Por Pablo Arahuete
La realizadora sevillana Celia Rico Clavellino estrenó su opera prima Viaje al cuarto de una madre en el último Festival de San Sebastián donde obtuvo el Premio de la Juventud además de su participación en la competencia New Directors (ganó una mención). Este año también se llevó el Premio Goya a la Mejor Dirección Novel. A días del estreno de su filme en la Argentina, CineFreaks ha tenido la posibilidad de entrevistar a esta artista a la que se le augura un gran futuro por talento y edad (nació en 1982). Compartimos con los lectores esta charla donde se desgranan temas derivados de su rol como directora y distintas consideraciones sobre la realización de su película, y el estado general del cine actual tomando en cuenta los nuevos cambios de paradigma que se observan por estos días.
Pablo Arahuete: –¿Qué es lo primero que cambia en la relación madre e hija cuando hay un padre ausente?
Celia Rico Clavellino: –Supongo que en cada familia las cosas se viven de una manera distinta. Tampoco puedo generalizar ni hablar en primera persona porque no es algo que yo haya vivido, afortunadamente. Por eso mismo he tratado de leer mucho sobre el tema del duelo y he escrito el guion con enorme respeto. Imaginé que la madre e hija de esta historia no se permitirían llorar delante de la otra ni estarían preparadas aún para compartir el dolor por la ausencia del padre. ¿Acaso se está preparado alguna vez? Pensé que la muerte del padre podía unirlas mucho y a la vez distanciarlas. Cualquier cosa que le pasara a una, la otra lo detectaría inmediatamente y ambas serían conscientes de que cualquier flaqueo en la vida de una podría desestabilizar a la otra. Así que se mostrarían más fuertes de lo que realmente eran y todo el dolor iría por dentro. Imaginé también que la hija, incapaz de expresar sus sentimientos a la madre, necesitaría irse lejos para poder llorar en soledad. La madre, en cambio, aferrada a su hija, necesitaría sentir un enorme vacío con su partida para poder afrontar la ausencia que verdaderamente duele.
P.A.: –En esta exploración del vínculo madre e hija y en las trasformaciones que se van dando a lo largo de la película: ¿hay algo del personaje de Leonor con lo que te identificás?
Celia Rico Clavellino: –Hay mucho de mí en Leonor, aunque yo no haya pasado por una situación parecida. Y es que esta película la he escrito desde mi mirada como hija, preguntándome cuál es el papel que desempeñamos en la relación con nuestros padres y qué se espera de nosotros como hijos. Leonor es una chica de pueblo, como yo. Al igual que ella, yo también me marché lejos de casa buscando mi independencia. Mi madre, como Estrella, es costurera de profesión. Pero no quería hacer una película autobiográfica, tomé cosas personales para ponerle corazón al trabajo y construir desde un lugar conocido y honesto. Al final, la película es un homenaje a mis padres, a todo ese amor que han depositado en mí, y habla de cómo eso se convierte también en una responsabilidad en mí como hija. No lo planteé así de inicio, no fue tan calculado, pero ahora creo que hacer la película fue una manera de devolverles algo de ese amor, de corresponderles de alguna manera.
P.A.: –Más allá de transcurrir gran parte de la película en una locación -por momentos se diría con cierta similitud a lo teatral- puntualmente quería conocer ¿cómo planteaste la puesta en escena teniendo en cuenta que lo que predomina es la intimidad de los personajes y mucho más cuando irrumpe el vacío de la ausencia en ese espacio?
Celia Rico Clavellino: –Siempre parto de la casa, que para mí es el espacio protegido, donde compartir algo al calor de las personas cercanas. Sin embargo, a menudo, uno podría pasarse la vida a resguardo, mientras la vida pasa allí fuera, a la intemperie. La locación de la casa cumplía esta doble función de refugio y a la vez cárcel, como una tela de araña. Creo que fue muy valioso trabajar la relación materno-filial desde esta sensación física de estar atrapadas en el sofá de casa, tapadas por las faldas de una mesa-camilla que bien podría haber sido la prolongación del espacio uterino: estar bajo la misma piel, ser dos y a la vez una. Gracias a esta idea tan acotada del espacio escénico pudimos construir una relación entre ellas cercana e íntima, pero también invasiva y agobiante. Allí donde estuviera una, aparecería la otra detrás de una puerta, en el pasillo o en el fuera de campo sonoro, haciendo visible esa relación de dependencia entre ambas que, luego, cuando la hija se va, dará un vuelco.
P:A.: –Tengo entendido que para el rol de la madre una de las premisas que pensaste era que la actriz elegida no haya pasado por la experiencia de la maternidad. De ahí, la llegada de Lola Dueñas ¿cómo fue el trabajo con ella y qué te aportó desde su mirada de no madre para Estrella, su personaje?
Celia Rico Clavellino: –Pensé en Lola Dueñas porque es una actriz con enorme talento y naturalidad, capaz de rellenar una mirada con infinidad de matices y con una gran versatilidad para dar ligereza al drama y, a la vez, dramatizar lo que parece ligero. Cuando ella se leyó el guion y hablamos del personaje, surgió la duda de si era o no adecuado que interpretara a una madre sin ser madre en la vida real. Tuve clarísimo que eso no era un problema, todo lo contrario. De alguna manera, con esta película le daba la oportunidad de explorar ese instinto maternal que nunca ha podido desarrollar. Lola es una persona muy cariñosa y siempre me ha inspirado mucha ternura. Solo necesitábamos eso, su cariño y su ternura. También surgió la idea de engordar para ganar un peso físico con el que sentir la responsabilidad de la maternidad. Y así lo hizo. También aprendió el oficio de la costura, que tanta dedicación y atención al detalle requiere. Eso le ayudó a preparar al personaje de Estrella, siempre atenta y dedicada a su hija.
P:A.: –¿Cómo ves últimamente el rol de las directoras de cine en el ámbito local, qué lugar están ocupando hoy teniendo en cuenta el nuevo cambio de paradigma, que, si bien faltan algunas batallas por ganar, ya es cultural más que la causa de una minoría?
Celia Rico Clavellino: –En los últimos años ha aumentado la presencia de mujeres cineastas en la industria del cine, muchas películas escritas y dirigidas por mujeres viajan a festivales internacionales y ganan premios y, cada vez más, en las salas de cine se estrenan comercialmente sus películas. Sin embargo, a pesar de esta buena noticia y de demostrarse que el cine realizado por mujeres interesa de la misma manera que el que hacen los hombres, las cifras muestran lo poco que hemos avanzado en igualdad. En España, por ejemplo, el balance medio de crecimiento de la representatividad de mujeres en el sector durante los últimos cuatro años ha sido de un 3% y los presupuestos de las películas que dirigen las mujeres son un 50% más bajos que las que dirigen los hombres. Hemos avanzado, pero aún no es suficiente.