Por Juan Alfonso Samaja
Diego es un hombre de mediana edad, casado y con una hija adolescente, que acaba de perder un trabajo de muchos años y cuyas deudas lo empiezan acosar. Un tío adinerado le ofrece una casa en el Tigre para que se mude junto a su familia mientras resuelve el tema de las deudas, y le ofrece un empleo provisional como vendedor de unidades inmobiliarias de una torre en construcción. El cambio al principio resulta muy abrupto para él y su familia, pero la esposa y la hija comienzan a adaptarse y a encariñarse con la vida en el delta, mientras Diego continúa empeñado en reconstituir su statu quo en la ciudad, juntando el dinero necesario para volver a alquilar un departamento.
Crítica
La película, como largometraje de ficción para sala de cine, es una ópera prima del director. El relato plantea una idea que no por remanida deja de ser interesante, a saber: la incapacidad de Diego de advertir una alternativa a su modo de vida, y del alejamiento de su familia que le impide darse cuenta de las nuevas necesidades de su esposa e hija, creyendo que actúa para el bien de todos, cuando en realidad sólo está preocupado por lo que para él es una vida digna y decente.
La película tiene, a mi juicio, tres inconvenientes, dos de los cuales probablemente son inseparables: 1) diseño empobrecido de los caracteres; 2) actuaciones que se desenvuelven en un nivel demasiado de superficie como para empatizar con alguno de los personajes, siquiera para impulsar el potencial dramático de la narración; c) focalización innecesaria en la historia sobre Diego sin articulación orgánica con lo que pasa a su familia, sobre todo con el cambio actitudinal.
Veamos los primeros dos aspectos mencionados. El tema del diseño de los caracteres es que el espectador no termina de conocer realmente a ningún personaje en profundidad, en una película en la que el foco es el drama psicológico de los personajes y sus vicisitudes en el medio en el que se mueven. Incluso el personaje de Diego, que es el epicentro de la trama, se mueve generalmente en una repetición gestual que resulta más mecánica que orgánica en relación a sus emociones y estados de angustia. No se trata de una actuación inexpresiva, sino poco reveladora en torno a los estados internos. Es poco lo que el espectador puede inferir del personaje de Diego, de su esposa, de su hija, e incluso de los personajes que lo rodean. Del tío, por ejemplo, no termina de quedar claro si lo ayuda a Diego de manera genuina y generosa o se aprovecha de él. Este diseño empobrecido de los caracteres impacta en las actuaciones en general que tienden a achatarse y a presentarse como estereotipos.
En cuanto a las decisiones del argumento, resulta curioso que un elemento de la trama tan decisivo hacia el final del relato (la asimetría de las necesidades familiares y personales) haya recibido tan poca atención. La extrema focalización en la historia de Diego y su nuevo empleo desequilibra excesivamente una línea narrativa que debió haberse desarrollado de manera más orgánica. El cambio actitudinal de la familia en relación a la experiencia del Tigre es tan abrupto, y tan descolocado que no sólo es Diego el que se sorprende hacia el final del relato, sino el propio espectador, ya que la trama ha brindado elemento alguno para que nos enteremos cómo ha sucedido este cambio, cuáles son estas nuevas relaciones que la familia ha ido construyendo y las nuevas necesidades que descubre que nada tienen ya que ver con el regreso a la ciudad, a lo que Diego sigue empeñado.
Este último aspecto es quizás el más grave desde el punto de vista narrativo, pues al estar tan desconectado de la historia de Diego, el único conflicto dramático que la película termina planteando es la dificultad que parece tener para vender las unidades, la aparente competencia con el otro vendedor, etc. Todos conflictos finalmente ilusorios, porque en el fondo nos vamos enterando que las unidades se venden y la competencia no tuvo ningún efecto en la relación, etc. Por lo tanto, al focalizar exclusivamente un aspecto de la trama que no tiene finalmente conflicto, resulta que el relato se queda sin elemento dramático que explotar. Y lo peor del caso es que cuando se reinstala el conflicto familiar, la película concluye sin darle un espacio de desarrollo a ese conflicto. Por otra parte, el único conflicto auténtico que se plantea en todo el film, pues existe al principio y al final con dos modalidades aparentemente distintas pero en el fondo idénticas: negación a cambiar, a mudarse, etc.
Lo que el film parece haber querido mostrar es la insensibilidad de Diego por hacer suyas las necesidades de su familia, y su propio hundimiento en esa alienación de querer conservar un statu quo ficticio. Una especie de automatización en la que el sujeto se mecaniza perdiendo la capacidad de posicionamiento y de subjetivación en un medio que lo devora. Pero todo esto queda a mitad de camino, como una buena idea pero no completamente materializada.
Título: Showroom.
Título original: Idem.
Dirección: Fernando Molnar.
Intérpretes: Diego Peretti, Andrea Garrote, Roberto Catarineu, Pablo Seijo, Felicitas Kamien, Ignacio Rogers, Esteban Menis, Brenda Kreizerman.
Género: Comedia, Drama.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 75 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2014.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de estreno: 30/04/2015.
Puntaje: 5 (cinco)