Por Facundo Franco
Finalmente llegó el evento cinematográfico del año y una nueva entrega de la mítica saga de Star Wars, en este caso su Episodio VIII, ya está entre nosotros. Con un Rian Johnson (Looper, Los Estafadores) que reemplaza a J. J. Abrams en la silla del director, un elenco que suma a las figuras de Laura Dern y Benecio Del Toro a sus caras ya conocidas lideradas por Carrie Fisher, Daisy Ridley, John Boyega, Oscar Isaac y Adam Driver y un Mark Hamill que promete volver a liderar esta gran historia como no hacía desde hace 34 años, Los Últimos Jedi estaba llamada a cosas muy grandes dada su ubicación como segunda película en una saga de tres dentro de este universo que experimentó algo similar con El Imperio Contraataca.
Hay mucho para decir e incontables análisis que plantear cuando se tiene entre manos una película de estas características. Primero por lo que significa en sí misma, tal vez la saga más emblemática en toda la historia del cine. Y segundo por todos los antecedentes que acompañan a una nueva entrega, con ocho películas que la anteceden e incontables agregados entre comics, series y películas animadas, libros y videojuegos. Y teniendo en cuenta justamente este universo tan extenso, lo primero que resulta llamativo sobre Los Últimos Jedi es su línea narrativa, su sinopsis o de qué se trata la película. Los que vieron El Despertar de la Fuerza saben que la República es cosa del pasado una vez más y la Primera Orden ya se erige como el nuevo Imperio Galáctico solo para encontrar oposición en la Resistencia, esa organización conformada por un grupo de rebeldes que, liderados por la Princesa Leia y figuras como el talentoso piloto Poe Dameron, se oponen a los planes del malvado Líder Supremo Snoke y su segundo al mando Kylo Ren. Un escenario al que estamos hartamente acostumbrados (tal vez la mayor crítica que se le hizo al Episodio VII tiene que ver con esa repetición de escenario) que sufre pocas alteraciones en cuanto a avances narrativos en esta nueva entrega dado que su línea argumental principal viene de la mano del perpetuo escape que los rebeldes intentan concretar frente a una Primera Orden insaciable que busca aniquilarlos de una vez por todas. El análisis profundo vendrá con las formas.
Para empezar, este Episodio VIII da un considerable salto hacia a adelante respecto de su predecesora si lo observamos como un producto cinematográfico integral, en pocas palabras es mucho más película. Y esto resulta entendible porque es la segunda y no tiene tanto que explicar o introducir como le pasó a El Despertar de la Fuerza, mucho menos balanceada y más desorganizada. Ahora bien, establecidas las bases sí hay que decir que a esta nueva entrega de la saga le cuesta un poco arrancar. El magnetismo y potencia que genera el personaje de Luke no basta por sí mismo para sostener una buena hora y media inicial en la que, a pesar de la simpleza de la trama, no termina de quedar claro hacia dónde se dirige en términos inmateriales, de espíritu. Y si estamos poniendo el foco en la película como un todo, debo hacerme el espacio para decir que lo peor de la cinta resulta el abuso de los momentos cómicos que incluye que, lejos de decir presente en los momentos justos y en los que “está permitido” bromear, acá se busca cortar momentos de tensión con el chiste tonto de pésima manera. Star Wars tiene un tono demasiado épico en sus momentos cumbre como para hacer chistes. Hechas esas aclaraciones y sin caer en el spoiler, solo queda por agregar que la última hora o al menos los últimos 45 minutos son de una potencia visual, narrativa y de contenido como no se había visto nunca en toda la saga. Verdadera magia galáctica.
Ahora sí, vamos a lo que nos importa: los personajes. Porque si decíamos que fácticamente la película no avanza mucho como parte de una saga de varias, sus dos horas y media de duración deben, inevitablemente, hacer foco en la evolución de sus personajes. Y vaya que lo hacen. Empecemos por Rey. Sabemos que el suyo es un personaje misterioso por un tema de origen que ni ella misma tiene claro. En esta nueva historia, donde lógicamente va a estar ligada y mucho a Luke, se trabaja maravillosamente su relación con tanto con el (ya no tan) joven Skywalker como con Kylo Ren, cuyo vínculo es central para la trama. Sin embargo, es ese origen de Rey lo que hace que esta película sea revolucionaria para una saga que siempre tomó como central el tema del origen de sus personajes, del linaje que los acompaña y que más de una vez les significó una cruz que cargar. De dónde viene Rey y en lo que se va a convertir conforman la tesis central de esta película y tanto su construcción como su contenido son la causa principal de la brillantez de Los Últimos Jedi como film. Con Kylo la cosa cambia. Si bien tenemos muchas más precisiones sobre lo que lo llevó a ser quien es, todavía queda mucho por saber. Y esa falta de información, fenómeno que también puede aplicarse al personaje del Líder Supremo Snoke (mucho más en su caso), atentan contra el peso dramático que en esta película tienen las acciones de Kylo. Algunas decisiones que toma, si bien justificadas y que no salen de la nada, no tienen la potencia dramática que deberían. Es como que lo que hace es muy importante pero por el hecho en sí y no por lo que lo motiva a hacerlo, que es algo velado y que conocemos muy parcialmente. En cuanto a personajes, también vale mencionar los avances que vemos en, por ejemplo, Poe Dameron, un héroe con todas las letras; Finn también encuentra su evolución, esta vez de la mano de su relación con un enorme personaje nuevo como es el de la joven Rose (su reflexión hacia Finn en el punto más álgido de su relación es casi tan brillante como todo el tema de Rey antes descripto); Leia aporta el toque emotivo y mucho de esto tiene que ver con nuestra amada Carrie Fisher; un punto flojo es el esperado personaje de Benicio Del Toro, poco relevante para la trama y de carácter tan dudoso que hasta se torna estéril; y una última mención tiene que ver con la Vicealmirante Holdo, el personaje de Laura Dern. Con ella queda demostrado que no hace falta hacer tres películas enteras para construir un personaje y luego hacerlo evolucionar en favor del mensaje que se quiere transmitir. Con apenas un puñado de escenas y algunos diálogos para el recuerdo, Amilyn Holdo -y no encuentro mejor forma de expresarlo- la rompe toda. Y es justamente por esas maravillosas evidencias que exhibe un personaje como el de Holdo que la crítica se la lleva el trabajo de guion que hicieron con Kylo Ren hasta ahora y que ya hemos explicado. Porque, y acá los ortodoxos de la saga sabrán disculpar, un personaje tan importante merece un tratamiento evolutivo similar a lo que la Nueva Trilogía hizo con Anakin, enorme trabajo de construcción que muchos pasan por alto dadas las fallas que en otros sentidos tiene ese trinomio de películas. Y para cerrar este que es el párrafo más largo del mundo solo creo que falta mencionar lo de Mark Hamill. Si su personaje se convirtió en leyenda en gran parte es gracias a él. Desde lo discursivo y sobre todo desde su presencia en pantalla, en esta película el tiempo no transcurre. Porque cuando vemos a este Luke, con más de treinta años en el lomo, seguimos viendo al héroe de fines de los setenta. Sencillamente épico.
Con grandes actuaciones protagónicas de todo el elenco, un Mark Hamill eterno y una vuelta a las bases maravillosamente grata, Los Últimos Jedi consigue fusionar la espectacularidad visual de El Despertar de la Fuerza (incluso superarla) con la profundidad de contenido de Rogue One y el espíritu legendario de la Trilogía Original para erigirse como una de las mejores entregas de la saga y una enorme promesa hacia un futuro que alguna vez pareció tormentoso y que ahora encuentra Una Nueva Esperanza.
Título: Star Wars: The Last Jedi
Título Original: Star Wars: The Last Jedi
Dirección: Rian Johnson
Intérpretes: Daisy Ridley, Mark Hamill y John Boyega
Género: Secuela
Clasificación: Apta para mayores de 13 años
Duración: 145 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2017
Distribuidora: Buena Vista
Fecha de Estreno: 14/12/2017
Puntaje: 8 (ocho)