Por Fernanda Gómez
Todos los caminos conducen a Roma si es que hablamos de una serie que ha sido nominada a todos los premios habidos y por haber. El Martín Fierro de Oro junto con los premios Tato fueron el puntapié inicial para darle curso a una segunda temporada de ésta producción de Underground tan jugada como impactante.
Los primeros trece episodios de El Marginal marcaban el regreso del famoso drama policial (o drama carcelario si es que gusta más) que comenzó con series como Tumberos, y continuó abriéndose hacia otros ámbitos del bajo fondo bonaerense. Pero no todos han llegado tan lejos y en el caso de El Marginal se redobla la apuesta para demostrarlo.
La historia nos lleva de vuelta al penal de San Onofre, tres años antes de los sucesos ocurridos en la primer temporada, donde presenciamos el ingreso de los hermanos Borges. Allí tendrán que lidiar con el “capo” del lugar, el Sapo (interpretado por un temible Roly Serrano) que es quien maneja todo ahí. A todo esto, se suma Esteban Lamothe, quien interpreta a un médico que fue condenado a prisión de manera injusta y será un personaje clave para el desarrollo de la historia.
Sin Luis Ortega en la dirección, esta vez son Adrián Caetano y Alejandro Ciancio los que se 
encargan de la tarea, logrando un perfecto equilibrio entre un inicio bien presentado y un desarrollo atrapante. El vértigo, la adrenalina y la brutalidad de ciertas escenas son el condimento especial para una temporada que apuesta todo a la violencia y la sangre, sin dejar de lado el tono denunciativo hacia un sistema carcelario sumamente burocrático y despiadado.
No hay un solo momento en este primer episodio que se sientan los 50 minutos de duración, ya que la agilidad con la que la narración avanza es la clave para llevar adelante un guion minucioso en sus descripciones y audaz en su relato. Es muy probable que los ocho capítulos que componen esta segunda temporada dejen un sabor a poco para la audiencia, pero no hay dudas de que serán muy bien aprovechados, y quién sabe, habrá penal de San Onofre para rato.
