Gracias al rebote en redes y a la fuerte repercusión del boca a boca, la serie policial El marginal que pasó como una ráfaga por la tv pública con escaso ráting en épocas del fútbol para todos y luego sin ese programa cobró otro tono al conocerse la grata noticia de una continuidad para una temporada acotada en formato de pre cuela, El marginal 2 Enorme desafío para sus autores, entre ellos, el guionista Guillermo Salmerón. Tuvimos la chance de preguntarle detalles y datos de color de esta serie, que día a día suma adeptos, gana espacios e incluso se recomienda como una de las posibles ofertas de series policiales en Netflix.
Pablo Ernesto Arahuete: -¿Cuánto de ficción y cuánto de historias reales deformadas en ficción ocupan el corazón de la serie El Marginal? ¿Dónde empieza y termina el proceso de escritura de guión propiamente dicho?
Guillermo Salmerón: – No hicimos un proceso de búsqueda de historia para esta segunda temporada. Ya teníamos material acopiado, que había quedado afuera en la primera temporada. Para la primera hicimos recorrida por cárceles, entrevista con presos o ex presos, personal que trabaja en las prisiones, siempre con la idea de tener un acercamiento a ese mundo pero no con la intención de reflejar una realidad carcelaria, o crear un relato testimonial capaz de echar un manto de luz sobre la situación de las cárceles argentinas. Fue con ese criterio que utilizamos nombres de fantasía como San Onofre para la prisión de la serie por ejemplo, para no relacionarlo con ningún lugar real en particular. Si bien muchas de las historias que nos contaron en las entrevistas fueron transformadas en el relato, ninguno de los personajes se inspira en alguien real. Tomábamos sin embargo rasgos o características puntuales. Aprovecho para reforzar la idea por algunas cosas que se dijeron de la serie en relación a la estigmatización o falsa visión de la realidad que yo soy respetuoso del trabajo que hace la gente en la cárcel. Nunca nos tomamos esta serie como un relato testimonial o de investigación. Buscamos con Silvina Olschansky, co guionista de las dos temporadas, hacer un producto de televisión entretenido, nada más. Por eso los elementos policiales en la primera temporada y ahora en la segunda que disminuyeron un poquito en esta temporada porque priorizamos en los personajes que empatizaron con el público. El marginal es televisión comercial, a nosotros no nos paga una ONG para realizar documentales. No nos hacemos responsables si alguien ve ya sea espectador común o funcionarios políticos un reflejo de las cárceles en la serie como una interpretación que solamente corre por cuenta de ellos.
P.E.A: -¿Qué desafíos te representa encarar una precuela teniendo en cuenta que por lógica aquel espectador que vio la primera temporada conoce mucho de varios personajes centrales como Los Borges, la asistente social y otros de menor peso dramático aunque sumamente ricos en características o detalles desde su carnadura de personaje escrito?
Guillermo Salmerón: – Con este ciclo hicimos algo más complicado en relación a otros proyectos de series con menos trabajo previo. Siempre apuntamos a que la historia contara su verdad. Teníamos un ámbito, un espacio definido y había que lograr interacción entre los personajes. Al principio la trama tuvo fuertes elementos de misterio y policial, con un personaje central de un objetivo muy marcado con el propósito de que fuese él quien nos condujera en la historia. Que fuera en cierta forma la mirada del público que entra junto al personaje a ese mundo. Básicamente Sebastián Ortega y Pablo Cullel nos convocaron para El marginal porque nosotros habíamos escrito ya otros policiales de ficción. Respecto a la precuela, nunca pensamos que iba a tener tanta repercusión la primera temporada. Pensábamos que como en el caso de otros ciclos que hicimos para la tv pública, que ganaron incluso premios pero no tuvieron casi audiencia, iba a pasarnos lo mismo. Eso entre otras cosas se debía a la falta de respeto y desidia ante los productos, a no darle promoción adecuada. Muy pocos se enteraban y sumado a nuestra poca fe en una continuidad, hicimos mierda a muchos personajes (Risas) y cuando apareció el rumor de una segunda temporada en realidad al principio no sabíamos qué hacer. Resucitarlos no era una buena opción (Risas). No vimos otra alternativa que hacer la precuela. Respetamos eso sí los saltos de continuidad, nos fuimos para atrás y además hay guiños permanentes. Aunque, la arquitectura es bien sólida.
P.E.A: -En El Marginal y su universo conviven elementos de género que la alejan de una etiqueta comercial de estilo drama-carcelario ¿Qué tuviste presente a la hora de pensar esta serie evidentemente dramática pero puramente policial con chispazos de critica social, algo de ironía y alivios cómicos en el apartado de las charlas de los hermanos Borges?
Guillermo Salmerón: –
Algo que muy pocos saben de la primera temporada y que a mí en lo personal me lleva a tener mayor expectativa con El marginal 2 es que se filmaron y escribieron treinta capítulos de media hora. Ése fue el proyecto original que se hicieron bajo la gestión en la tv público del Gobierno anterior y duraban media hora por el dominio de Fútbol para todos, el horario era desparejo, ellos querían algo corto para asegurar una frecuencia permanente. Con el cambio de gestión y de Gobierno que nos agarró en el medio, la nueva dirección de la tv pública y Sebastián Ortega tomaron la decisión de llevar esos treinta capítulos a solamente trece episodios de la primera temporada. Un corte brutal de todo lo que se había hecho hasta ese momento. El resultado fue un ciclo vertiginoso donde se encuentran únicamente los hitos de la historia original y así quedó muy poco reflejado mucho de lo que queríamos contar como el mundo femenino, la interacción de los presos con las familias. Cada oasis como la historia particular de cada preso, las charlas, clases de teatro que le ponían un poquito más de iluminación a la historia, todo eso se perdió. Por eso con esta precuela, de ocho capítulos, nos dimos el gusto para retomar aquello y a mí como autor me interesa más eso que el vértigo y los muertos de la primera. Imaginate que teníamos treinta ganchos de capítulos que en el nuevo formato quedaron algunos entre medio en el mismo capítulo. Por ejemplo tiraste el gancho en el bloque uno de un capítulo que correspondía a otro bloque de otro capítulo posterior o anterior, y ahí el vértigo al que te hago referencia. Mucho giro dramático en ese vértigo. En mí caso particular que vengo de la producción antes que de la autoría no tengo mucha técnica de guión. Soy más bien caótico para escribir, más intuitivo, si lo que escribo me aburre ya voy hacia otro lado. Lo único que tengo siempre claro es la búsqueda de conflicto permanente. A veces se le pide a la serie más historias de solidaridad entre personajes, amor y menos guerra pero yo para laburar bien necesito que haya mucho conflicto. Más que retrato de amistad en un pabellón, necesito disputa de poder, confrontación con antagonistas. Otra cosa que llama la atención respecto a mi trabajo es que yo no acostumbro a ver series, aunque algunas me encantan obviamente me parece que las series contaminaron mucho el mundo autoral. Me ha pasado en reuniones de trabajo donde en un principio se pensaban ideas para determinadas historias o programas que las propuestas de todos fuesen… hagamos un personaje como el de tal serie, o que tenga un conflicto parecido al de la serie tal… Ese modo me llevó a decidir cortar con las series, no mirar más para decir de antemano en las reuniones de laburo no tengo idea de lo que me hablás, no la veo. Pensemos los personajes a partir de la historia. Esto no es un blockbuster.
P.E.A: -Qué te dejó la otra serie carcelaria de Caetano e Ideas del Sur Tumberos, muy audaz para le época y la oferta de series Argentinas del momento?
Guillermo Salmerón: – No vi Tumberos (Risas), me hablaron mucho. Así igual caí en Underground (NDR: Productora de Sebastián Ortega, involucrada en Tumberos.) Si vi el primer capítulo como para situarme un poco pero no sé, es como que quedó tan viejo respecto a las series de hoy. Supongo que para la época era innovador pero para mí que lo vi ahora era como distractivo en función a lo que tenía que hacer. Por otro lado partí de la idea de despojarme de Tumberos para no condicionarme. Preferí siempre que me avisaran otros si algo de lo que yo ponía en El marginal tuviese alguna correspondencia con Tumberos. No la vi ni antes ni ahora que me llamaron para este proyecto.
P.E.A: -¿Qué criterios seguís para ubicar los personajes y decidir si viven o mueren teniendo presente el código que respeta a rajatabla este relato y que lo hace incierto en cuanto a la probables catástrofes en un motín, ajuste de cuentas o batalla campal por el poder de un bando sobre otro?
Guillermo Salmerón: – Tengo una idea más o menos aproximada del punto final al que quiero llegar. Me dejo llevar por la historia porque si no estaría condicionada y prefiero dejarlo en manos de la carnadura que va tomando cada personaje. Había momentos que un personaje era tan antipático que había que matarlo, reunía todas las fichas para eliminarlo. Pero llegó un momento que eliminé tantos personajes que cuando llegó la secuencia con el antipático pensé que lo mejor que le podía pasar, lo menos esperado por todos, era precisamente lo contrario, que no le pase nada terrible. Me cansé de matar gente (Risas) y te confieso que no es de lo que más a mí me gusta escribir. Imaginate ahora estoy escribiendo una ficción sobre la vida de Maradona y me divierto mucho más.
P.E.A: -Pensar en la cárcel, en los barrotes y en el encierro para encontrarle sentido ¿Te lleva a replantear valores abstractos como la libertad, el amor, la amistad, el instinto y la condición humana despojada de todo artificio intelectual?
Guillermo Salmerón: – No hay replanteos que me haga por el tipo de historia que estamos contando. Lo que sí me pasa en esos momentos de recorridas por lugares, entrevistas con gente y esas cosas es que valoro mucho la profesión porque de haber tenido otro laburo habría un montón de cosas a las cuales no hubiese podido tener acceso. La primera vez que me pasó fue con el ciclo Televisión por la identidad, donde fui productor y autor de algunos capítulos, y de repente estaba hablando con una abuela de Plaza de Mayo o la historia de un nieto recuperado con su relato de apropiación. Yo provengo de una familia de clase media baja y de chico no tenía expectativas de llegar a hacer laburos creativos. Gracias a este laburo tengo la oportunidad de estar sentado acá o conocer algo de la cárcel no como preso (Risas). Sin replantearme mucho lo que a veces me pasa en ese proceso de descubrimiento es por ejemplo pensar cómo vive este tipo, en el olor particular de un lugar como la cárcel o en el laburo que hace una maestra que todos los días se mete en la cárcel para enseñar a los que están adentro.