Título: La niña de tacones amarillos
Dirección: Luján Loioco
Clasificación: No disponible
Duración: 74 minutos
Género: Drama
Distribuidora: Independiente
Origen: Argentina
Intérpretes: Mercedes Burgos, Emiliana Di Pasquo, María Fernanda Domínguez, Manuel Vignau, Lucas Gauna
Año de realización: 2015
Fecha de estreno: 31/03/16
Puntaje: 7 (siete)
Por Pablo Arahuete
La directora María Luján Loioco desarrolla con sutileza varias problemáticas alrededor del despertar sexual adolescente y las consecuencias del encierro en un pueblo del norte argentino, cuando las posibilidades de progreso económico se ven clausuradas por una dinámica centralizada y no periférica.
La niña de tacones amarillos -2015- podría sumarse al pool de películas sobre el machismo y los choques culturales, que parten del error de la desigualdad de los sexos con ciertas prebendas a determinados discursos que no ven la cosificación de la mujer como un conflicto, sino como parte de un modo cultural con consenso social sin distinción de clases.
Sin embargo, lejos de concentrarse únicamente en el mundo interior de Isabel –Mercedes Burgos- una niña de 15 años que vive en Tumbayá, Jujuy, junto a su madre y un hermano menor, con ambiciones de conocer lo que pasa más allá de su pueblo y de explorar su cuerpo y sexualidad con un desconocido, el relato también acapara otro tipo de situaciones que tiene que ver con el contexto y con la propia idiosincrasia.
La reactivación económica del pueblo al llegar el proyecto de construcción de un hotel con spa genera un revuelo en los habitantes de Tumbayá. Para la madre de Mercedes implica potenciales clientes en lo que al consumo de sus empanadas respecta, pero también las posibilidades de un nuevo trabajo si es que el hotel prospera y necesita mano de obra en el futuro.
En Mercedes todo descubrimiento de lo nuevo, lo desconocido, se conecta directamente con su deseo sin medir las consecuencias y en un acto de natural rebeldía propia de la edad. Su arma de seducción no es otra que su belleza y su inocencia, dos de los aspectos que a Miguel -Manuel Vignau-, llegado allí con la empresa constructora, terminan por atraerle.
La directora logra, a partir de las buenas actuaciones de Mercedes Burgos y de Manuel Vignau, un retrato intimista pero a la vez tenso, donde entra a jugar un rol privilegiado el cuerpo y la mirada tanto propia como ajena. El entorno entonces ocupa un espacio hostil en el intento de libertad por parte de la protagonista, si se pensara en una fábula, una Caperucita que no puede alejarse de las fauces del lobo o los lobos, así como la relación tirante con su madre y su círculo de amigas.
Sin apelar a demasiadas metáforas porque no son necesarias para comprender el sentido del film, La niña de tacones amarillos funciona en una doble dirección: como radiografía de una realidad poco conocida o sesgada y como retrato de la violencia de género implícita en el machismo y en la abusiva relación asimétrica entre hombres y mujeres.