No hay tierra sin mal, opera prima de Belén Bianco, bucea en el universo femenino a partir de la búsqueda del amor, entre otras cosas, para paliar la soledad. En esta entrevista exclusiva, la directora Belén Bianco nos cuenta un poco más por qué se interesó por estos personajes.
Pablo E. Arahuete: – En tu cortometraje Mirame (2009) la protagonista es una mujer al igual que este largometraje, ¿Qué aspecto te aporta el universo femenino en relación a otros ámbitos?
Belén Bianco: – La verdad es que aún no logré nunca imaginarme un personaje masculino. Me gusta hablar desde mi condición y experiencia y me encanta explorar el mundo femenino. Creo que es algo que me surge naturalmente, pero también es cierto que reflexionar sobre el lugar de la mujer en la sociedad para mí es un deber y una necesidad. El acercamiento que tuve el último año a la filmografía de cineastas mujeres y mi trabajo en La Mujer y el Cine al lado de Annamaría Muchnik y de realizadoras que no sólo problematizan la temática de género sino que además luchan por la toma de roles de liderazgo en el cine, me ha enseñado mucho y me ha ayudado a afianzarme en pensamientos.
P.E.A.: – Las protagonistas de No hay tierra sin mal representan diferentes clases sociales y edades, pero comparten la misma soledad, ¿En dónde encontrás las diferencias en función a la búsqueda de una relación amorosa para ambos casos?
Belén Bianco: – La verdad es que creo que no hay muchas diferencias. En ambos personajes la necesidad de amor parte de una cotidianidad que los abruma, que los deja sin reacción o que los hace moverse por inercia. Creo que tenía la intención de hablar de un estado de las cosas y no de eventos extraordinarios. Las dos se buscan a sí mismas en los demás y en el mundo que las rodea.
P.E.A.: – ¿Considerás a la adolescencia como un proceso transitorio en el que el despertar sexual forma parte de lo más importante?
Belén Bianco: – Creo que la sexualidad es importante en cualquier etapa de la vida. La adolescencia sin embargo nos encuentra en el descubrir de lo que queremos y lo que sentimos y es muy difícil saber cómo responder a las exigencias de los demás. Creo que vivimos una cosificación del cuerpo constante, especialmente en lo que concierne a la mujer.
P.E.A.: – ¿Cuál fue el motor para la confección del guión de No hay tierra sin mal?
Belén Bianco: – Cuando empecé a escribir No hay tierra sin mal tenía 19 años y la necesidad de expresar lo que sentía. Además, quería volver a la ciudad donde nací y me creí y en ese momento pensé que la única forma de hacerlo era filmando.
Foto destacada de Ricardo Emilio Bianco