Por Pablo Arahuete
Marcelo Melingo se suma al elenco de Matungo con un papel de alta intensidad. Desde su oficio de actor, nos cuenta en esta entrevista que significa para él meterse en los recovecos de los personajes.Pablo E. Arahuete: – ¿Qué personaje te toca componer en Matungo?
Marcelo Melingo: – Se llama Antonio Navarro, hijo único, aunque se enterará que no lo es. Su padre es dueño de un Stud de caballos de carrera, y al fallecer, se lo deja como herencia al igual que su funcionamiento y la responsabilidad con los empleados. A Antonio no le interesa ni sabe nada del rubro, pero al descubrir el negocio que hay detrás de la venta del mismo, decide ir adelante con un plan: hacer la mejor venta que pueda realizarse y que los costos de este plan no corran por su cuenta.
Antonio está casado con Andrea, con quien se muestra tal como es en la intimidad. Y sufre del corazón y tendrá un infarto, pero ni siquiera esto logrará ablandarlo.
P.E.A.: – ¿Por dónde creés que pasa la importancia de esta historia?
Marcelo Melingo: – Tengo entendido que es la primera historia de ficción en serie, en Argentina, que cuenta el mundo invisible del turf. En una época fue popular, luego la mayoría se fue desinteresando pero allí dentro siguieron los aficionados y hoy se está acrecentado. Es un mundo muy particular y tentador para observar y por supuesto, en mi caso como actor, también jugar dentro de él.
P.E.A.: – ¿Cuál era tu mirada sobre el mundo del turf antes de comenzar la serie?
Marcelo Melingo: – Hasta el momento debo confesar que no conocía mucho más que lo que recordaba haber escuchado de mi familia y del resto de la gente, en la época de mi niñez. Al tiempo sólo pude tener algunas vistas de carreras desde el noticiero, escuchando los famosos “viene por afuera” o “cruzaron el disco”… Pero ahora, ya sé que salí de la gatera y en mi carrera conoceré un poco más del tema.
P.E.A.: – ¿Cuáles son tus mayores desafíos en cuanto a lo actoral y en relación al reparto con el que te toca compartir este proyecto?
Marcelo Melingo: – Como en cada proyecto que emprendo, sostener la armonía del trabajo, aportar como actor, ya que uno “siempre” tiene algo para decir y sobre todo, conocer, aprender. La vida me dio este maravilloso oficio, que es aprender del ser humano metiéndome en sus rincones.