Por Pablo Arahuete
Cuando tuvimos la suerte de ver Paisaje en el BAFICI nos invadió las ganas de querer indagar un poco más sobre su particular universo y por ello buscamos a la directora Jimena Blanco (En la foto de abajo) para que nos cuente su experiencia de estar detrás de las cámaras por esta oportunidad de contar una historia de amigas perdidas en la noche porteña.
tener un amigo que cuando ve que empezás a flaquear te dice “tranqui, Jime”, es impagable, y el “tranqui, Jime” se convirtió en mi mantra de rodaje, tener una amiga al lado para que te abrace es todo
Pablo Ernesto Arahuete: -¿Qué aspectos de tu experiencia como productora fueron fundamentales a la hora de encarar este proyecto como directora y guionista?
Jimena Blanco: – Hace 15 años que trabajo en el área de producción de cine, este año van a ser 16. Empecé como meritoria a los 22 y desde ese momento no paré, aprendí haciendo, aprendí a hacer cine haciendo cine, viviendo en el set, haciendo contratos, negociando, entablando relación con sindicatos, con personas, con proveedores, con todo el mundo involucrado en una película, conozco los tiempos y contratiempos que suceden cuando se hace una película desde que es una semilla de una idea hasta que la ves proyectada en la pantalla de un cine.
Producir es algo que es inherente en mí, ya desde la escritura del guión no puedo dejar de pensar en cómo voy a filmar esa escena, de qué manera puedo hacer que la narrativa visual pueda concretarse con un modelo de producción posible, que se complementen sin que ninguna de las dos partes “sufra” las consecuencias de la otra (tal vez suena un poco filosófico). Quizás muchos guionistas me critiquen por esto, porque lo ideal, a la hora de escribir, es dejarse llevar sin pensar en presupuestos y posibilidades, pero, sinceramente, para mí fue fundamental tener a mano todos los conocimientos que tengo sobre producción para hacer que Paisaje sea posible. Del mismo modo, en el caso de Paisaje, me cuesta mucho separar mi tarea como coguionista de mi tarea como directora porque mucho del guión surgió a partir de imágenes, soñaba con imágenes de la película (un poco místico, ja), me despertaba con una sensación que quería transmitir y después intentaba escribirla.
Estos 15 años de producir también me permitieron conocer muchas personas maravillosas y muy talentosas, poder entablar relaciones personales, hacerme amiga, entonces, a la hora de convocar el equipo técnico pude llamar a mis amigas y amigos, ésto me dio mucha seguridad a la hora de dirigir, tener un amigo que cuando ve que empezás a flaquear te dice “tranqui, Jime”, es impagable, y el “tranqui, Jime” se convirtió en mi mantra de rodaje, tener una amiga al lado para que te abrace es todo; porque dirigir es un acto de mucha responsabilidad y mucha soledad y estar acompañada por personas que te conocen, te quieren y te apoyan es lo mejor que me pudo haber pasado.
conozco los tiempos y contratiempos que suceden cuando se hace una película desde que es una semilla de una idea hasta que la ves proyectada en la pantalla de un cine.
P.E.A.: -Utilizaste como parte de la propuesta estética una imagen fragmentada ¿es la adolescencia una etapa de fragmentación entre el niño y el adulto?
Jimena Blanco: –La estética de la película surgió a partir de imágenes que me fueron apareciendo, que empezaron a volver, como los recuerdos, recuerdo fragmentos, y el resto de la acción se completa en el presente en el momento que vienen los fragmentos y tengo la necesidad de unir esos fragmentos con un hilo. No recuerdo una acción completa con lujo de detalles per se, más aún de la adolescencia que es un momento de ebullición y cambios en muchos niveles, recuerdo sensaciones, acciones, detalles, a veces recuerdo haber estado en un lugar pero no cómo llegue hasta ahí. Creo que esto nos pasa a varias personas.
Yo quería que la persona que vea la película se sienta involucrada, invitarla a ser parte, invitar a compartir esos fragmentos que terminan por formar un paisaje de vida, de un momento de la vida.
No sé si la adolescencia es una etapa de fragmentación entre la niñez y la adultez, pero sí creo que está compuesta por fragmentos de niñez y de adultez: en un fragmento jugamos “María La Paz” y en otro fragmento una amiga te dice que está embarazada. Son fragmentos que arman una especie de Tetris y todo va encajando de manera caprichosa y, a veces, un poco desordenada, y así llegamos a ser adultas… con algunas piezas fuera de lugar (Risas.)
P.E.A.: -¿Cómo trabajaste con las actrices los diálogos y qué marcas tenían en base a los secretos que se van revelando a medida que avanza la angustia?
Jimena Blanco: –El trabajo con las actrices lo planteamos a través del vínculo, que para mí era lo principal: mi amiga es una extensión de mi, lo que le pasa a mi amiga me pasa a mi. Por eso trabajamos primero sobre el vínculo mismo, más allá del guión y de la película, cada personaje tenía su historia, yo quise que ellas creen las historias de sus personajes, que se conecten emocional y físicamente, yo soy muy cariñosa con mis amigas, las mujeres en general somos muy cariñosas, nos abrazamos, nos agarramos de la mano, caminamos abrazadas, nos tocamos más que los hombres, y era muy difícil trabajar ese contacto físico y emocional con el guión de por medio o a través del guión porque el texto, en este caso, podía ser más una traba que un vehículo. Una vez que nos conocimos (digo nos porque yo trabajé con ellas, hice el camino con ellas), incluimos los diálogos y todo fluyó de manera asombrosa, con mucha naturalidad, muy orgánico. Ellas mismas proponían acciones, agregaban y sacaban cosas de sus personajes, fue maravilloso trabajar con ellas, son mujeres con mucho talento.
cuando veo la película, veo a mis amigas.
P.E.A.: – ¿Cuánto de autorrefencial utilizaste para crear a cada personaje al ser tan diferentes las personalidades?
Jimena Blanco: – Todo autorreferencial, me basé en mis amigas de la infancia/adolescencia, en otras mujeres que fui conociendo a lo largo de mi vida y hay mucho de mí, de mi personalidad en cada una de ellas.
Cuando escribimos los personajes se fue dando todo muy naturalmente, una completa o desarma a la otra, se complementan entre todas, surge como una necesidad, un diálogo entre los personajes, si un personaje hace o dice algo hay que estar atenta a lo que dicen o hacen los otros personajes, quizás hasta alguno de los personajes le resulte indiferente ese “hacer o decir” y eso también habla sobre el personaje. Fue muy divertido escribir estos personajes, con Lula leíamos los diálogos en voz alta y nos reíamos mucho porque alguna de las dos se acordaba de alguien a quien conocía. Eso todavía me pasa hoy cuando veo la película, veo a mis amigas.
P.E.A.: – Sin spoiliar: ¿siempre tuviste presente el final de Paisaje o surgió durante el rodaje?
La primera versión tenía otro final, este surgió como en la segunda o tercera versión, ya no recuerdo. El final “original” tenía un poco de gusto a nada, necesitaba que pase algo, algo que quiebre, que rompa, que abra otro fragmento. Si escribo más voy a spoilear…
Yo quería que la persona que vea la película se sienta involucrada, invitarla a ser parte, invitar a compartir esos fragmentos que terminan por formar un paisaje de vida, de un momento de la vida.