Por Pablo Arahuete
Ha pasado un tiempo considerable entre aquella primera entrega de Plaga zombie (1997), básicamente un trabajo amateur pero de pleno amor por el cine y por el género en el que incursiona, y esta flamante Soy tóxico (2018) que firma el siempre recargado Pablo Parés (integrante de la mítica Farsa Producciones). No sólo por lo enérgico sino también por lo prolífico ya que sigue sumando proyectos bien recibidos por los muchos adeptos a esta clase de relatos. Con la excusa del Festival Cine en Grande, donde se está exhibiendo su filme más reciente, el realizador de Daemonium: Underground Soldier (2015) se prestó gentilmente a una entrevista que compartimos a continuación.
Pablo E. Arahuete: -¿Qué chances creativas te da un género poco explotado en el cine Argentino?
Pablo Parés: –Hacer cine Argentino es casi un sinónimo de hacer cine de bajo presupuesto. Son muy pocas las películas nacionales que se emparejan con los presupuestos del resto del mundo. Y el cine de género, por su naturaleza fantástica, siempre necesitó de presupuestos más grandes para el vestuario, el arte, los efectos especiales, las locaciones, etc.. Considerando esto, hacer cine de género con pocos recursos se vuelve un ejercicio creativo infinito. La única forma de lograr un resultado digno es siendo muy creativo con las soluciones para cada problema. Cada pequeño paso de la producción necesita de una solución creativa, convirtiendo a estos proyectos en verdaderos potenciadores de límites.
P.E.A: -¿Considerás a la antropofagia como el último eslabón de la involución del hombre?
Pablo Parés: –En lo personal, creo que no. No soy una persona religiosa, no veo mucha diferencia entre comer una planta, un pez, una vaca o una persona. Todos son seres vivos.
P.E.A: -¿Qué te motivó a contar una historia ambientada en una Argentina futurista y destruida?
Pablo Parés: –El puntapié inicial lo dio un productor norteamericano, que nos encargó un guión post apocalíptico para rodar en el Valle de la Luna. Corrían los años 2000 y con el derrumbe de las Torres Gemelas, daba la sensación de que se venían muchos años de guerra. Todo esto nos hizo pensar en “como sería un futuro en Sudamérica, convertida en el cementerio del mundo”.
P.E.A: -¿Qué le falta al cine de género Argentino para lograr una amalgama entre producción- exhibición y público?
Pablo Parés: –Mucho presupuesto. Hay talento, hay experiencia, hay técnica, hay ideas, estos últimos años aprendimos mucho, pero nos está faltando la financiación. La actual administración del INCAA está estrangulando al cine nacional, priorizando solo a unas pocas producciones por año. Esto, sumado a un sistema industrial inflexible que solo se activa con dinero, está generando un parate en el crecimiento de nuestro cine. Si no queremos ver desaparecer a una generación de directores, es esencial que la situación se revierta cuanto antes.
Reseña por Pablo Arahuete
Soy Tóxico, de Pablo Parés
Se proyecta el 15/05/19 a las 20 hs. en la Sala Nini Marshall, Ushuaia
Entre cráneos y carne, se define la Argentina futurista creada por Pablo Parés en este opus que respeta los códigos de género de las películas de zombis y contagio, con el plus de pensar en una Argentina elegida por el Norte como cementerio del mundo tras los embates de una brutal masacre bacteriológica. El hambre domina y también la antropofagia como recurso final para sobrevivir entre ruinas y clanes psicóticos o al menos entre muertos que alguna vez no lo fueron.
Soy tóxico es una película donde se conjuga la creatividad para resolver una puesta en escena demandante y que gracias a un elenco bien elegido donde destaca la presencia de Horacio Fontova en otro personaje para lucirse, secundado por Esteban Prol y el ascendente Sergio Podeley logran inmediatamente captar la atención y transmiten una intensidad sostenida con alguna dosis de humor y drama para matizar una historia que va más allá de comer carne humana.