Por Maximiliano Curcio
Un joven Orson Welles conmocionaba a Hollywood con su ópera prima, una película de características de leyenda a la que el autor se adentró de lleno una vez que fracasó su intento de llevar a la pantalla grande “El Corazón de las Tinieblas”, de Joseph Conrad. Los estudios RKO se la jugaron por la pródiga concepción de un rebelde y novel cineasta y le ofrecieron a Welles un contrato multiaño con todas las libertades cuando vieron la magnífica adaptación radial que hizo de “La Guerra de los Mundos”.
Ni bien estrenada la película, la percepción en torno a Citizen Kane instauró un halo de polémica y debate interminable, en donde público y crítica diversificaron las miradas acerca del film. Su aceptación no había sido unánime y su consideración como la mejor película de todos los tiempos sería una distinción que tardaría años en llegar.
En 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, Orson Welles revoluciona al mundo del cine con una descomunal exhibición de talento. Sentenciada, tiempo después, como la película que marca un antes y un después en la historia del séptimo arte, Citizen Kane es una obra de arte de un poder inmenso, una película magistral realizada por un joven prodigio de sólo 26 años de edad, que reinventa con impetuosa personalidad varios conceptos cinematográficos de primer orden.
Considerada como la transición del lenguaje cinematográfico hacia un estadio de madurez superlativo, resulta paradójico que en su época no obtuviera un gran éxito de público ni se llevara el reconocimiento que la irreverencia e incorrección política de su creador le privara de conseguir. El paso del tiempo colocó merecidamente al film en su merecido pedestal y la ópera prima de Welles trascendió como un infalible argumento convertido en obra maestra tardíamente reivindicada.
En tiempos de convivencia con directores consagrados de la talla de John Ford, Howard Hawks o William Wyler, el firmamento hollywoodense transitaba el comienzo de su Edad de Oro. Bajo esa tesitura se ubica un film como El Ciudadano, magna obra de original estructura narrativa e inédita estilización visual, acerca del polémico accionar de un magnate de los medios de comunicación. La intriga encuentra su génesis en una palabra clave dentro del glosario cinematográfico del amante cinéfilo: Rosebud.
La historia contada en El Ciudadano hablaba de un hombre nacido en la pobreza que llegaría a triunfar de tal manera extendiendo su enorme imperio a registros impensados, convirtiéndose en un auténtico magnate con vinculaciones políticas y ambiciones de poder sin límites. Su vertiginosa cúspide le acarrearía un descenso vertiginoso que lo haría acabar sus días en la desidia y el olvido. Un insignificante objeto infantil de la infancia se constituiría en la paradoja misma de su vida: ¿puede una sola palabra explicar la existencia de un hombre?
Esta compleja pieza narrativa, de indudable audacia para la época encuentra su estructura narrativa a manera de retrospectiva que nos proponen como espectadores descubrir quién es realmente este enigmático ciudadano Kane. Mediante una concepción revolucionaria del lenguaje para la época, el relato se enfoca en los testimonios de las personas de su entorno que más lo conocieron, quienes dan sus puntos de vista bien ambiguos entre sí sobre aspectos íntimos de Charles Foster Kane. Una galería de personajes brindaría sus testimonios de forma bien diversa, ya sea poniendo en tela de juicio la ética y la moral de este personaje, o bien ensalzando al mismo.
La astucia e ingenio de Welles con la cámara queda evidenciada en el uso de los primeros planos, planos medios y planos detalle en un enfoque simultáneo que daba por tierra con todo lo conocido hasta entonces. Sumado al portentoso uso de los encuadres y a variados juegos de focos que emplea, nos encontramos frente a un innovador del lenguaje. Como era costumbre en Welles, éste rompía con las reglas establecidas por el sistema, posicionándose como un artista de vanguardia. Su arrojo denotaba un cineasta joven, hambriento y con una visión moderna de hacer cine.
El reparto de esta película ofrece un dueto actoral antológico. Orson Welles se muestra desafiante en la piel del singular ciudadano Kane, retratándolo a lo largo de los años a medida que fortalece su imperio, mientras que Joseph Cotten (un asiduo colaborador del director) es un sólido baluarte de reparto, vital en el desarrollo de la trama. La paralela labor de Welles detrás de cámara es sencillamente magnifica: con un estilo de montaje adelantado para su época y el uso de una fotografía preciosa (obra de Gregg Toland, otro habitual en su equipo de trabajo) consigue capturar la esencia de los climas que visten a la película de un aura mítica.
Para muchos especialistas El Ciudadano es, ni más ni menos, el mejor film de todos los tiempos.
Título: El ciudadano.
Título Original: Citizen Kane.
Dirección: Orson Welles.
Guion: Orson Welles & Herman J. Mankiewicz.
Dirección de fotografía (ByN): Gregg Toland.
Música: Bernard Herrmann.
Intérpretes: Orson Welles, Joseph Cotten, Everett Sloane, George Coulouris, Dorothy Comingore, Ray Collins, Agnes Moorehead, Paul Stewart, Ruth Warrick, Erskine Sanford, William Alland, Alan Ladd, Arthur O’Connell y Fortunio Bonanova.
Género: Drama.
Duración: 119 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 1941