Por Pablo E. Arahuete
Fernando Molnar dirige y coescribe -junto a Lucia Puenzo y Sergio Bizzio- esta comedia dramática donde la capacidad de Diego Peretti, en materia de lenguaje no verbal, encierra, entre otras cosas, una de las temáticas subyacentes de Showroom. La otra es la precarización laboral una vez que se supera la barrera de los 40 años. Por más capacitación que se tenga, las leyes de la competencia laboral excluyen a los más capaces en varias ocasiones en pos de un factor dominante y mentiroso como el entusiasmo de la juventud.
Ese es el caso que plantea, sencillamente y en muy poco tiempo, la trama cuando Diego (Diego Peretti) pierde su trabajo de organizador de eventos, tarea que desempeña con poco entusiasmo y se nota, pero que le alcanza para sobrevivir y pagar alquileres, colegio y todos los requerimientos de una familia de clase media tipo, con esposa e hija incluida.
A partir de la imposibilidad de encontrar una salida rápida y efectiva en términos laborales capaz de aliviarle el bache económico, no le queda otro remedio que acudir al salvataje de un tío (Roberto Catarineu), de holgada posición económica y a quien ya le debe dinero, para aceptar tanto una vivienda en el Delta y un trabajo como vendedor a comisión de un emprendimiento inmobiliario en una zona de capital bastante cara.
El cambio abrupto de vida; el traslado forzoso de la mustia capital y sus vértigos urbanos para adentrarse en la naturaleza más profunda de las islas del Delta, implican una serie de cambios que, sin lugar a dudas, repercuten en la dinámica familiar, despiertan el descontento de su mujer (Andrea Garrote) y el desagrado de su hija.
Sin embargo, para Diego, tomar al toro por las astas representa una prueba de autovaloración a la vez que de auto superación para volver a ganarse la confianza de su esposa y de su hija, quienes demuestran, en su nuevo hogar y en su nueva vida, una predisposición distinta en muy breve tiempo.
Showroom es un film que transita por los andariveles de las adaptaciones a los entornos, tanto en los cambios obligados por las necesidades como aquellos que se buscan personalmente y desde esa zona, con sus matices, el protagonista atraviesa diferentes crisis, en contraste con todo aquello que lo rodea que parece más adaptado que él.
Pero si de adaptaciones se trata, también se puede jugar con la idea de los departamentos adaptados a los sueños de sus potenciales propietarios, a la puesta en escena de diferentes rutinas cotidianas en un espacio absolutamente artificial, donde ni siquiera el aire acondicionado funciona o la cama matrimonial no es más que un enorme rectángulo sin colchón.
La mayor parte de la película se vive a través de las diferentes gesticulaciones de Peretti, desde las contracciones de un cuerpo incómodo, en un traje más incómodo y una formalidad exagerada porque la presencia ante el otro genera otra imagen según los consejos de su tío, mientras el conflicto interno y exterior con un competidor más joven que también vende departamentos, gana minutos y precipita algunas acciones.
Showroom no busca hacer reír, esquiva el chiste y se deja llevar por las situaciones que acarrean el humor y en eso Peretti también es responsable directo, como por ejemplo en la escena en que unos albañiles ejecutan un malambo, un tanto agresivo, otro botón de muestra de problemas de adaptación.
Título: Showroom.
Título original: Idem.
Dirección: Fernando Molnar.
Intérpretes: Diego Peretti, Andrea Garrote, Roberto Catarineu, Pablo Seijo, Felicitas Kamien, Ignacio Rogers, Esteban Menis y Brenda Kreizerman.
Género: Comedia, Drama.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 75 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2014.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de estreno: 30/04/2015.
Puntaje: 7 (siete)