Por Pablo Arahuete
Todo parece al comienzo un documental familiar donde un sobrino nieto y su tía abuela intercambian charlas, paseos, historias familiares y la posible o no herencia cuando ella de las hurras de este mundo terrenal. Pero Flora no es un canto a la vida es mucho más que eso a pesar de su formato y registro con una cámara que capta todo. Es entre otras cosas un homenaje a una persona que gracias a la imagen no ha terminado de desaparecer. Su director, protagonista, sobrino nieto, Iair Said nos cuenta en esta entrevista exclusiva la experiencia de haber convertido una idea pequeña, una inquietud algo más grande en una película grande.
Una de las intenciones de la película es inmortalizar a Flora. Ella no tenía a nadie que la pudiera llorar, ni recordar.
Pablo Ernesto Arahuete: – En el comienzo de Flora... aparece un cartel que aclara: Este documental fue realizado sin el consentimiento de su protagonista. ¿El sentido del cartel marca de cierta forma tu mirada sobre el género en su cruce con la ficción o forma parte de un juego del dispositivo planteado entre estos dos personajes?
Iair Said: –Por un lado, con esa aclaración me interesaba que para el espectador, el debate luego de ver la película no fuese si Flora sabía o no sabía que estaba siendo filmada. La respuesta ya la tiene. No, no sabía. Quería saltear ese paso ético, dejando en claro desde un comienzo que yo me estoy aprovechando de ella. Generar una incomodidad desde el principio en el espectador. Un joven aprovechándose de una vieja. Listo ya se sabe, pero ¿qué más pasa en la película? La idea es trascender esa duda. Que los cuestionamientos morales pasasen por otro lado y a la vez generar cierta empatía con mi personaje. Me parece que cuando uno asume lo que es, puede caer más simpático que si uno no lo aceptara. Desde el vamos me muestro como un miserable que se está aprovechando de esta circunstancia. Ya me estoy señalando solo, pero debatamos luego si ese aprovechamiento en distinta escala no es mutuo. Si Flora no se aprovecha de mi para tener compañía. Y por otro lado hacer cómplice y testigo al público sin su consentimiento. Van a ver algo que está realizado contra la voluntad de uno de los protagonistas. ¿Deciden verlo igual? ¿Qué les puede generar eso?
P.E.A.: – Tengo entendido que te llevó unos cinco años el armado completo, ¿sufrió muchos cambios en lo que a estructura narrativa se refiere, más allá de los cambios lógicos entre ustedes dos?
Iair Said: –Sí. Se fue transformando. Empezó siendo un cortometraje más liviano y superficial donde conectábamos a través de los objetos que ella me iba heredando. Fue cambiando de lugar el conflicto y nuestro vínculo se fue profundizando y sumando capas narrativas a la película a lo largo de los años. Pero su deseo de morir y organizar su muerte estaba presente desde el principio.
P.E.A.: – Si bien entre otras cosas en la película surge la subtrama de la herencia y la falta de herederos hay como un contrapunto entre lo material y el despojo, con la interferencia de la zona afectiva. ¿Cómo trabajaste esta zona al componer tu personaje dada tu enorme afinidad con la protagonista?
Iair Said: –A mí no me interesaban los objetos que ella tenía para darme, pero los objetos para ella eran oro. Se aferraba a los objetos y los mimaba. No era una acumuladora, pero era una conservadora. Su lámpara de pie, aún conservaba el nylon desde que la había comprado en los años 60. Aceptando esos objetos como obsequios era la única manera que ella se dejaba ver. “Tengo una calculadora para darte” y si yo la aceptaba ella accedía a que nos viéramos. Recluté vestidos viejos con olor a cigarrillo, polveras de época, carteras, cuadernos, etc. Todos objetos inútiles para mí que se convertían en el único nexo entre ella y yo. Yo tenía un interés real que era su departamento. Los regalos anteriores los sentía como pasos previos a convertirme en su heredero. El afecto fue creciendo a medida que pasaba el tiempo y mi interés fue mutando. Incluso pensaba en si no me iba a quedar con su departamento, al menos iba a tener una primera película. De esa manera también surgió la idea de convertir lo que filmaba en una película.
P.E.A.: – Tengo entendido que arrancaste con el proyecto sin guión y que se fue conformando a partir del proceso de montaje con Flor Efrón. ¿Qué predominó en ese armado, la imagen o el subtexto en la imagen?
Iair Said: –El trabajo con Flor fue fundamental para que esto se conviertiera en película. Para mí es casi una co-dirección. Nos entendimos desde el minuto cero y estuvimos de acuerdo en todo el proceso en los cambios, las falencias y los aciertos que hacían que funcionara mejor la historia que queríamos contar. La imagen no predominó nunca. Hasta último momento tuvimos que eliminar chistes o cosas que a nosotros nos gustaban, o nos parecían atractivas visualmente, para hacer predominar el relato. De hecho ahora cuando tuve que hacer tráilers y teasers para la prensa me entero que habíamos volado cosas que estuvieron en la peli durante años y decidimos sacar a último momento. La vi tantas veces la película a lo largo de 7 años. Pero siempre le encuentro una parte nueva que me había olvidado o que agregamos a último momento.
P.E.A.: – Imagino que al tener un vínculo muy fuerte con Flora te viste inmerso en dilemas para no exponerla o dejar una impresión única sobre ella. ¿Por dónde pasaron tus límites entre la intimidad, el documental, y tu afinidad con ella?
Iair Said: –Desde un principio decidimos con la montajista, Flor Efron, no exponerla a ella en su intimidad. No hablar sobre su vida privada. Sólo dejar las cosas que hacían a mi relación con ella y mis raíces y mi historia, porque de eso sí soy dueño. Ella contaba muchas intimidades sobre su pasado, sus relaciones amorosas o sus relaciones interpersonales, pero me parecía que exponerla de ese modo sería estar riéndose de ella y ese es un lugar que siempre quisimos evitar. Cuestiono a los realizadores que aprovechan la debilidad de sus protagonistas para burlarse de ellos a sabiendas que esa debilidad los deja expuestos. Preferí mostrar mis miserias que las que consideraba suyas. Preferí exponerme porque era yo quién tendría el corte final y las decisiones sobre la narración. Me parecía injusto de otra manera. Intenté priorizar nuestra relación por frente al personaje que era ella. Además me parecía más particular nuestro vínculo y la historia que el morbo que puede generar saber datos personales sobre ella. Uno que dejamos afuera que me gustaba era que según ella fue la primera mujer en Argentina en aprender a manejar, por ejemplo. Era un dato que no sumaba, pero coloreaba y creaba mundo. Creo que su visión del mundo queda clarísima sin tener que contar detalles de su vida personal.
P.E.A.: – ¿Qué te aporta a vos el humor para hablar de la muerte entre otras cosas difíciles de digerir?
Iair Said: –Por eso hice la peli. Me ayuda a descomprimir y a bajar la muerte a la tierra. Siempre es un tema tabú al que le tuve mucho miedo desde chico. “La muerte”. Pero es ridículo ese miedo. Como dice Flora “Desde que nacés, sabés que te vas a morir”. Una vez vi una película muy sonsa en el cine “Muerte en un funeral”, una película cómica sobre la muerte de un familiar llena de enredos en el velatorio. Estaba rodeado de personas de la tercera edad. Se reían a carcajadas. Tanto que me emocionaba cómo se reían, y entendí que es necesario ver a la muerte con humor. Ellos necesitaban que algo que se les acercaba, en teoría más rápido que a mí por una cuestión lógica y longeva, fuera más liviano y con humor. No pensar a la muerte como lo peor que nos puede pasar, porque no la vamos a poder evitar aunque pensemos eso. Aceptar que nos va a pasar, y poder disfrutar de lo que nos pase hasta que llegue ese momento. En ese sentido yo disfruto más la vida riéndome que sufriendo.
Flora ve la muerte como un trámite. A mí me ayudó mucho esa perspectiva de la vida para naturalizarla. Claro. Es algo que va a pasar, hay que organizar ésto, esto otro y aquello. Punto. No puedo despertarme todos los días con miedo a morir, porque no es lógico vivir así. Pero el miedo a la muerte es también, el miedo a no trascender en este plano físico que es la tierra.
Una de las intenciones de la película es inmortalizar a Flora. Ella no tenía a nadie que la pudiera llorar, ni recordar. Pero que la muerte no signifique que nadie va a recordarla, por eso esta película, para que ella no muera y viva en los corazones de cada persona que la vio en la pantalla.
Cuestiono a los realizadores que aprovechan la debilidad de sus protagonistas para burlarse de ellos a sabiendas que esa debilidad los deja expuestos.
P.E.A.: – ¿Cómo manejaste tu propia exposición, me refiero al director del documental Flora…, al personaje, y al sobrino nieto de la vida real?
Iair Said: –Al principio no quería aparecer para nada. Pero la historia lo requería y los recursos también. No era suficiente el material para contar la historia que queríamos contar. Tuve que intervenir desde mi voz al principio y desde mi imagen luego.
Soy actor pero muy tímido. No me gusta aparecer en imagen cuando no estoy actuando. Me dan pánicos los videos en los casamientos cuando te filman, o las notas periodísticas filmadas. Pero fue una decisión necesaria romper esa fobia para hacer fluir el relato.
P.E.A.: – Más allá de tu experiencia personal y tus motivos, ¿Cuál creés que es el sentido de los documentales sobre familias en relación al interés del público?
Iair Said: –Un documental que a mi me inspiró mucho fue Papirosen, de Gastón Solniki. Como realizador, cuando soy público, me pasa que me resulta inspirador ver cómo el cine puede estar tan cerca y al alcance de nuestra mano como lo está en el propio núcleo familiar. Supongo que al público le sirven para exorcizar sus propias miserias familiares sentirse identificado con lo que ve. En lo personal, no fue un planteo previo, sino que fue una historia que me pareció interesante para contar. Flora nunca fue un tema en mi familia antes de la película. No era alguien cercana a nosotros en la cotidianidad. Quizás, si hubiese tenido esa historia con alguien que no fuera de mi familia también lo hubiera hecho.
No me gustan los documentales de denuncia, pero son como usualmente se conoce a los documentales. Yo nunca me pensé como un realizador de este género y de hecho no pienso nunca más hacer un documental. Pero entendí que puede tener distintos formatos y formas de realizarse y puede estar lleno de humor.
P.E.A.: – ¿Qué opinión te merece el panorama global del cine argentino en cuanto a producción, contenido y calidad artística?, ¿Si tuvieras que destacar uno de los logros de la nueva gestión, cuál sería?
Iair Said: –Me da miedo el futuro de nuestro cine. Presenté proyectos hace un tiempo en el INCAA y tardaron meses en crear comités para aprobarlos. Los que manejan la cultura en nuestro país no están a la altura de lo que los que hacemos cultura necesitamos para poder hacer. Los tiempos burocráticos, los amiguismos, el poco compromiso puesto hace que sea desmotivador trabajar en este área muchas veces. Nos habíamos acostumbrado a tener trabajo y generar proyectos y contenidos muy interesantes. Eso desapareció de un día para el otro.
Yo dirijo castings de cine. En series y películas de distintos presupuestos. Hace tiempo que no aparecen películas para hacer.
Los logros son que cada vez hay que rebuscársela más para poder realizar una película. No hay manera de no tener activa la cabeza y trabajar la imaginación.
No tengo mucho para destacar. Lo único que se me ocurre es que en el gobierno de la ciudad recuperaron el espacio de la Bienal, que es una plataforma para hacer, motivadora para los jóvenes y seria y con buenos premios. Pero viene desde hace unos años.
Yo nunca me pensé como un realizador de este género y de hecho no pienso nunca más hacer un documental.
P.E.A. :- Como parte de estos nuevos lenguajes, se instala el de las plataformas cada vez con más fuerza y diversidad de contenidos. ¿Por dónde pasan según tu opinión los límites o riesgos de este tipo de producción?
Iair Said: –Los límites son en general económicos me parece. Los riesgos pueden ser pensar que una buena cámara te resuelve una buena película y eso no es así. He visto muchas series o películas nuevas realizadas con cámaras ultramodernas, pero con mucho descuido en el arte, o el guión, y si bien la calidad de la imagen es moderna, no alcanza para hacer una historia particular.
Eso en cuanto a las nuevas tecnologías. Con respecto a las plataformas, creo que cualquier canal nuevo es válido y bienvenido. Parte del proceso del artista, o de una obra es compartirla. Cuantas más formas y canales para que eso suceda haya, mejor para todos. Creo que el arte tiene que ser accesible y no elitista. Estas plataformas nos acercan a los espectadores con las obras, y a los realizadores con el público.