Tìtulo: Los besos
Dirección: Jazmín Carballo
Clasificación: ATP
Género: Drama
Duración: 92 minutos
País: Argentina
Año de realización: 2015
Intérpretes: Leandro Colja, Matias Pellegrini Sanchez, Agustín Balbi Gotusso, Jazmín Carballo, Valentina Braceras Funes, Lucila Escalante, Javier Rabinovich, Ignacio Ruibal, Santiago Alvarez, Juan Manuel Pairone y Eric Davies.
Fechas de estreno: 16/07/2015
Puntaje: 8
Por Pablo E. Arahuete
Los besos (2015), como ópera prima cuenta con suficientes credenciales que la vuelven atractiva desde lo visual y aporta un discurso elaborado pero no forzado que retrata a una generación y su tiempo, con identidad propia y en el que el cine se maneja desde diferentes capas narrativas, así como los momentos en que la improvisación en los diálogos genera atmósferas y situaciones insospechadas.
Pareciera que el gris es el mejor color -o no color- para acompañar desde la imagen ese concepto abstracto denominado nostalgia, algo que nos acerca pero a la vez nos aleja de un tiempo pasado, que sólo puede evocarse con un ejercicio de memoria, aunque sea de manera selectiva. Y ese es tal vez el motor de esta ópera prima de la cordobesa Jazmín Carballo, Los besos, cuyo título ambiguo llama a la reflexión desde el primer minuto y en consonancia con la propuesta en términos formales.
Casi a modo de anécdota, la trama recupera accidentalmente el encuentro de ex novios: Lisa (Jazmín Carballo) y Jerónimo (Leandro Colja), paradójicamente en el hall de un aeropuerto. Lugar que para el cine representa un espacio de tránsito, otro no lugar que puede relacionarse desde lo simbólico con ese otro tránsito hacia la separación y el duelo que esta pareja debió atravesar cuando uno de los dos dijo basta a la relación. Un vuelo demorado hace que Jerónimo revele sin quererlo su estadía en su vieja ciudad, hace tiempo que vive en Nueva York y prefiere no remover viejas historias con sus amigos, y mucho menos con Lisa.
La demora conlleva hacer de la espera una chance de recomponer el vínculo, pero ya desde otro lugar, el de la amistad y la camaradería, dado que Lisa ahora tiene novio. El resto de los amigos acompaña en un viaje sin tiempo y sin prisa, en el que la música y el arte como escape a ese ocio melancólico traspasan la pantalla y contagian la atmósfera del film.
En términos formales, resulta muy interesante la puesta en escena empleada por la directora y su desdoblamiento a partir de encuadres en una dialéctica de planos, donde coexisten los primeros planos con una cámara que se pega a los personajes, en la inquieta pero siempre cambiante realidad, busca el detalle no sólo en los cuerpos, sino en todo aquello que rodea, mientras que a veces conserva la distancia y escapa del vértigo del videoclip para acompañar la intimidad, con resquicios de silencios que encuentran en la imagen y en el claroscuro expresionista sus mejores armas.