescribir el guion y retomar el rodaje sin el personaje de Walker podía elevar a niveles astronómicos el presupuesto por lo que Vin Diesel y demás productores se la deben haber visto en figurillas para dilucidar cómo seguir adelante ya que, recordemos, Walker no llegó a concluir todas sus escenas. Rumores de todo tipo se pusieron en marcha: que se cancelaba la película, que se retomaba pero sin el personaje de Brian, y finalmente la solución: utilizar a los hermanos del actor para completar las tomas lejanas y el usufructo de la tecnología CGI para digitalizar los planos más cercanos. La versión oficial detrás de la decisión habla de “homenaje” pero no podemos ser tan cándidos y simplificar así una situación que, está a la vista, era por demás compleja. Hay un tributo a Walker, sí, seguro, pero también la certeza de un gran negocio en la que se explota comercialmente la desaparición física del actor. Por un lado es entendible, ¿cómo matar a la gallina de los huevos de oro? Y mucho más para Vin Diesel cuya carrera se estancó y exceptuando a R&F no ha logrado en tiempos recientes sustentar otras franquicias. Riddick no redituó lo esperado y hoy día es más un personaje objeto de culto antes que popular. Por otra parte Diesel careció de visión para darle continuidad a un rol que al parecer planea reeditar en breve: el experto en deportes extremos devenido en improvisado espía de Triple X (la secuela fue encarada con un insólito Ice Cube como protagonista). Concluyendo, Diesel se jugaba demasiado como para abortar el proyecto así nomás y aún de haberlo querido las presiones y exigencias de las empresas involucradas en la producción le hubiesen complicado la vida. Mucho dinero invertido para tirar todo por la borda por más que el motivo sea de fuerza mayor. En definitiva, Rápidos y furiosos 7 fue concluida y se estrenó con unas cifras tan imponentes y elocuentes como las que cabía imaginarse después de tanta espera y expectación de los fans. La muerte de Paul Walker, lamentable y luctuosa como es, quedará en el camino de la saga para la que ya se anuncia una octava parte a transcurrir en Nueva York y que llegaría a las salas de cines en 2017. Si viviera don Julio Humberto Grondona guiñaría un ojo antes de despacharse con su frase más célebre: “-Todo pasa…”.
Después de que corrió tanta agua bajo el puente y en resumidas cuentas, ¿qué se puede decir de Rápidos y furiosos 7? Hay mucha tela para cortar pero lo acontecido con Paul Walker afecta indiscutiblemente la calidad de la película. No es posible abstraerse de estar viendo a una figura digital en algunas escenas concretas. El trabajo de post producción que le permitió al director James Wan suplantar al actor se tolera porque uno está dispuesto a dejarlo pasar pero hay que admitir que técnicamente no está perfeccionado. Al margen de estos detalles la película sigue desarrollando un in crescendo de acción épica y espectacular en sintonía absoluta con el tono que adoptó la franquicia desde que regresara Vin Diesel en Rápidos y furiosos (la cuarta parte estrenada en 2009). Además de un presupuesto con el que la trilogía inicial sólo podría soñar, se formó un ensamble actoral muy potente con la incorporación de Dwayne “The Rock” Johnson como un remarcable acierto en R&F: 5in control (2010). Las coreografías de acción se volvieron más sofisticadas y mucho más ampulosas, se reforzó la función de Tyrese Gibson cómo relevo cómico con buenos resultados, se procuró cambiar de locaciones con criterio lógico (5in control le sacaba todo el jugo a Rio de Janeiro y en mi opinión es la mejor película de las siete), se mantuvo al mismo equipo creativo liderado por el guionista Gary Thompson y el realizador Justin Lin junto con una legión de productores entre los que se encuentra el propio Vin Diesel, y en esta nueva entrega le encontraron el antagonista justo a Dom con la presencia de Jason Statham. El actor de El transportador, que no suele asumir roles de villano en sus propios filmes, le aporta su estilo dinámico e intensidad interpretativa al hiper violento Deckard Shaw. Sin dudas, el Némesis más brillante y sacado que ha tenido la serie hasta el momento.
Para los fans acostumbrados al gran oficio de Justin Lin el enroque por James Wan podía ser tomado con desconfianza pero a las pruebas me remito: el malayo se ha desempeñado magníficamente, adaptándose a las circunstancias tras la muerte de Walker y aportando frescura al género con una puesta en escena de mucha inventiva. Si bien su background fílmico se concentra más bien en el cine de horror (El juego del miedo, Dead silence, La noche del demonio, El conjuro, etc.) en el 2007 tuvo un acercamiento positivo a la acción con Sentencia de muerte, una versión aggiornada de El vengador anónimo protagonizada por Kevin Bacon. El tratamiento entre crudo y estilizado de la violencia en ese filme no debe haber pasado desapercibido para Vin Diesel y la Universal Pictures que lo terminaron contratando con ese sólo antecedente. Con respecto al guion de Gary Thompson cabe aclarar que es el más extraño de todos los que escribió y las reescrituras constantes lo enfatizaron aún más. Pedirle una solidez argumental a Rápidos y furiosos 7 con todo lo que pasó es pretender demasiado, ya de por sí es casi un milagro que haya quedado algo inteligible con tantos cambios forzados. De todos modos nadie se va a desgarrar las vestiduras por eso: pensemos que los libretos nunca fueron el fuerte de estas producciones.
La trama apunta a dos frentes nítidos: por un lado la obsesiva búsqueda del grupo de Doretto por parte de Deckard Shaw para vengar a su hermano Luke, el villano de la entrega anterior. Por otro lado, hay una misión imposible de la que deben encargarse los fierreros protagonistas y cuya consecución es puesta en riesgo por las intervenciones de Shaw/Statham que se interpone en su camino una y otra vez con una fuerza bestial. Parece que es cierto aquello de que no existe motivación más fuerte que la venganza. Al menos así lo entiende Statham que se prodiga con un vigor sensacional. No es la única novedad: la presencia, si bien breve, del reaparecido Kurt Russell eleva la vara actoral. El genial compinche de John Carpenter le aporta su aura de leyenda viva a un elenco que no se destaca exactamente por su academicismo. Es probable que Russell sea el actor más completo que haya aparecido hasta ahora en R&F. Y la buena noticia es que retomará el rol con una mayor cuota de pantalla en la siguiente aventura. Otro nombre familiar para el consumidor habitual del género que se incorpora a la familia de R&F es el del poderoso Tony Jaa, durísimo contrincante para Paul Walker en dos o tres de las más logradas escenas. Se lo podría haber explotado mucho más pero en lo personal quedé muy conforme con su trabajo. Jaa es otra estrella venida a menos en su Indonesia natal que logra ingresar a Hollywood oficiando de villano… encima, secundario. Jaa interpreta a un subalterno del personaje de Djimon Hounsou, otra incorporación valiosa al a esta altura multitudinario –y multiétnico- reparto. La bellísima Nathalie Emmanuel, la morocha traductora que está al servicio de Khaleesi en Game of Thrones, también se suma a la historia como la hacker más sexy que jamás haya existido. Además de los miembros infaltables del team (Tyrese Gibson, Michelle Rodriguez, Jordana Brewster y Ludacris) hay un pequeño espacio para los cameos de Lucas Black (el inexpresivo protagonista de Rápidos y furiosos: Reto Tokyo), Elsa Pataky y los cantantes Romeo Santos e Iggy Azalea. La luchadora de artes marciales combinadas Ronda Rousey toma la posta simbólica en lugar de Gina Carano y se faja de lo lindo con la Lety de Michelle Rodriguez.
Convengamos que nadie en su sano juicio miraría una R&F con pretensiones realistas. Sin embargo hay límites para todo. Ya la sexta parte se había pasado de rosca con la secuencia del tanque. Para este séptimo filme la escalada de delirio ha llegado a niveles alucinatorios desproporcionadísimos. Se sabe que The Rock es una especie de Hulk samoano pero las cosas que hace en el último acto superan toda imaginación. Es un desquicio total así como el último enfrentamiento entre Vin Diesel y Jason Statham. ¡Ni siquiera hay lógica para concluir una subtrama que no da para más! Aún así, y pese a todos sus problemas, Rápidos y furiosos 7 exhibe un digno cierre al personaje de Brian. Emociona la poética escena post clímax en la que O’Conner y Toretto toman sendas diferentes con sus autos. Y redobla la emoción el clip recopilatorio de Paul Walker a lo largo de los doce años transcurridos entre aquella primera Rápido y furioso que dirigiera Rob Cohen y esta triste despedida final.
Título: Rápidos y furiosos 7.
Título original: Furious 7.
Dirección: James Wan.
Intérpretes: Vin Diesel, Paul Walker, Jason Statham, Michelle Rodriguez, Jordana Brewster, Tyrese Gibson, Chris ‘Ludacris’ Bridges, Lucas Black, Kurt Russell, Nathalie Emmanuel, Elsa Pataky, Luke Evans y Tony Jaa.
Género: Acción, Crimen, Thriller.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 137 minutos.
Origen: EE.UU./ China/ Japón/ Canadá/ Emiratos Árabes Unidos.
Año de realización: 2015.
Distribuidora: UIP.
Fecha de estreno: 02/04/2015.
Puntaje: 7 (siete)