Por Maximiliano Curcio
El buen pulso de Arthur Penn para conducir sus historias sumado a su innegable oficio como realizador clásico hacen de La Jauría Humana una obra de visión indispensable, ejemplo de una clase de films que marcó escuela. Corrían los años ’60, rebeldes y revolucionarios, atestado de levantamientos, represiones, proclamaciones de libertad de expresión y liberación sexual. También lucha por los derechos civiles y discriminación racial. Entre la decadencia humana y el resurgir cultural, existe un quiebre social captado a la perfección en esta obra maestra.
Un hombre se fuga de un penal y regresa a su pueblo originario. Allí, la turba enfervorizada por el suceso intenta darle captura. El sheriff del lugar, un hombre de íntegros principios pero que carga una pesada deuda sobre sí, buscará conciliar ambas partes para evitar la tragedia. El enfrentamiento que surge entre la tranquila población y un exrecluso representa el punto de partida de un conflicto que luego cobrará densidad, desatando la paranoia y la persecución al culpable por parte de estos apacibles habitantes.
Incluso hoy en día, lejos de parecer obsoleta, la película aparece como una inquietante visión de una sociedad prejuiciosa que oculta debajo de sí un secreto a punto de revelarse y donde las interrelaciones entre sus integrantes parecieran estar a punto de colapsar. Bajo esta premisa, La Jauría Humana le escapa a los estereotipos clasicistas y racistas para instalarse en una atmósfera tensa y angustiante, oscilante entre el policial y el melodrama.
Penn, agudo y filoso como en su mejor época, deja ver su crítica visión sobre la hipócrita sociedad de aquellos días donde la farsa sostenía a puro artificio a una porción representativa de esta misma. La falsedad imperante depositaba en este núcleo comunitario un ejemplo claro de cómo las leyes vulnerables, injustas y corruptibles derivaban en la violencia y la degradación moral. ¿Recuerdan Furia (1936) de Fritz Lang, cuando la masa revoltosa se amotinaba ante un injusto acusado? Con sus miserias reveladas a la superficie, la razón de la ley dictaminará su justa sentencia, ilustrando lo cruel e implacable que puede llegar a ser la falta de compasión humana.
El impecable reparto del film, tan sólido como extenso, incluye a figuras de la talla del consagrado Marlon Brando y un jovencísimo Robert Redford. También integran el elenco actores como Jane Fonda, Robert Duvall, Angie Dickinson, Jocelyn Brando y James Fox. Inmejorable acompañamiento para una de las más recordadas obras del director del western revisionista Pequeño gran hombre (1970).
Deudora de otros films que exploraran la veta dramática de ‘pueblo chico, infierno grande’ como El Extraño (1946) de Orson Welles, la aparente tranquilidad de un pueblo texano se verá trastocada de forma dramática. Debajo de la superficie, se teje una red de conflictos éticos y morales que ilustran los sentimientos y las especulaciones de sus convulsionados habitantes.
Título: La Jauría Humana.
Título Original: The Chase.
Dirección: Arthur Penn.
Producción: Sam Spiegel para Horizon Pictures y Columbia Pictures.
Guión: Lillian Hellman, sobre novela y obra teatral de Horton Foote.
Dirección de fotografía (Color): Joseph LaShelle.
Música: John Barry.
Montaje: Gene Milford.
Diseño de producción: Richard Day.
Intérpretes: Marlon Brando, Robert Redford, Angie Dickinson, Jane Fonda, Miriam Hopkins, E.G. Marshall, Robert Duvall, James Fox, Martha Hyer, Janice Rule, Richard Bradford y Jocelyn Brando.
Género: Drama, Crimen, Thriller.
Duración: 134 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 1966.