Por Rodrigo Rago
Milagro en la celda 7 es una película turca dirigida por Mehmet Ada Öztekin que actualmente se posiciona como la número 1 en el catálogo argentino de Netflix.
La película trata sobre Memo (Aras Bulut Iynemli), un hombre con retraso madurativo que está a cargo, junto con su abuela, de criar a su joven hija llamada Ova (Nisa Sofiya Aksongur). Tras una serie de eventos desafortunados, Memo es el principal sospechoso de asesinar ni más ni menos que a la hija de un comandante del ejército turco, por lo cual es condenado a prisión y, eventualmente, a morir en la horca.
Milagro en la celda 7 retrata a una sociedad completamente alejada de los conceptos actuales de inclusión que conocemos y adoptamos hoy en día. Memo, una adulto con mente de niño con la única capacidad de dar amor, es tratado como el loco del pueblo: lo insultan, agreden, e incluso hasta llegan a pegarle. Esta sociedad en busca de venganza y llena de odio, condena a Memo sin defensa alguna y lo sumerge en una experiencia desgarradora que es estar en la cárcel lejos de su hija.
Estamos hablando de una trama que no solo refleja la injusticia y la discriminación hacia los más vulnerables, sino que visibiliza cómo un padre, a pesar de su discapacidad mental, hará todo lo posible para volver a estar con su hija y poder ser feliz, ya que es lo único que busca en la vida.
Sólo eso, la película intenta estirar esta trama en sus 130 minutos de duración, no hay desarrollo de personajes salvo los principales, y mucho menos desarrollo de subtramas, como por ejemplo la de los presos que acompañan a Memo en su estadía en la cárcel: sólo son relleno. La película no busca ni tampoco intenta alejarse del clima sentimental que desde el minuto cero comienza a tejer; Milagro en la celda 7 tiene como único objetivo generar emoción y sufrimiento continuamente, no posee otro interés.
Si bien se puede decir que lo consigue (gracias a la empatía que genera está relación entre padre – hija, y sobre todo por la debilidad de Memo), no puedo evitar mencionar que por momentos se encuentra demasiado recargada, hay un abuso constante de los recursos sonoros, de las situaciones sentimentales, y de la carga emocional que contienen algunas escenas. La película exagera en la búsqueda de generar sentimiento en el espectador, no hay sutileza.
Esta exageración produce que la película pierda el ritmo muy fácilmente, que si bien por momentos logra construirlo (al finalizar el primer acto, sobre todo), este se desvanece en minutos gracias a escenas de estilo novelesco que, además de no sumar nada a la trama, desconcierta y hasta por momentos, irrita.
Ya faltando 50 minutos de película, el desenlace se torna tan obvio que aburre. Se pierde con facilidad la atención que desde el segundo acto nos costó conseguir y mantener a la vez. Faltando 15 minutos para el final, un giro narrativo sale en búsqueda de salvar la película y darle, por primera vez, la vuelta de tuerca que le hizo falta a lo largo de su desarrollo. En mi caso, no lo consigue. Sigue siendo una película chata, sencilla. Cuando la búsqueda de generar dolor y sufrimiento se logra con algo vulnerable y frágil, el argumento pasa a ser algo tedioso y triste. Rescato la hermosa fotografía (Torben Forsberg) y la enorme actuación de Aras Bulut Iynemli (Memo) ya que consiguen que el film pueda mantenerse en pie. De haber sido de otra manera, estaríamos hablando de un producto aún más pobre.
Título: Milagro en la celda 7.
Título Original: 7. Yedinci Kogustaki Mucize.
Dirección: Mehmet Ada Öztekin.
Intérpretes: Aras Bulut Iynemli, Nisa Sofiya Aksongur, Deniz Baysal, Celile Toyon Uysal y Ilker Aksum.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 132 minutos.
Origen: Turquía.
Año de realización: 2019.
Distribuidora: Netflix.
Fecha de Estreno: 13/03/2020.
Puntaje: 5 (cinco)