Por Pablo Arahuete
Sinopsis: Rafa es un joven señorito andaluz que no ha tenido que salir jamás de su Sevilla natal para conseguir lo único que le importa en la vida: el fino, la gomina, el Betis y las mujeres. Todo cambia cuando conoce una mujer que se resiste a sus encantos: Amaia, una chica vasca. Decidido a conquistarla, se traslada a un pueblo del País Vasco, donde se hace pasar por vasco para vencer su resistencia. Adopta el nombre de Antxon y varios apellidos vascos: Arguiñano, Igartiburu, Erentxun, Gabilondo, Urdangarín, Otegi, Zubizarreta… y Clemente.
Reseña: Se reestrena en las salas porteñas una película que en España significó nada menos que 10 millones de espectadores y un suceso de taquilla sin precedentes. La localía y ciertos guiños propios de ese país son suficientes elementos en contra para generar en el ámbito local la misma respuesta de público y obedecen, entre otras cosas, a los estereotipos ya vistos en otros productos provenientes del país europeo. Un éxito de taquilla no implica necesariamente la calidad garantizada, y ese es el caso de Ocho apellidos vascos, comedia de situaciones con aires de romanticismo donde se enfrentan andaluces y vascos a lo Romeo y Julieta.
Ocho apellidos vascos, que ya anunció por redes sociales una segunda parte, responde a las demandas del cine industrial, al respetar a raja tabla el ABC que sobre todas las cosas reza que las formulas exitosas no deben tocarse ni alterarse. Habrá que esperar si en su segunda entrega vendrá más de lo mismo o no.