En su ópera prima, el joven director José Militano nos sumerge en la melancolía del reencuentro con el pueblo natal a partir del casamiento de la hermana del protagonista. Música para casarse es una película sobre desapegos, en un tono de comedia que coquetea de manera permanente con los estereotipos de personajes secundarios pueblerinos, apuntes costumbristas que generan la temprana empatía entre lo cotidiano y una manera de vivir completamente distinta a las de las grandes urbes. Los afectos y las anécdotas de primaria transportan a Pedro a ese pasado que debió dejar en su aventura hacia Buenos Aires para estudiar en el conservatorio y crecer como tenor junto a su amigo Pablo, barítono, de quien también debe separarse luego de haber compartido un departamento y muchas historias no sólo en la música sino desde las contenciones mutuas. Pero Pedro se ve en la transición de adaptarse a su vida lejos de su pueblo y también recuperar su pasado al llegar transformado a ese pequeño espacio de afectos, familia y calidez humana, algo que sobrevuela en cada encuentro con lugares ya habitados y amigos que aún lo esperan.