Por Pablo Arahuete
Logan (2017) despide por un lado ciertos prejuicios sobre un género que por lo general peca de infantiloide y que no se cansa de repetir fórmulas con el único fin lucrativo de abrumar con sagas, secuelas, precuelas y entremezclados de universos paralelos, que prácticamente exhiben las mismas virtudes y defectos pero siempre apuntando al entretenimiento y pasatismo del público como única herramienta válida.
Se trate de Marvel o de DC, la galería de personajes que pulula por el firmamento cinematográfico comparte una psicología desde sus características que la acercan con el arquetipo del héroe. Sin embargo, Wolverine (uno de los mutantes más interesantes de los X-MEN) representa en términos generales la idea de renegado, mucho más emparentada al western. Y en eso Logan explota desde su estructura narrativa la conquista territorial o recuperación del honor como meta y forma de lucha contra un oponente mucho más poderoso y despiadado.
Lejos de la fantasía alimentada por el universo Marvel desde otras producciones como “Los Vengadores” y hasta la transgresora Deadpool, este western crepuscular no celebra la violencia desde un tono lúdico sino que por el contrario la une al sufrimiento. Los desgarrados dicen presente a partir de su líder de patillas y carácter parco, presentan luchas a la distopía de un futuro sombrío pero cada vez más cercano a la realidad del presente post Trump con la utopía o la búsqueda del Edén. Ese es el primer apunte político que no puede dejarse de lado en esta película del director James Mangold, muy atinado a la hora de anticipar que su mirada del mutante no iba a caer en la tentación de la parafernalia, los excesos de adrenalina hueca de la hiper realidad, tan cómodos para el universo de los superhéroes de la última década, con la excepción del Batman de Nolan.
La empatía emocional con Logan, el personaje encarnado de manera soberbia por Hugh Jackman, secundado por el genial Patrick Stewart en la piel de un deteriorado y arrepentido Profesor X es inmediata. Y ahí ese tono gore detrás de cada enfrentamiento con el enemigo militarizado o con una suerte de clon mucho más letal y con la capacidad de auto regenerar heridas en un parpadeo, algo que al protagonista el tiempo le fue quitando en su avance hacia la vejez.
La contraposición entre el avance científico y el error humano atraviesan tangencialmente el universo de Logan casi desde un planteo filosófico y exponen de manera descarnada las contradicciones en el propio Profesor X y su lugar de poder en relación a los mutantes que ha reclutado a lo largo de su vida.
El sol ya no sale para nadie en esta road movie que se adosa como apéndice mutante del western desde un doble viaje iniciático: el de despedida de Wolverine y el de transformación para la nueva generación enrolada en la niña a salvar de las “garras” del sistema y sus ramificaciones.
Aprendizaje y sacrificio, cómic y realidad contrapuestas cuando las balas repiquetean y perforan la piel o las garras sueltan la furia entre la carne y se manchan con la sangre de los derrotados. Todo eso en una película que tenía todo para perder y poco para ganar.
Título: Logan
Director: James Mangold
Intérpretes: Hugh Jackman, Patrick Stewart, Dafne Keen, Richard E. Grant, Boyd Holbrook y Stephan Merchant
Género: Cómic, Acción, Thriller
Duración: 137 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2016
Distribuidora: Fox
Calificación: Apta para mayores de 16 años, con reservas
Fecha de estreno: 02/03/2017
Puntaje: 8 (ocho)