Cine Nueva Tribuna, desde Sitges
Estamos ante un elegante drama criminal que enfrenta en tono elegíaco a un veterano ex gángster que se dedica a proteger su barrio de forma pacífica con la banda juvenil que ha secuestrado a su hijo -¡por haberle rayado el coche!-, con el que por cierto no se lleva muy bien.
La brecha generacional en la capital china de Beijing se convierte en la razón de ser de una película que se mueve entre la calma chicha del protagonista, un hombre cansado que ha vivido mil y una batallas y que todavía lucha por mantener y transmitir unos ideales caducos (Feng Xiagoang, el afamado director de títulos como El Banquete o El Funeral del Jefe que aquí despunta en su faceta de actor con una interpretación de lujo) y algún que otro arranque de rabia incontrolada.
El criminal reformado arrastrado de nuevo a la violencia como en sus años mozos. ¿Otro Sin Perdón, oriental?. Al principio sí pero al final no. Todo envuelto en una espesa atmósfera nebulosa, provocada tanto por las inclemencias climatológicas del lugar como por la mayoría de personajes que fuman como auténticos carreteros.
Algunos encontrarán ciertas similitudes con Ryuzo and his Seven Henchmen, de Takeshi Kitano, aunque aquí los elementos humorísticos estén minimizados. Al igual que nuestro héroe taciturno se lamenta de los cambios, también la trama parece que nos va a llevar por los derroteros propios del cine de acción más actual (carreras de coches, peleas callejeras) para mutar en el sosiego y la introspección más absolutas. Huang Yu, director de este atípico ejercicio de cine negro geriátrico, se recrea en el descanso del guerrero, regalándonos una letanía filmada a base de largos planos e imágenes inolvidables.
Lo mejor: Ese avestruz a la carrera.
Lo peor: Alguno puede confundir calma con lentitud.
País: China – Año: 2015 – Director: Guan Hu – Intérpretes: Feng Xiaogang, Zhang Hanyu, Xu Qing, Kris Wu – Género: Drama – Duración: 134 minutos.