Adriano Salgado presenta su nuevo opus Romántico Italiano en este BAFICI. En esta entrevista exclusiva y express charlamos un rato sobre cine, Mar del Plata y la difusa frontera entre la ficción y el documental.
Pablo.E.Arahuete: ¿Cuánto influyó la ciudad de Mar del Plata en la concepción de la idea de Romántico Italiano?
Adriano Salgado: -Todo. No sólo es un lugar, un fondo, un decorado. Es protagonista, sobre todo en un fragmento de la película. Siempre he visto a Mar del Plata como una vertiente infinita de sucesos interesantes, más que nada en la peatonal y en La Rambla, que son los lugares que recorremos en la película. No alcanzan los ojos para ver todo lo que ocurre en simultáneo. Mar del Plata fue el motor, el inicial. No hubo otro al comienzo. Pensé en ir a filmar a Mar del Plata, agarré una cámara, un trípode y un micrófono y me subí a la Costera Criolla. Lo que haga, si es que hago, será en Mar del Plata, pensé.
P.E.A: ¿Cómo fue el trabajo con Camila Toker?
Adiano Salgado: -Casi no hubo trabajo. Camila Toker, es una de las actrices más interesantes y talentosas que he conocido. Me cuesta hablar de trabajo porque el entendimiento fue instantáneo y en realidad fue conversar un poco y luego soltarla a caminar. No hubo ensayos, no había nada que ensayar y la verdad es que la película es mucho más documental de lo que parece. No hubo doblajes, ni agregado de voces en off. Todo ha sido registrado allí salvo una voz mía que se agregó luego porque quedó muy baja originalmente. Estoy muy feliz de haber trabajado con ella y contento de que se me haya ocurrido proponérselo (horas antes de comenzar a grabar).
P.E.A: ¿Buscaste la exposición del artificio como pretexto para dar paso al registro documental pero ficcionado?
Adriano Salgado: -Por suerte la división entre documental y ficción cada vez es menos frecuente. Al menos en el Bafici no han hecho llenar una ficha en donde las opciones son documental o ficción. Si me apuraran a encasillar en una de las dos opciones, sin duda me voy a “documental”. De allí a que haya engaños, si los hay, claro que los hay, como en la ficción, como los hay en el documental, como también los hay en la vida. El cine es un engaño al que todos nos sometemos con gusto.
Sería una reflexión muy apurada si pensamos que la ficción es una mentira y el documental es una verdad. Todo se entrevera y más en estos tiempos.
Yo recuerdo siempre aquel día que yo hacía sonido en un documental de Pino Solanas, uno de los últimos. Yo estuve unas pocas jornadas reemplazando a un colega. Recuerdo que había que filmar una escena de un niño caminando por un camino de tierra de su casa al colegio. Era un día soleado. Decidió filmar otra cosa y dejar esa caminata para un día lluvioso. No era lo mismo, sin duda, mostrar a ese niño bajo el sol que bajo la lluvia. ¿Podemos acusarlo de traidor a la realidad? Claro que no, seguro que ese niño ha ido a la escuela con lluvia más de una vez.
El tema del registro documental es un punto interesante porque justamente no concuerdo demasiado con el término. Hay documentales que tienen una prolija cámara en trípode y ficciones que intentan justamente inyectar realismo con una cámara desprolija y movida, algo que remite más a lo periodístico, a lo inmediato. Reconozco cierta inmediatez y la persecución fue distante y real. Nunca se han hecho retomas. El registro fue el que se pudo, con un teleobjetivo para tomar distancia. Y es por ese línea difusa que separa lo llamado ficción de lo llamado documental, es que he decidido no exponerme, o mejor dicho, no exponer a la película a las preguntas y respuestas luego de las funciones del Bafici, ya que he experimentado que cada espectador tiene una lectura distinta sobre los hechos, todas interesantes, y no quisiera arruinarlas con mi versión de los hechos.
P.E.A: ¿Qué significa para vos la posición de voyeur en el cine?
Adriano Salgado: Me interesa mostrar lo que se espía. Porque generalmente, el que espía lo hace desde la incomodidad. Una incomodidad visual y una incomodidad moral. La incomodidad moral es algo más subjetivo pero la visual es concreto. O se espía por una cerradura, o desde una puerta, a veces se ve muy poco, a veces solo se oye, a veces no alcanza a armarse la historia y uno tiene que inventar los baches de información. Además está el peso del realismo, que en ese caso es una tonelada. Todo eso me parece sumamente interesante y cinematográfico.