Por Pablo Arahuete
Las referencias indirectas al tomar contacto con el segundo opus de la realizadora Alice Rohrwacher, premiada en 2014 en Cannes, se acomodan en personalidades locales como Lucrecia Martel o Celina Murga, desde su mirada sobre lo femenino pero también desde la necesidad de dejarse llevar por dos fuerzas en su cine. Esas fuerzas, centrífugas y centrípetas, describen y operan en el universo de Las Maravillas (2014).
Además, recaen en Gelsomina (Maria Alexandra Lungu), personaje pivote al que le llegan por reflejo o refracción todos los acontecimientos o conflictos desarrollados de manera minimalista, en una trama que intenta traspasar la barrera de lo bucólico para imponer una serie de contradicciones propias de las dicotomías de pensamiento, maneras de vivir y modelos, en un contexto de una Italia profunda y en transición de una crisis socio-económica de larga data.
Transición también es la que marca el proceso de Gelsomina, la mayor de tres hermanas, desde el punto de vista de la distancia que comienza a pesar en su desarrollo madurativo, respecto a los mandatos paternos. Se dedican como familia a la apicultura, subsisten con esa actividad, pero las penurias económicas están a la vuelta de la esquina.
Wolfgang (Sam Louwyck), su padre, no sólo mantiene la rigidez para con sus féminas, sino que representa lo tradicional por encima de las chances de un cambio. La ciudad es pecaminosa, quita la esencia de lo rural y por ende hay que alejarse de todos esos oropeles. Sin embargo, producto de los cambios y los tiempos, la llegada de la televisión a la región para montar un reality -conducido por Mónica Bellucci- que busca resaltar las cualidades arcaicas y mostrar como vive una familia de campo generan en los habitantes y en la propia Gelsomina el puente para la fuga, la chance de salir ganadores del reality y llevarse una suma de dinero lo suficientemente importante para afrontar la crisis y no depender de las cosechas o la buena o mala predisposición de la madre naturaleza.
Los aciertos de este film están conformados por las decisiones de la propia Alice Rohrwacher, al no dejarse tentar por el retrato habitual de lo que se conoce como “familia que vive en el campo”, pero sobre todas las cosas, a encontrar desde los conflictos mínimos los caminos para que el relato transite por terrenos que dejan abierta la mirada o crítica social o la reflexión sobre modelos económicos que ponen en jaque la dicotomía campo/ciudad, aunque sin perder de vista la riqueza de la intimidad de cada personaje.
Algo parecido sucede con el cine de Lucrecia Martel, como decíamos al comienzo, porque las historias son las que encuentran el cauce para el desarrollo de otras temáticas más agudas o profundas, que responden a un sentido privilegiados de la observación, tanto de las conductas humanas como de los egoísmos que las alimentan camuflados de deseo.
En Gelsomina se concentra el despertar sexual propio de la adolescencia, el paulatino abandono del complejo de Electra, con un énfasis importante en la figura del padre y también su carácter de autodeterminación en el seno de un grupo atravesado por la fuerza masculina y con poca capacidad de reacción ante las imposiciones externas.
Las Maravillas es una buena propuesta italiana para conocer a una directora muy interesante en lo que hace a su propuesta cinematográfica, pero con un cine que sabe nutrirse de viejas escuelas y sacar chapa de nuevo por los riesgos que asume.
Título: Las maravillas
Título original: Le Meraviglie
Dirección: Alice Rohrwacher
Intérpretes: Maria Alexandra Lungu, Sam Louwyck, Alba Rohrwacher, Monica Bellucci, Sabine Timoteo, Agnese Graziani, Luis Huilca
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Género: Drama, Comedia
Duración: 110 minutos
Origen: Italia, Suiza, Alemania
Año de realización: 2014
Distribuidora: Zeta Films
Fecha de estreno: 22/09/2016
Puntaje 7 (siete)
Trailer Las Maravillas