De derecha a izquierda el travelling traza un escueto recorrido en algo así como un parque. Sobresale en ese marco la primera contra imagen que remite a una época muy concreta, un mal recuerdo para el inconsciente colectivo de la sociedad argentina. Una carretilla, libros apilados, palabras aprisionadas con destino de sepultura. El silencio es salud rezaba un grafitti de esos años donde hablar, pensar, leer era muy peligroso. El sepia agrietado y el ida y vuelta del color, junto al blanco y negro son los elementos más concretos en este nuevo opus de Raúl Perrone. Y así de aprisionados como las palabras de los libros enterrados, cuatro personajes encerrados en una casa ruinosa. La verborragia de cada uno de ellos, el agolpamiento de textos inconclusos y parlamentos altisonantes es la resistencia al silencio. El ruido que invade esos cuartos grandes habitados por personas sin identidad, por objetos que los buscan a veces resultan una pesadilla que no acaba. Bebés que cuelgan del techo, en realidad muñecos bebés en vaivén entre la suciedad, el moho y el agua que sube, generan el espacio para lo onírico; generan la pregunta en lo ambiguo cuando se piensa en la construcción o deconstrucción del espacio físico para adquirir otra dimensión, la simbólica, la alegórica, tal vez la de la mente de un hombre que sueña con ser libre mientras un discurso de Jorge Rafael Videla anuncia la tempestad camuflada de orden contra la subversión, y entonces el golpe del 76 retumba en las paredes de esa casa ruinosa, de esa argentina casa tomada por fantasmas, por palabras que escapan de los libros como los recuerdos de las fotos que conectan con los muertos, todo expía los pecados de los hombres en un torrente de sensaciones, dolores y preguntas que nunca tienen respuesta como ese cine inclasificable, sin miedo a reinventarse y con la honestidad de siempre.
Funciones:
17 de Abril – 18:30hs
Village Recoleta
19 de Abril – 18:20hs
Village Caballito