Por Pablo Arahuete
Culto al terror trasciende la “terrorfilia” -si el término existiera- porque se pregunta a través de su director e interlocutor, Gustavo Leonel Mendoza, por el género, por lo que significa y representa desde la llana reflexión de pioneros, críticos y testimonios de cultores, recogidos por el autor de Nadie inquietó más durante sus visitas a festivales referentes como el de Sitges en España, Buenos Aires Rojo Sangre, Mórbido en México, y FrightFest en Londres.
Seguramente, Gustavo Leonel Mendoza haya cumplido su sueño como fanático y cinéfilo al tomar contacto cara a cara con iconos de varias décadas, entre quienes se puede mencionar a Paul Naschy, el brasilero José Mojica Marins, Chicho Ibáñez Serrador o Ruggero Deorato, quien sorprende por su fluido castellano. Pero Culto al terror también dedica gran parte de este viaje a los fanáticos, a aquellos que aman el género y cuentan sus primeras veces con películas emblemáticas, donde la tríada Psicosis, Pesadilla en lo profundo de la noche, y El exorcista ocupan el podio. Además, rescata otra parte de la cinefilia escondida en fanzines, revistas especializadas y negocios dedicados exclusivamente a todo tipo de merchandising retro, fundamentalmente películas.
Las referencias al terror psicológico y a las implicancias de la realidad con la ficción son tópicos que llegan desde diferentes voces como la de críticos especializados o directores más contemporáneos como Valentín Javier Diment por el lado de Argentina, Nacho Vigalondo por España, entre otros.
Ahora bien, si hay algo que aportó a un género tan bastardeado como el fantástico terrorífico su cuota de popularidad y fue factor decisivo para convocar hordas de público en distintos festivales especializados, sin lugar a dudas la presencia de actores se lleva la mejor tajada de esta torta rellena de avidez por la sangre, escapismo saludable y camaradería entre pares. Por eso, no podían dejar de estar presentes en este documental dinámico y de amplitud, que va más allá del gusto cinéfilo per se o la comunión entre placeres culpables y dedicación full time, los testimonios de estrellas de la talla de Robert Englund, invitado hace poco tiempo a la Argentina Comic con o la cara visible de la película de Sam Raimi Noche alucinante, el versátil Bruce Campbell, quien incluso juega con el propio Gustavo al exigirle un contrato por derechos de imagen en una demostración de su generosidad en cada convención, donde deja su sello entre anécdotas y risas del público.
Es más que bienvenido entonces un documental homenaje en un festival tan importante como el Buenos Aires Rojo Sangre y por eso recomendable desde este espacio que también intenta hacerle honor a la palabra Freak.