Por Pablo Arahuete
En el documental Raidos, se conjuga la capacidad de observación del realizador Diego Marcone con la posibilidad de generar un discurso sólido a través de testimonios de tareferos durante su ardua jornada laboral pero también pedazos de vida que ponen en juego la dialéctica entre la subjestividad, ética y representación de una temática social de la que no se habla. En esta entrevista exclusiva indagamos sobre otros aspectos desconocidos con el director.
Pablo Arahuete:- Imagino que de los testimonios que recogiste durante tu experiencia en el documental hubo alguno de mayor impacto, ¿Cuál fue y por qué?
Diego Marcone:- En un momento, como por la mitad de los viajes de rodaje, Tuti, un tarefero ya grande, que anda en los yerbales desde bien chico y que siempre fue muy bueno conmigo se enojó un poco con la idea de la película, él había puesto esperanzas en que lo que yo grababa llegara a “los políticos” y generara alguna mejora para ellos. Me desalentó diciendo que la vida del tarefero siempre fue igual y no va a cambiar y que los que tienen plata estudian para sacar más provecho de los pobres… en el momento no pude darle una buena respuesta y me dejó dudando sobre la utilidad de lo que estaba haciendo. Más adelante Santos, un tarefero que ya esperaba poder jubilarse (son muy pocos los tareferos que llegan a poder jubilarse, en el caso de Santos, él pasó por varios oficios), mientras lo grababa me había dicho esto: “Lo importante es seguir viviendo, y mientras vos vivís hay que sonreirle a la vida porque si vos llorás vamos a llorar todos juntos. Como le decía a Sonia, dale una sonrisa a la cámara, así parece que estamos bien. Al mal tiempo buena cara, no es cierto? Si vos no comiste, sonreí, y si vos comiste sonreí y si te falta algo… bueno, si el otro sonríe para vos sonríe aunque sin ganas pero… hay que fingir… por ahí el fingir y el mentir también ayudan.” Al final de ese día me lo anoté y hoy releyéndolo me vuelve a estremecer.
P.E.A:- ¿Qué es lo más duro de este trabajo?
Diego Marcone:- Son tantas cosas que es difícil decir una. Es un trabajo dañino para el cuerpo: Los tareferos se meten a los yerbales y se empapan con el rocío que está en las plantas, luego se secan con el sol, eso a la larga trae problemas como reuma y problemas en la piel, tienen que cargar grandes pesos, soportar condiciones de climas extremos. Suelen haber accidentes tanto con las herramientas de trabajo, como pisar un pozo llevando un raído encima, como ser picados por insectos o incluso mordidos por víboras que abundan en los yerbales. El seguro en esos casos es algo que está en los papeles pero que luego les pone distintas trabas para hacerse efectivo. En algunos casos cuando los yerbales son lejos los tareferos se quedan por quincena o por mes entero viviendo en el yerbal en tolderías, en condiciones más que precarias. El uso de agrotóxicos para desmalezar. Así podría seguir citando cosas que dan cuenta de lo expuestos que están.
P.E.A.:- Durante el documental queda establecida una diferencia de toma de conciencia acerca de ahorrar por parte de los padres en relación a los hijos ¿Cómo miran los jóvenes su propia vida en relación al futuro?
Diego Marcone:- Uno de los chicos dice en la película que se arrepintió el resto de su vida por elegir la tarefa. Sin embargo tenía 23 años, pero ya a esa corta edad su vida para él estaba cerrada. Creo que se va dando en los chicos y jóvenes en general una progresiva aceptación de una idea de destino. Lamentablemente. Ningún chico te dice que quiere ser tarefero. En los últimos años hubo más posibilidades de escolarización y los padres entienden que es la manera en que sus hijos pueden tener alguna posibilidad de acceder a otra cosa. Pero no les es fácil a los chicos avanzar en la escuela y cuando empiezan a repetir y van sintiendo que se les hace cada vez más cuesta arriba, empieza a aparecer la tarefa cada vez con más peso como la alternativa. No tienen otra opción. Y sea por que ven la situación de la economía familiar y quieren aportar algo ellos y dejar de ser “una carga” para los padres o porque quieren tener su plata para gastar en lo que quieran, toman el camino de la tarefa. Muchas veces, aunque parezca mentira, un celular -querer tener un celular- es el detonante para que dejen la escuela y caigan en la tarefa, de donde no van a volver. Pero esto también habla de un deseo de pertenecer a la sociedad de consumo que ven en la ciudad y les venden en la tele. Pero en el intento de acercarse a ese deseo terminan en la tarefa que es la que los lleva a la exclusión. En realidad es la sociedad la que los excluye por ser tareferos. Una vez que se aceptan como tareferos empiezan a depositar en sus hijos el anhelo de escapar de ese destino y así se va dando una ciclo que se repite y se repite.
P.E.A.:- Resulta interesante cómo a medida que transcurre el documental se va acortando la distancia entre los retratados y la cámara ¿De qué manera te manejaste desde el punto de vista ético para el abordaje de las situaciones más tensas?
Diego Marcone:- Eso está buscado en el montaje, quería que se sienta en la película mi experiencia de entrar en ese mundo y ganar su confianza. Desde el punto de vista ético, siempre intenté ser lo más sincero posible con ellos. Tanto en el estar allá y explicar lo que estaba haciendo y por qué y en no poner la cámara en donde no hubiera primero un pacto con el otro (hubo quien no quería que lo grabe o lo incomodaba y no insistí en intentarlo). Por otro lado, en la edición traté de regirme con la misma sinceridad hacia ellos, no manipular hechos para la narración a costa de traicionarlos. Siempre pensaba en el montaje en que la película la tenía que poder ver con ellos.
P.E.A:- Tengo entendido que aprendiste a tarefear, ¿Qué fue lo más difícil de asimilar en la experiencia?
Diego Marcone:- Sí, bueno, en realidad algunas veces quebré ramas con ellos (ellos hacían el corte en la planta de las ramas grandes y yo el “resquebrado”, sacar lo verde que es lo que sirve). Lo hice para entender en el cuerpo lo que era el laburo y para tratar de ayudarles un poco a hacer más kilaje también, aunque no sé cuánto les pude sumar realmente. En lo poco que lo hice, al principio pensé que no me pasaba nada pero al final de la jornada sentía en las manos las consecuencias. Igual sería injusto decír que aprendí a tarefear. Si bien es un trabajo manual y a primera vista básico, ser tarefero requiere todo un conocimiento práctico que se adquiere al hacerlo para poder juntar un buen kilaje por día y también un conocimiento de cómo cortar la planta para no arruinarla, que no se adquiere con tarefear un poco y listo. Creo que eso es justamente notable de entender lo que es la tarefa. A los tareferos en Misiones se los trata como gente que no es capaz de hacer otra tarea más “elevada” sin embargo creo que la mayoría de la gente que piensa y expresa eso sería incapaz de meterse al yerbal al alba, de romperse las manos quebrando ramas y de cargar raídos de 100 kilos sobre la espalda.