Título: Eden
Dirección: Mia Hansen-Løve
Clasificación: Apta para mayores de 16
Duración: 131 minutos
Género: Musical, Drama
Distribuidora: Fuera de lo común
Origen: Francia
Año Realización: 2014
Intérpretes: Félix De Givry, Pauline Etienne, Laura Smet, Vincent Lacoste, Vincent Macaigne,Greta Gerwig, Golshifteh Farahani, Brady Corbet, Hugo Conzelman, Roman Kolinka.
Fecha de estreno: 24/09/2015
Puntaje: 6 (seis)
Por Pablo Arahuete
En su cuarto opus, la guionista y directora francesa Mia Hansen-Løve encuentra en una versión libre sobre la historia de su propio hermano Sven, DJ que no tuvo el éxito prolongado como otros artistas de la época, una película que marca por un lado la transición de cualquier joven en crisis hacia la adultez, y por otro la sutil radiografía de los 90 en Europa, con su clima de euforia y bien estar económico transitorio, así como el descenso de los años posteriores junto a los cambios que se fueron dando, tanto en ese continente como fuera de él.
Sin caer en la biopic tradicional, pero con una cronología marcada sobre determinados acontecimientos, el relato se instala en los orígenes, ascenso y caída, desde 1992 hasta 2014, de la fugaz carrera de DJ de Paul –alter ego de Sven-. Era el inicio del sub género musical garaje, mezcla de House, Soul y rasgos musicales propios de cada cuidad. Tanto los cortocircuitos familiares, como las relaciones de pareja con diferentes novias y la contradicción constante entre vivir de la música y el estudio, Paul consigue junto a su compañero formar la dupla Cheers y presentaciones en lugares emblemáticos, donde comienza a resonar el nombre de otra dúo con mucha más popularidad, llamado Daft Punk.
Su arribo a Estados Unidos también coincide con su etapa más crítica y es en ese segmento de la película donde comienza a transparentarse el exceso sin un sustento narrativo que lo justifique, la demora en resolución de escenas con el único fin de prolongar silencios o vacíos, por momentos conspiran contra la fluidez que la trama había generado desde los primeros minutos, donde es fundamental el aporte de la banda sonora, dominante en varias secuencias para contagiar el clima al espectador.
El derrotero de drogas, música y sexo ocasional, a lo largo de los casi 130 minutos, va de la mano con los estados emocionales de Paul y sus diferentes crisis existenciales, sobre todo cuando se avizora un inminente ocaso en su carrera, aspecto que no pasa nada desapercibido entre este mix de euforia y melancolía excesivo.